Las cooperativas de trabajo se consolidan como apuesta para entrar al mundo laboral

Bariloche tiene decenas de este tipo de empresas de manejo horizontal. La venta de bienes o servicios no siempre tiene al Estado como cliente. Para muchos, es la primera experiencia de un puesto regularizado.

Puede resultar el camino más difícil y azaroso, pero muchos de los que se embarcan en la conformación de una cooperativa de trabajo terminan comprometidos a pleno con el proyecto y esa energía suele ser factor determinante a la hora de deslindar el éxito del fracaso.

El modelo clásico es el de la cooperativa relacionada con el mundo de la construcción, que se conforma para trabajar con contratos del Estado. Pero también las hay de otras actividades como la comunicación, la prestación de servicios o la producción de software.

Cotramet es una cooperativa de herreros y soldadores que nació en 2015 y mantiene un flujo de trabajo constante, con clientes públicos y privados. Su presidente, Eva Parada, dijo que son hoy once asociados y que -con los sobresaltos del caso- logran asegurarse todos un ingreso regular que equivale a un sueldo medio, aunque está atado a las “temporadas”.

“En verano se trabaja poco, aunque no parezca, porque la gente gasta en las fiestas, en las vacaciones y el fuerte nuestro empieza en abril. Después también se para un poco en invierno”, relató.

La capacitación en oficios que compartieron algunos de los miembros iniciales en el programa Argentina Trabaja, fue el germen de Cotramet, y el día que decidieron asociarse bajo ese formato empezó otro aprendizaje, que tuvo que ver con el llenado de formularios, certificaciones y trámites para obtener la ansiada “matrícula”.

Eva Parada contó que el papeleo es necesario y un paso clave para conseguir clientes para la cooperativa de trabajo. Foto: Chino Leiva

Parada dejó en claro, para quien lo dude, que “un cooperativista no se hace millonario”. Pero sue experiencia marca que la mayor parte de sus compañeros, cuando asume los valores de ese proceso autogestivo, no lo cambia por otro y está dispuesto incluso a desechar ofertas de trabajo en relación de dependencia.

“Para nosotros no es un complemento, es nuestra única actividad, es trabajar en esto a tiempo completo. Y no sobra nada, estamos justos -afirmó-. Pero los proyectos familiares ya están atados a la cooperativa y hay un compromiso. Uno se vale de la experiencia del otro. Vista de esa forma la cooperativa es una herramienta extraordinaria”.

En el mismo sentido Marcelo Viñuela, presidente de la cooperativa Laburar, dijo que “algunos compañeros han pasado a trabajar en relación de dependencia y bienvenido sea, pero para otros ésto es un proyecto integral de vida”.

Afirmó que para ellos la referencia y ejemplo siempre a mano es la cooperativa Fasinpat de Neuquén, organizada a partir de una fábrica recuperada, que valora y promueve el trabajo “sin patrón”.

Viñuela dijo que se han adaptado al trabajo irregular y a “planificar los horizontes familiares” en función de esos vaivenes, como cualquier empresa.

Claro que la dinámica es muy distinta y también la terminología. Porque los asociados no cobran sueldo sino “retiros” periódicos y tampoco hay ganancias sino “excedentes”, cuyo destino es resuelto en asambleas. Laburar tiene ya una larga historia porque el grupo inicial data de 2008, aunque tardó años en completar la papelería para su formalización.

En un principio se dedicaron a la colocación de alambrados, raleos, limpieza de terrenos, construcción de lechos drenantes y mejoramiento de viviendas. Hoy tienen un proyecto de casas prefabricadas y además trabajan con el Estado en obras como la red de agua del barrio El Vivero.

Según Vñuela, “la dinámica de asambleas es fundamental” y la mira de todos los asociados está puesta en “vender la fuerza de trabajo” y obtener una remuneración equitativa en función del tiempo invertido.

Cotramet es una cooperativa de herreros y soldadores que arrancó hace 6 años. Foto: Chino Leiva

Claro que a veces es necesario hilar más fino. En Cotramet, por ejemplo, han acordado que algunas tareas de mayor responsabilidad se paguen mejor. Así lo explicó Eva Parada: “algunos diseñan, otros ejecutan, no todo es lo mismo. En la práctica pasamos a tener algo así como oficiales y ayudantes. Pero si funciona bien así es porque hay una moral y un respeto por el otro. Igual todo es charlable y todo se resuelve en asamblea”.

Laburar, por ejemplo, adoptó un manejo de los excedentes para distribuir un extra a fin de año. “No tenemos aguinaldo ni vacaciones pagas, pero estos retiros se pueden equiparar y también son una decisión colectiva”, explicó Viñuela.

Números en crecimiento

En Bariloche existen actualmente unas cuarenta cooperativas de trabajo activas y al menos ocho se conformaron en el último año. El delegado del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, Fernando Tarzia, aportó esos datos y dijo que existe un auge de este tipo de organizaciones, motorizado por la crisis de empleo y también porque “se simplificó mucho el trámite” de constitución.

El número de integrantes promedio es de una decena de trabajadores por cooperativa (seis es el mínimo exigido), pero también hay algunas con hasta treinta asociados.

“Hay una creencia generalizada de que las cooperativas de trabajo son todas de construcción, pero no es así, hay un espectro más bien amplio -dijo Tarzia-. Y otro sentido común errado es que son casi todas contratistas del Estado. Ese es un recurso más, pero no el único”.

En Cotramet, por ejemplo, explicaron que afinar los números y la metodología para presentarse a licitaciones fue todo un ejercicio y ya lo tienen incorporado. Pero aclararon que también trabajan para otro tipo de clientes. Tienen experiencia, por ejemplo, en la construcción de “casas en containers” o reciben encargos más chicos como reparación de sillas.

“Conseguir laburos es moverse, es gestión, caminar, ir con la carpetita y mostrar los trabajos realizados, conseguir notas de recomendación -contó la presidente de Cotramet-. Es una tarea del Consejo de Administración, pero lo hacemos todos. Son obligaciones que hacen al bien común”.

Mujeres y hombres integran la cooperativa de soldadores y herreros. Foto: Chino Leiva

Las cooperatias reciben asesoramiento del Inaes y también de la dirección provincial de Cooperativas y Mutuales para cumplir con sus obligaciones formales, Todas tienen claro que la presentación de balances al día es un requisito ineludible y que necesitan contratar un contador para esa tarea.

“El síndico también es una figura súper interesante, porque se ocupa el control interno para que todo se ajuste al estatuto”, explicó Tarzia.

Autogestión

El funcionario del Inaes dijo que el organismo no aboga porque las cooperativas se conviertan en “dependientes del Estado”, aunque se les brinda apoyo técnico para presentarse en concursos y licitaciones y también les facilitan el acceso a créditos blandos, por ejemplo.

Remarcó que “el concepto central del cooperativismo es la autogestión, es distanciarse de otras organizaciones de estructura más vertical. La búsqueda está puesta en generar fuentes de trabajo y en definitiva en el buen vivir”.

Viñuelo aseguró que después de varios años de desandar el complejo camino del cooperativismo puede afirmar que “el trabajo asociado mejora ingresos y mejora derechos”. Esto último lo dijo porque muchos trabajadores no tenían otra experiencia que la relación informal y en negro con contratistas privados y ahora cuentan con monotributo social (que es condición obligatoria en las cooperativas), lo que les asegura acceso a una obra social y aportes jubilatorios.

Esa misma experiencia fue la que transitaron también las cinco cooperativas de trabajo que controlan el estacionamiento medido, bajo contrato con el municipio, en un programa que se inició hace ya nueve años.

Viñuela dijo que en Bariloche las cooperativas tuvieron un disparador que fue “la crisis del volcán” en 2011, del que surgieron propuestas favorecidas desde Nación como el Argentina Trabaja, con la tendencia a la cooperativización de la obra pública de baja escala, pero luego entraron en un declive que se extendió “hasta antes de la pandemia”. Hoy están en un nuevo repunte, que depende como cualquier otro proyecto laboral, del estado general de la economía.


Lo que dice el municipio


Los trabajos encargados por el municipio a distintas cooperativas han dejado “un saldo más que positivo”, dijo la subsecretaria de Proyectos Urbanos, Viviana Gelain. En su caso le tocó tratar con cooperativas como Inka, y otras a las que ayudaron a cumplir con las condiciones del “registro” para postular a las obras públicas.

Dijo que hoy existen empresas asociativas de ese tipo a cargo de la senda peatonal que se construye en el acceso a Colonia Suiza como complemento de la obra de asfalto, también de las plateas para garitas de colectivos, el desmalezamiento para la obra de gas de Villa Lago Gutiérrez. “Esos son solo algunos de los trabajos, vamos aprendiendo, ellos y nosotros -aseguró Gelain-. En general cumplen y la experiencia es buena”.

Dijo que “a veces necesitan un poquito de ayuda al principio, con los papeles”, pero una vez que toman vuelo se ajustan a lo previsto. Según su experiencia, son prolijas y “se ajustan a lo señalado por el profesional responsable”.

Hay una ordenanza que promueve la contratación de cooperativas para la pequeña obra pública, pero aun así no siempre tienen todos los caminos allanados.

Eva Parada, de Cotramet, dijo que “competir con las grandes empresas en algunos contratos es casi imposible, porque tienen otra capacidad financiera”. Pero aseguró que no hay que desalentarse. “Nosotros somos justos, no codiciosos. Igual el tema es no quedarse solo con el contrato del Estado, Debe haber otros horizontes -aconsejó-. Es un tema para tratarlo con cuidado, las cooperativas nuevas tienen que capacitarse hasta que despeguen. No es fácil pero es posible”.


Arduo itinerario


Poner cuanto antes “las manos en la masa” y desarrollar el oficio que cada uno trae de su recorrido previo es la ansiedad de muchos cooperativistas. Pero no tardan en descubrir que antes de eso deben cumplir con la etapa de “gestión”, burocracia mediante, para lograr la “matrícula” que les permita funcionar. Comprueban, en definitiva, que la suerte del proyecto que alguna vez imaginaron en rueda de amigos no puede depender de impulsos improvisados.

Fernando Tarzia, delegado del Inaes, dijo que “ahora es más fácil que antes” constituir una cooperativa, pero aun así el trámite demora no menos de ocho meses. Una ventaja es que las planillas a confeccionar pueden “bajarse” de la plataforma TAD (trámites a distancia) creada por la administración pública nacional y que por esa vía se presentan también las actas constitutivas, declaraciones juradas y demás de requisitos exigidos por ley.

La cooperativa en formación, una vez que tiene los datos validados necesita dirigirse a la Afip para obtener su CUIT, y para muchos ese es el paso clave, el de “no retorno”. A partir de allí la matrícula está a la vuelta de esquina y ya pueden organizarse para licitar, cotizar y facturar.


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