Las hermanas que desafían el aprendizaje con juguetes inclusivos

Estefanía y Romina Saladino se dieron cuenta de que este tipo de productos para niños con autismo era una materia pendiente. Crearon un emprendimiento para cubrir esa necesidad.

Estefanía y Romina nacieron y vivieron en Neuquén hasta que sus aspiraciones universitarias las llevaron a radicarse en Córdoba. La mayor, Estefanía, luego mudaría su vida a San Juan. Lo cierto es que ellas siempre vuelven y su corazón nunca se fue de la ciudad que las vio nacer.

La más grande de las hermanas Saladino estudió abogacía, en tanto que Romina decidió dedicar su vida a la arquitectura. Lo que ninguna de las dos imaginaba es que sus días, también, estarían llenos de juguetes. Unos juguetes que no sólo cambiarían sus vidas, sino la de muchas otras familias a lo largo y ancho del país.

Hace unos cuatro años, ellas -con toda su familia detrás- son las que le dan vida a Pictó, un emprendimiento que crea y confecciona juguetes especialmente pensados para chicos diagnosticados dentro del Espectro Autista (TEA) y el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).

Liliana, la tía de las hermanas neuquinas, tiene desde hace varios años, en Neuquén, una juguetería que comercializa juguetes didácticos. Y, tal vez, ese fue el puntapié inicial de Pictó.

Estefanía, ya radicada en San Juan -la única provincia del país que cuenta con un centro público para el diagnóstico del autismo- notó que, allí, el rubro de juguetes didácticos e inclusivos era una materia pendiente. Así entre contactos de su tía decidió emprender en el rubro, a la par del desarrollo de su carrera como abogada.

Estefanía y Romina Saladino son el alma del proyecto.

“Empecé vendiendo juguetes didácticos y ahí me empezaron a requerir otras cosas. Así que nos pusimos a investigar, vimos que había poco y nos empezamos a capacitar”, contó Estefanía sobre los inicios del proyecto en el que rápidamente involucró, también, a su hermana. “Hoy gracias a Dios estamos mucho más desarrollados”, acotó.

Los primeros productos de Pictó fueron los que le dieron el nombre al emprendimiento: los pictogramas. La idea de Romina y Estefanía fue desarrollar piezas con dibujos reales que puedan cumplir con las necesidades de los chicos autistas.

“Lo que había en el mercado, en su mayoría, era con dibujitos de monigotes y el requerimiento era que la imágenes fueran más reales, un poco más adaptadas a lo que utilizamos acá, y así fue como surgió la línea de pictogramas, buscamos una dibujante y la empezamos a desarrollar”, contó Estefanía.

Pero después empezaron a incursionar con madera y otro tipo de materiales que le permitieron diversificar su producción. Es más, en estos días, se encuentran trabajando en el desarrollo de una línea “sensorial” que incluye el desarrollo de mobiliario basado en el método Montessori.

“Cuidamos muchísimo el tema de los materiales porque los chicos con TEA, en su mayoría, tienen hipersensibilidad, entonces por ahí hay materiales que le resultan ásperos o poco amenos. El plastificado, por ejemplo, es un material que al contacto con la mano toma calor, que enseguida se adapta, no como el papel que para un chico con hipersensibilidad es tremendo”, confió Estefanía sobre los recaudos especiales que deben tomar durante la creación y fabricación de los juguetes.

Pero claro que para hacer juguetes realmente inclusivos, no sólo basta con capacitarse, también es necesario tender una red de profesionales especializados que aporten sus conocimientos. Es así que las hermanas Saladino trabajan codo a codo con terapistas educacionales, psicólogas, psicopedagogas, psicomotricistas, neurólogas.

Pero también, ellas le prestan mucha atención a las recomendaciones y sugerencias que reciben de los padres que compran sus productos. «Tomamos todas las sugerencias de los papás y tratamos de hacer algo un poquito más personalizado y que tenga que ver con cada chico porque entendemos que las necesidades de cada chico son particulares”, subrayó Estefanía. Pictó ya desembarcó en La Pampa, Tucumán, Salta, Corrientes, Trelew, Mendoza, además de Neuquén, San Juan y Córdoba donde residen los integrantes de la familia Saladino.

Los materiales son fundamentales a la hora de crear juguetes para niños con autismo. Foto: Juan Thomes.

Joaquín, un motor para seguir investigando

Todo pasa por algo y la vida sabe lo que hace”, aseguró Estefanía Saladino al comenzar a contar que hace un año su sobrino Joaquín -de 4 años- fue diagnosticado dentro del Espectro Autista (TEA).

La experiencia en su trabajo con juguetes inclusivos y tener “el ojo entrenado”, le permitió darse cuenta tempranamente “de que algo no estaba bien con Joaquín”.

Él habla y se comunica, pero tiene trastornos de comunicación social y, por ello, necesidades especiales.

Desde el diagnóstico, hace algo más de un año, el pequeño asiste a un colegio que trabaja con el método Montessori. Esta experiencia fue una motivación más para profundizar el desarrollo de juguetes que estimulen el neurodesarrollo y ayuden a los niños.

Ponerle corazón y manos

El nombre Pictó no tiene muchas vueltas, se debe a que el primer producto del emprendimiento fueron los pictogramas. Pero su logo si va un poco más allá: “El logo es una mano con un corazón y eso tiene que ver con que nosotros le ponemos corazón y le ponemos la mano; y es una mano extendida que en la seña de los pictogramas significa dar y tomar. Esa es un poco la idea, tomar lo que nos sugieren y dar lo mejor de nosotras para que puedan llegar a cada casa lo que cada uno necesita”.


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