Las cortinas de álamos del Alto Valle se redujeron a la mitad

La crisis empuja a muchos chacareros a vender la madera. Se suman los cambios en el modo de producir y el avance de las urbanizaciones en tierras productivas.

Las cortinas de álamos que rodean las chacras y son un símbolo del paisaje regional están desapareciendo año a año. El Alto Valle es la zona más castigada, con una caída del 48%. Tres son las causas principales: la crisis frutícola que lleva a muchos productores endeudados a vender madera, los cambios en el modelo de producción y las urbanizaciones en tierras productivas.


Julio García, ingeniero forestal del Ministerio de Agricultura de Nación, fue quien reveló a Río Negro el dato. El funcionario realiza el seguimiento en los valles, desde Colonia 25 de Mayo en La Pampa hasta Pedro Luro en el río Colorado; y desde Picún Leufú hasta Viedma, en los ríos Limay y Negro.

“En todos los valles irrigados del norte de la Patagonia hay en promedio un 40% menos de alamedas. Pero en el Alto Valle la baja trepa al 48%”, indicó. Y en esta zona hizo especial mención al impacto que producen las urbanizaciones. “En Cinco Saltos, Cipolletti, Fernández Oro, Allen y Guerrico, la baja de alamedas es fenomenal”, sostuvo García.

Los productores de Roca, Guerrico, Cinco Saltos y Cipolletti coincidieron con el crudo diagnóstico que hizo el experto y estimaron en cifras similares el volumen de talas.

En el inventario forestal que hizo en 2018 para el ministerio de Agricultura, García explicó cuáles son las causas.

“Esto empieza a fines de la década del`80 con el cambio del modelo de producción frutícola, cuando se pasa de monte libre a espaldera”, sostuvo. El ingeniero explicó que la modificación se hizo para aumentar la producción por unidad de superficie y facilitar la parte fitosanitaria. “Con las espalderas se baja la altura de los frutales que pasan a tener 4,5 metros y están agarrados por todos lados. Así las ramas son más cortas y van pegadas a los alambres. El daño del viento por rameado es mucho menor”, explicó.

Datos

48%
disminuyeron las alamedas en el Alto Valle, señaló Julio García, ingeniero del Ministerio de Agricultura de Nación.
$700
pagan los aserraderos por la tonelada de madera de álamo. El pago incluye la tala y el traslado de los troncos.


García habló de “las continuas crisis frutícolas” que hicieron que los productores apelaran a la venta de la madera de álamo como último recurso para sobrevivir.

El funcionario citó también los cambios en lo que se produce. “Últimamente se está haciendo mucha alfalfa y maíz en la región. Ahí las cortinas molestan”,

Un alto porcentaje de chacareros sigue usando las alamedas pero otros las eliminaron porque sostienen que perjudica a las primeras filas de frutales que están cerca y le quita fuerza a las plantas. (Ver aparte)

José García integra la Cámara de Productores de Roca y tiene chacras con peras y manzanas.

“Hace 20 años comenzó una fuerte tala de álamos. Antes todas las chacras tenían alamedas, era raro ver una sin la cortina”, expresó.

El chacarero contó que hasta la generación de sus abuelos se plantaban tamariscos por la intensidad de los vientos. “Tardaban mucho para tener una altura que proteja, como 25 años”, señaló.

En 1978 mi viejo taló una hilera de 250 metros. Con la venta de la madera se compró un tractor. Hoy, si hace igual, no compra casi nada”.

Cristian Palermo, productor de peras y manzanas de Roca.


Después incorporaron el álamo y en las acequias ponían las alamedas de los dos lados. El crecimiento fue más rápido y tenían madera para hacer cajones y reparo de los vientos y heladas.

Un álamo tarda en crecer 8 años para lograr una altura de 10 metros, la necesaria para que funcione como reparo.

El productor contó que ya no quedan alamedas grandes en el valle.

“Cuando llegan los vientos los mismos chacareros reconocen que hace falta, la chacra está más protegida con una alameda”, sostuvo.

García habló de su caso particular. “Tengo una chacra con alamedas de las de antes, y es notorio adentro lo que calma. En enero hubo un viento que llegó a los 100 km pero adentro había casi un 50% menos de fuerza”, dijo.

Mientras que en otra chacra, por no tener las cortinas, tuvo mucha más pérdida de fruta.


“El álamo le quita fuerza a la planta”



Las posiciones están divididas. Muchos productores defienden el uso del álamo para proteger a los frutales de los fuertes vientos, pero otros opinan que los frutales cercanos a las alamedas se ven afectadas.

Franco de Angelis es productor desde los 20 años y tiene chacras en Guerrico. “Tengo 60 hectáreas y solo en unas pocas hay cortinas de álamos”, comentó.

Dijo que tenerlas cerca de las filas de peras o manzanas disminuye la producción: “Sirven muy bien para proteger a la planta del viento pero tengo que resignar mucho en productividad, y con la crisis frutícola lo mejor es tener producción”.

Algunos productores utilizan nuevos alamedas para las divisiones internas. (Fotos: César Izza)


Explicó que en vez de colocar alamedas elige poner dos o tres filas de frutas en el mismo largo y sentido. “Pierdo protección contra el viento pero gano mucho en productividad”.

De Angelis mencionó que las raíces de una alamedase extienden por 10 metros dentro de la plantación y “chupan al frutal cercano”. “Un álamo grande compite con la planta y la seca. Además le da mucha sombra y le quita la calidad”, señaló.

“Cada 100 hectáreas solamente de perímetro perdés cuatro de producción y si tenés alameda intermedia, estás perdiendo un 10 % del campo”, explicó.

“Si por el viento se cae un álamo de 20 metros, puede tirar 10 plantas, rompe postes, alambres, todo”, mencionó.


La venta de madera “no es negocio” para el productor



José García, de la Cámara de productores de Roca, señaló que desde hace un tiempo la venta de madera de álamo dejó de ser un negocio rentable. “Lo que se paga por la tonelada no es suficiente para el productor”, dijo.

Explicó que se tala el árbol y se hacen los rollizos para los aserraderos. “Hay que sacarle las ramas y picarlas. Lo que adquirís no alcanza para pagar el costo de la limpieza”, aseguró.

Guillermo Avilés presidente del aserradero Cooperativa de Trabajo Valle Lindo que está ubicado en Roca, detalló que el precio varía. “Por una tonelada puesta en el aserradero se paga $1500. Esto es si el productor hace todo el trabajo”, dijo.

Pero si el aserradero envía una cuadrilla para talar y llevarse los álamos es otro el monto y baja un 50%, mencionó.

Avilés señaló que en enero y febrero no hay muchos productores del Valle que vendan álamos porque están abocados a las tareas de cosecha en las chacras.

El precio de la madera cae a la mitad si la retira el aserradero. (Foto: César Izza)


Contó que la tala arranca después del 20 de abril. “Cada vez hay menos álamos, quedan pocas cortinas, hoy quedan árboles medianos y chicos”, señaló.

El dueño del aserradero detalló que antes procesaban unas 9 mil toneladas por año y ahora apenas llegan a 6. “Para el productor no es negocio. Esperó 15 años, regó el árbol y cuando lo va a vender no llega a sacar ni 20 litros de gasoil por tonelada. No es rentable”, reiteró. Avilés dijo que se paga poco porque el mercado no permite más.

En otro informe que hizo este diario el 31 de mayo de año pasado, se detalló sobre la crisis que también afecta a la industria maderera. La actividad cayó un 70% comparada con lo que producía hace 15 años.

“Esta es una actividad que está ligada a la fruticultura, lo sabemos todos, pero además tenemos una gran competencia que es el cartón y parte del cajón que viene de Chile”, dijo Nazareno Olivetti, presidente de la Cámara de Forestadores Empresarios Madereros y Afines de la Norpatagonia (Cafema). Olivetti señaló que la demanda cae año a año y las temporadas son más cortas. “Además competimos con la madera para pallet de eucalipto. Viene del norte del país con mejores precios que aquí no podemos igualar”, detalló


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