Las Heras: el terremoto que no existió

VLADIMIR L. CARES, FERNANDO LÓPEZ Y PABLO CARES (*)

En cualquier debate, en particular en temas tan sensibles como las posibles consecuencias sanitarias y ambientales que pueden darse con el uso de una determinada tecnología, se espera que la carga de prueba que se aporte al mismo sea sólida y abundante. Lamentablemente no siempre es el caso. Muchas veces se toman datos sueltos, se los extrapola y se sacan conclusiones de lo más dispares. En otras ocasiones se manipula a piacere la información a fin de dar sustento a posiciones que de otra manera no se verían lo suficientemente respaldadas. Veamos el caso de lo que se conoce como sismicidad inducida que, a diferencia de la natural, es provocada por la actividad humana. La sismicidad inducida tiene diversos orígenes: sismos generados por represas, por pozos geotérmicos, por extracción de petróleo y gas convencionales, por desarrollos mineros, por inyección de fluidos de desecho de la industria petrolera o por fractura hidráulica, fracking. Es necesario destacar aquí que existen registros de sismicidad inducida desde la década de 1920 (mina de sal en Attica, Nueva York, 1929). La cuestión principal para entender el fenómeno radica en el estudio sistemático de la temática y en la consiguiente elaboración de planes de prevención y mitigación de los riesgos emergentes. Para el caso específico de la fractura hidráulica, hasta la fecha hay registrados dos sismos relevantes en los que se supone existiría una conexión causal sismo-fracking: a) Horn River Basin, Canadá, magnitud de 3,7 en la escala de Richter (2011), y b) Blackpool, Reino Unido, de magnitud 1,8-2,3 (2011). Tengamos en cuenta que son dos antecedentes sobre decenas de miles de pozos perforados hasta la fecha mediante la técnica y que, además, sus magnitudes los sitúan como microsismos imperceptibles (Blackpool) o sismos menores que no ocasionan daños (Horn River). Sin embargo, pese a estos antecedentes voceros calificados de los sectores que se oponen al desarrollo de los hidrocarburos no convencionales salen a publicitar la existencia de sismos fuertes o, directamente, de terremotos. Tomemos un par de ejemplos recientes a fin de ilustrar lo expresado precedentemente. En febrero el Foro Ecológico de Paraná reprodujo en su portal una noticia proveniente de Holanda en la que se documentaba una serie de terremotos que habían causado preocupación y temor en la población. El texto de la organización ecológica era una reproducción literal del sitio de noticias holandés Dutch News (www.dutchnews.nl) salvo en modificaciones clave, como se puede ver al pie de esta página. El objetivo de la adulteración es claro: achacar los sismos registrados en Groningen a la fractura hidráulica aunque para ello se falsee totalmente la situación. El campo gasífero de Groningen (Holanda) fue descubierto en 1959 y puesto en producción en 1963, siendo al día de la fecha el mayor yacimiento europeo de gas. El dato no menor es que se trata de un yacimiento 100% convencional. Por otra parte, la socióloga Maristella Svampa, en una reciente entrevista con la revista uruguaya “Brecha”, al ser consultada sobre las diversas facetas de la polémica señaló: “Otro aspecto: la actividad sísmica. Cerca de Las Heras, provincia de Santa Cruz, donde YPF perforó tres pozos con técnicas de fracking, se registró el primer movimiento sísmico que podría estar ligado a esta actividad”. Enrique Viale, un reconocido abogado ambientalista, afirmó en otro medio que “hace poco hubo un temblor en Las Heras, Santa Cruz, por primera vez en la historia, cerca de tres pozos nuevos de fracking. Un sismo en un lugar en el que nunca hubo un sismo”. Si se recorre internet nos encontramos con que el sismo de Las Heras fue informado a poco de ocurrido por distintos medios periodísticos de la Patagonia, entre ellos “El Patagónico” (Comodoro Rivadavia), el periódico “Las Heras”, el diario “Tiempo Sur”, “Jornada” y otros. Además, en la enciclopedia digital Wikipedia se puede acceder a una entrada titulada “Terremoto de Las Heras de 2013”, donde se puede leer que “desde varios portales predicen que este fenómeno se originó a causa del fracking donde actualmente este procedimiento se lleva a cabo en la Cuenca del golfo San Jorge y además existen intenciones de seguir en zona de Glencross, debajo del río Gallegos” (http://es.wikipedia.org/wiki/Terremoto_de_Las_Heras_de_2013). Las características descriptivas del temblor/terremoto de Las Heras son las siguientes: magnitud 5,4 (sismo moderado), epicentro 81 kilómetros al sudoeste de Las Heras, profundidad del foco sísmico 21 kilómetros, procesado el 22 de julio de 2013 a las 0:34 horas. Los datos fueron aportados en tiempo real por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), una institución, por cierto, de mucho prestigio en el mundo científico. Hasta aquí los datos tienen cierta verosimilitud, aunque con unos detalles a explicar no menores. El temblor/terremoto no fue percibido por ninguna persona residente en el área de influencia ni tampoco registrado por los monitores sísmicos con sede en Chile. Además, la región santacruceña donde se encuentra asentada Las Heras está clasificada como de riesgo sísmico muy reducido. Esto último abriría las puertas a especulaciones que asignarían la responsabilidad del sismo a la fractura hidráulica, aunque la profundidad del foco (21 kilómetros) dificultaría sostener esta hipótesis. Pese a las muchas cuestiones sin resolver –las que hacían necesario tomar con prudencia la información a fin de no llevar inquietud a la población–, se redobla la apuesta y se certifica un evento probable como un hecho definitivo y concluyente. Así, uno de los portales de internet más activos del movimiento ecologista, el Observatorio Petrolero Sur (OPS), aseguró lo siguiente: “Primer terremoto en una zona de fracking en la Argentina. Son ya conocidos en varios puntos del mundo los efectos sísmicos causados por el fracking, éste parece ser un ejemplo” (http://www.opsur.org.ar/blog/2013/07/22/primer-terremoto-en-una-zona-de-fracking-en-argentina). Sin embargo, la situación puede aclararse recurriendo al proceso de circulación de la información. Ésta fue procesada por el USGS y de allí circuló a diversos portales; uno de ellos, el estadounidense www.breakingnews.com, informó que había ocurrido un sismo de 5,4 de magnitud 81 kilómetros al sudoeste de Las Heras, Santa Cruz, Argentina. Pasado más de un mes del evento informado este sitio sigue manteniendo la noticia, pero con una novedad importante: si queremos pasar desde este portal al del USGS nos encontramos con que este organismo nos informa que el evento sísmico ha sido borrado del sistema. Además, el USGS nos sugiere que vayamos al centro de preguntas frecuentes de su sitio, en el apartado “¿Por qué algunos eventos sísmicos son eliminados?”. Allí, el USGS nos señala que “de vez en cuando nuestros sistemas producen información errónea que se libera al público a través de nuestras páginas web o sistema de notificación terremoto. Estos errores se pueden identificar con prontitud por los sismólogos y son borrados”. Ahora, si queremos que el USGS nos dé el registro actualizado de todos los sismos de magnitudes que vayan de 4 a 6 grados, hayan ocurrido entre el 20 y el 24 julio de 2013 y tengan una profundidad de foco máximo a 24 kilómetros de la superficie, nos encontramos con que el famoso terremoto de Las Heras no figura. El más cercano sismo en tiempo y espacio es uno de magnitud 5,2 con epicentro en las islas Shetland del Sur, miles de kilómetros al sur de Las Heras. Por las dudas, si recurrimos al Centro Sismológico Europeo-Mediterráneo, éste también confirma la inexistencia del temblor/terremoto de Las Heras. La conclusión en vista de lo anteriormente expuesto sólo puede ser una: el terremoto de Las Heras ya pertenece al mundo de la ficción literaria. En un tema tan sensible como la explotación de hidrocarburos no convencionales, que despierta en algunos sectores no pocas pasiones, hay que ser muy prudente a la hora de informar. Se reconoce la dificultad de la cuestión, la dimensión técnica ineludible de la controversia, pero se deben realizar todos los esfuerzos a fin de que la población disponga de los elementos esenciales de aquello que se está discutiendo. Pero cuando hay un predominio en el debate de datos sin sustento, tendenciosos o abiertamente manipulados sólo se contribuye a generar falsos diagnósticos, peores soluciones y un notorio mal humor e indignación en la sociedad. (*) Cátedra Tecnología y Desarrollo Humano, UNC


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