Las Grutas: trabaja de carnicero y se perfila como muy buen cocinero en el balneario
Matías Aedo se revela junto a su mujer Pamela Molina como emprendedor de la gastronomía de mar en Río Negro.
En este tiempo de pandemia volvió con fuerza la importancia de lo cercano, lo conocido, lo próximo… y se perdió el miedo a largarse, lanzarse y empezar. Hacerlo hoy empezando de cero es la máxima de la época. Esto lo entendió con mucho de percepción e intuición Matías Aedo (32), emprendedor de Las Grutas. Aprendió de emergencia en la incertidumbre y ahora lo quiere capitalizar.
Matías trabaja como carnicero en “El Nuevo Almacén”, en la tercera bajada, en el balneario rionegrino. Y fuera de su horario en este mercado se dedica junto a su mujer Pamela Molina a “Sushi delivery”, el servicio de comida que ambos supieron crear y que hoy es todo un éxito.
Registran que ahora hay más sensibilidad por el comercio local y que la clientela es más solidaria y consciente del territorio. Cada vez se crean circuitos más cortos entre el origen y el destino: Matías y Pamela lo saben porque lo palpan y en lo aprovechan, en consecuencia.
“Esta temporada viene buenísima; de todos modos mi puesto de carnicero no lo dejo por nada porque nos da de comer todo el año. Igual, por los pedidos de los visitantes y turistas trabajamos a destajo: es la oportunidad de hacer la cocina que nos gusta”, afirma Matías, que es además el que acerca el pedido al turista o al local a su casa.
¿Cuál es esa cocina? La tradicional. “El fuerte nuestro es el uso de los frutos de mar fresquitos fresquitos: pulpitos, almejas, mejillones, vieiras, todos recogidos del fondo de nuestro mar. ¿Su destino? Sushi, pastas, rellenos, cazuelas, empanadas…”, agrega.
A compartir un dato: sus cazuelas de corderito son tre-men-das. “La materia prima fresca es nuestro sello”.
Matías participó en los encuentros gastronómicos que este 2021 organizó Enbhiga en toda la provincia de Río Negro y sus colegas lo consideraron revelación de nuestra cocina marítima. “Tiene muchas buenas ideas que con un entusiasmo inédito y mesurado las experimenta y evoluciona”, afirma Carlos Snaimon, uno de los principales promotores de la gastronomía patagónica. Liliana Molinas, otra gran cocinera de Las Grutas a quien Matías profesa admiración, también da su opinión sobre él. “Lo conocí aún más en el evento Puerto de Sabores, que organicé en Puerto del Este, meses atrás. Tiene todas las condiciones, creo, para ser un gran cocinero”, aprecia Lili.
“Que sea carnicero le agrega conocimiento específico de cortes y calidad de carne a su condición de cocinero, que para mi es un gran cocinero”, aporta otro colega suyo, Patricio Chifflet.
Su entorno lo caracteriza como tímido, reservado, observador y muy agradecido, siempre. “Cuando un cliente me hace una devolución de nuestra comida me revitalizo, me energiza para crear nuevos platos o ver qué más puedo cambiar o mejorar para agasajar al comensal”, confía Matías. Disponibilidad y predisposición admite que son sus valores primordiales que entran a funcionar cuando toma un pedido.
“A partir de ahí, todo. La cocina es uno de los lugares más lindo tanto para recortarte del mundo como para imaginar la gastronomía posible con los productos locales de temporada”, piensa.
Nacido y criado en Viedma cuenta que desde chico le gustó la cocina.
“Cada vez que nos quedábamos solos con mi hermana siendo nosotros pequeños me hacía cargo de hacer de comer. En vacaciones de invierno, cuando iba al campo con mi abuelo solía cocinar y lo más rico que me salía eran los bifes de cordero a la criolla con huevos recién sacados del gallinero. Él me decía que la cocina podía ser una de las herramientas para poder progresar. Ese consejo no dejó de estar nunca presente en mi vida. Cuando llegué acá a Las Grutas, donde formé mi familia, la gastronomía estuvo para mi como opción emprendedora”.
Aún no es profesional de la cocina pero todo tiende a ese punto, sueña. “En el 2022 pretendo terminar mi casa, hacerla más espaciosa y poder tener una cocina mucho más grande y confortable. Quiero estudiar más para perfeccionarme”.
¿Referentes? “Donato Di Santis y cocineros de acá, como Liliana Molinas, que desde su cocina aparentemente simple es siempre la entrada a un mundo interminable de sabores y sensaciones placenteras… esa es mi frecuencia. Mi familia es mi base, mi referencia, mi todo. Por ellos es que puedo seguir soñando”.
El emprendimiento es una artesanía y requiere mucha práctica. “Con un propósito y un espíritu de comunidad se llega a lo que uno podría intuir que es la felicidad”, reflexiona mientras su mantra lo envuelve de nuevo: “que cada bocado de comida sea sano, seguro y justo”.
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