Las causas de Bonadio
Las causas instruidas por el juez federal Claudio Bonadio contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner se están derrumbando como castillos de naipes. Muchos ciudadanos se sienten sorprendidos y algunos responsabilizan a los jueces actuales de adoptar decisiones más políticas que jurídicas. Sin embargo el pecado está en el origen no en las decisiones que ponen las cosas en su lugar.
El juez Bonadio reabrió la causa “Memorándum” para adjudicarle a Cristina un delito de traición a la patria, cuando esa causa ya había sido cerrada por inexistencia del supuesto encubrimiento que había sido denunciado por el fiscal Alberto Nisman. En la causa “Banco Central” Bonadio le atribuyó a Cristina responsabilidad en la política cambiaria del Banco Central, judicializando lo que era claramente una decisión de política económica, y ahora los jueces han dicho que allí no había delito.
En la reciente causa “Hotesur”, en la que también se ha declarado el sobreseimiento por inexistencia de delito, el juez Bonadio fue el instructor inicial. Fue apartado por claras arbitrariedades en la instrucción de la causa y como reacción abrió una causa melliza denominada “Los Sauces” por los mismos hechos. Dictó un auto de apertura a juicio es esta segunda causa y al mismo tiempo declaró su incompetencia remitiendo la causa al juez Ercolini que intervenía en la anterior, lo que era revelador de su arbitrario proceder.
Los jueces que ahora han declarado el sobreseimiento de Cristina y sus hijos en la causa “Hotesur-Los Sauces” no se pronuncian sobre los hechos que están siendo objeto de juicio oral por el TOF N° 2 en la causa “obra pública de Santa Cruz” basada en supuestas irregularidades en la adjudicación de la obra pública a Lázaro Báez. Simplemente se limitan a decir que no se puede duplicar una acusación penal y que en esa causa que esta subjudice ya se investiga la existencia de una supuesta asociación ilícita y la supuesta operación de autolavado de dinero a través de los hoteles. El principio non bis in idem impide abrir dos procesos por la misma causa, de modo que lejos de brindar impunidad lo que los jueces han hecho es ordenar lo desordenado por Bonadio.
La lectura de extensas sentencias redactadas en un lenguaje jurídico en causas que han tenido tantas peripecias es una labor tediosa que pocos ciudadanos están en condiciones de afrontar. Pero los periodistas o políticos que hacen llegar sus opiniones a la plaza pública están obligados a leerlas y, si discrepan, deben explicar a los ciudadanos en qué consisten sus diferencias con el criterio de los jueces. La democracia se enriquece con el debate y se empobrece con la mera descalificación.
* Abogado
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