Correr en la barda: amigarse con la geografía del lugar
Parecía una moda efímera, pero salir a correr se ha convertido en una sana costumbre de muchos cipoleños, roquenses y neuquinos que aprovechan las virtudes del paisaje local.
Antes, la meseta se llenaba de mugre, hoy se llena de gente de todas las edades que practica un deporte que solo necesita “un par de zapatillas”.
“La barda es impresionante. Cada momento tiene su particularidad; los atardeceres, los días de viento o de lluvia. Siempre se descubre algo corriendo por ahí”, dice Sandro Villavicencio un cipoleño que practica la actividad hace 15 años. “Aprendés a correr con viento, con lluvia, con frío; es hermoso”, asegura.
Lo que parecía una moda fogoneada por el marketing ya forma parte de la idiosincracia regional. Todos los días cientos de personas se atan los cordones y encaran hacia la barda. “Antes, en la barda veías mugre, ahora se respira otro aire, me genera felicidad ir a correrla”, dice Fernando Frassetto. El meteorólogo es uno de los tantos aficionados de la región que despunta el vicio de correr. “Desde que corro me siento mejor física y anímicamente”, sostiene.
Florencia Quiroga tiene 25 años, es roquense y hace años que se instaló en Cipolletti. Dice que se toma la actividad con mucha responsabilidad. Se cuida en las comidas y no toma alcohol “varios meses” antes de una competencia.
La tendencia es salir en grupos. Hay equipos que salen tres o cuatro veces a la semana y tienen un coordinador. Gustavo Reyes (referente sudamericano) y Franco Paredes son dos de los líderes más importantes en la región. Todos coinciden que salir con otras personas mejora notablemente el rendimiento pero además se generan lazos de amistad. “El grupo apoya mucho en todo momento. Es una energía especial. La actividad ayuda a mejorar la cabeza. Yo soy contador y a veces el laburo te estresa, pero salís a correr y volvés relajado”, dice Carlos Zúñiga.
Villavicencio reside en Cipolletti pero vivió mucho tiempo en el barrio neuquino Gregorio Alvarez, sobre la barda. Allí iba de chico “escapando” de los “fines de semana de fútbol” de su casa. Años más tarde, corriendo por la barda quedó impresionado por cómo dos jóvenes lo pasaron a gran velocidad. Se trataba de Reyes y Ortega, dos reconocidos atletas y coordinadores. “Contacté a Gustavo y comencé a correr con ellos”, asegura el hombre de 46 años. Correr le sirve para muchas cosas a Villavicencio. “Yo pienso, organizo la semana o recuerdo cosas”, asegura.
Carlos Zúñiga es contador tiene 54 años y para él, salir a correr es una filosofía de vida”. “No podés parar. Desde que empecé hace 10 años creo que nunca estuve más de 10 días sin correr. Salgo de vacaciones y llevo las zapatillas. Es una necesidad” sostiene.
Todos coinciden es que para correr no se necesita mucho: sólo un par de zapatillas y algo de tiempo. Pero los beneficios son muchos: la salud –física y mental– y los lazos son dos de las grandes razones por las que la gente cada vez corre más.
“En mi casa se veía mucho fútbol y a mí no me gustaba. Mi escape era salir a correr a la barda. Siempre me gustó ir a la meseta”.
Sandro Villavicencio, un cipoleño que practica la actividad hace 15 años.
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- “En mi casa se veía mucho fútbol y a mí no me gustaba. Mi escape era salir a correr a la barda. Siempre me gustó ir a la meseta”.
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