Las escuelas primarias de Bariloche se acomodan a la presencialidad
Directoras de tres escuelas cuentan detalles de la nueva normalidad para niños y niñas. Hay respeto de las normas.
“Los chicos tenían tanta necesidad de volver a las aulas que son más respetuosos que nadie de los protocolos”. Directivos y docentes de escuelas primarias de Bariloche consideraron que los protocolos sanitarios funcionan de manera “impecable” porque tantos niños como adultos ya los tienen incorporados.
Ingresos y salidas escalonados de los establecimientos educativos, controles de temperatura, recreos sectorizados, baños desinfectados en todo momento y ventanas abiertas unos pocos centímetros para garantizar la ventilación cruzada. Las nuevas rutinas escolares ya fueron apropiadas por las comunidades educativas.
“Si aplicáramos los protocolos sanitarios de las escuelas para el resto de las actividades cotidianas, sin dudas, tendríamos una pandemia con otros resultados”, resumió el secretario de Educación de Río Negro, Adrián Carrizo.
Más allá de la aplicación del protocolo marco que elaboró el Ministerio de Educación, junto con el sindicato docente y el Ministerio de Salud, cada escuela puso en marcha medidas de acuerdo a su espacio físico y cantidad de estudiantes.
En la mayoría de los colegios prefieren no hablar de burbujas sino de “agrupamientos” ya que los docentes están con todos los grupos que se alternan en la presencialidad.
En la escuela 16, en el centro de Bariloche, los alumnos ingresan por tres sectores diferentes al establecimiento. “A medida que ingresan, se sanitizan los pies y las manos. Otro docente toma la temperatura y de ahí, los chicos van a los salones”, detalló Silvana Garcés, la directora de la escuela ubicada en la calle Elflein.
Cada grado se divide en dos grupos que concurren a la escuela semana por medio, durante tres horas diarias. El último viernes presencial, los docentes entregan las tareas que los estudiantes deberán realizar la semana siguiente durante la “no presencialidad”.
“Cuando el grupo presencial abandona el edificio, los docentes comparten o responden inquietudes del grupo que esa semana no concurrió a la escuela. También aprovechan las horas especiales o por Whatsapp”, especificó Garcés y aclaró que los padres son respetuosos y solo se comunican por mail o celular.
Los recreos también son escalonados, de acuerdo a cada uno de los ciclos. Si el día es agradable, los estudiantes aprovechan para salir al patio. En caso contrario, se usan los distintos espacios de los colegios, incluso las galerías.
“Cada tanto hay que recalcarles que se cubran bien porque se les baja el barbijo. O les pedimos un barbijo de repuesto por si el que tienen se les humedece. Pero los nenes cumplen”, señaló Garcés.
Y continuó: “constantemente, nos dicen que están muy contentos de estar en la escuela porque extrañaban. Te dicen que prefieren estar en la escuela y no en la casa. El protocolo ya está naturalizado en ellos. Generalmente, los adultos en la calle tienden a transgredir”.
En la escuela 255 de la calle Mange y Rolando, cada grado ingresa cada 10 minutos. La salida se lleva a cabo de la misma manera.
“Los padres permanecen en el portón y ningún adulto puede ingresar a la escuela sin un turno. En el portón, el personal de servicio de apoyo (los porteros) controlan que los padres no ingresen y que cada niño tenga su barbijo porque a veces, lo olvidan”, contó Karina Antual, vicedirectora de la escuela 255.
En ese caso, los porteros retienen a los niños mientras se le pide a la familia que acerque un tapaboca. Ante cualquier dificultad, la escuela provee barbijos descartables que tienen en stock.
En la puerta de entrada, los maestros aguardan con el cuaderno de asistencia y los termómetros.
En la escuela 255, un grupo concurre los lunes, miércoles y viernes; mientras que otro acude los martes y jueves. “Lo decidimos así para garantizar la continuidad. Van todas las semanas, día por medio. Tratamos de ser equitativos”, explicó Antual.
Durante el primer bimestre, los chicos con mayores dificultades con la realización de actividades y conectividad el año pasado, fueron tres días por semana. Al término del primer bimestre, rotaron los grupos. Y al regreso del receso invernal, volverán a cambiar.
“Hemos logrado adaptarnos a las nuevas formas de estar en la escuela. Los chicos lo valoran en extremo y son los que sostienen las nuevas normas. Usan el barbijo -más allá de algún olvido-, mantienen la distancia, los cuidados. Son los más respetuosos de los protocolos y tienen una gran facilidad de adaptarse y tomar los cambios”, recalcó Antual.
La directora de la escuela 154 del barrio El Frutillar, Paola Erviti, explicó que se trabajó mucho sobre los alcances del protocolo incluso mucho antes del inicio del ciclo lectivo. “Como los docentes tenían el contacto desde lo tecnológico con las familias, esa comunicación no se perdió. Por eso, hubo muy buena recepción y se respeta mucho”, indicó la directora.
Detalló que, al compartir la manzana con el centro de salud del barrio, hay un trabajo articulado entre ambas instituciones. “Quizás tratamos de reforzar la concientización entre los adultos en el ingreso o el retiro de alumnos. Los chicos respetan bien el protocolo pero las familias quizás no del todo, el distanciamiento. Contradice un poco lo que venimos diciéndole a los nenes”, manifestó Erviti.
El gobierno dice que hay protocolos
El 17 de febrero, al inicio del ciclo lectivo, el Ministerio de Educación de Río Negro puso a prueba el protocolo sanitario para garantizar la presencialidad, después de un año largo de virtualidad. Según indicaron, el protocolo demandó una inversión de más de 400 millones de pesos.
“Las compras de alcohol en gel, etílico, toallas de papel, portarrollos y máscaras de acetato para el personal docente y no docente se iniciaron el año pasado. También compramos termómetros digitales y fuimos una de las pocas provincias que lo incorporamos porque creímos que era necesario”, señaló Carrizo.
El funcionario recalcó que se arrancó “con el 50% de la matrícula para garantizar el distanciamiento social en las aulas. Para eso, preparamos esquemas y propuestas arquitectónicas. Sugerimos determinadas maneras de distribución del mobiliario para mantener ese distanciamiento mínimo de 1,5 en las aulas”.
Indicó que, a fin de garantizar la ventilación, relevaron varias escuelas que tenían inconvenientes con las ventanas y se dispuso un recambio, como en la escuela rionegrina 46.
“Es un protocolo dinámico que se va adaptando a las nuevas recomendaciones. La toma de temperatura, por ejemplo, se hacía en la vereda. Pero en abril, notamos que la temperatura podía generar inconvenientes y por eso, hicimos consultas al Ministerio de Salud para tomar la temperatura adentro de las escuelas sin tener que esperar en la intemperie”, expresó.
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