Laguna Navarrete, la maravilla escondida del norte neuquino
Tan azul que se confunde con el cielo, para llegar hay que ir hasta Manzano Amargo (528 km desde Neuquén) y desde ahí son 37 km, los últimos tres por una huella sinuosa. Vale la pena. No te pierdas este relato de Ricardo Kleine Samson inspirado en la hermosa laguna y sus personajes.
El Negro era así, solitario. Le molestaba la gente, le gustaba estar solo. No compartía nada. Parecía un ermitaño y me hacía acordar a esos cuentos de Herman Hesse que leí en mi adolescencia o a esos chicos de barrio con ínfulas, que aguanté en mi infancia, y que tenían fulbo nuevo y no se lo prestaban a nadie…
Lo único que tenía el negro era una laguna… una laguna hermosa. Nunca había visto algo tan bonito, con un color tan azul que se confundía con el cielo. Todo el mundo la iba a visitar y él se enojaba mucho.
Siempre amenazaba que uno de estos días se iba a ir con su laguna a cuestas y nadie iba a saber dónde… y cumplió.
¡El Negro cumplió su promesa! Un día desapareció… él y su laguna y nunca más los vimos. Nadie sabía nada. Nos volvimos locos averiguando por todos lados y nada… Nadie sabía nada de ninguno de los dos. ¡Un misterio!
Así fue que un día, hace ya unos meses, salimos a pasear con la Lila por esas huellas recónditas del norte neuquino, de Manzano Amargo para allá, y empezamos a trepar caprichosas cuestas, a atravesar valles entre hermosas cordilleras nevadas, a vadear cristalinos ríos, a encontrarnos con parroquianos, a visitar cóndores o conejitos que saludaban a nuestro paso… Hasta que, por ahí, después de una trepada importante… allá a lo lejos, escondida entre unos cerros, descubrí al Negro y su laguna… Hasta tan lejos se había ido el muy cretino.
Apenas me saludó y ya se enojó para, inmediatamente, echarme un conjuro… “Si alguien se entera que traje mi laguna aquí y nos viene a molestar, te voy a hacer responsable a vos y, entonces, un rayo caerá del cielo y te partirá en mil pedazos” me hizo, como mi querido Don Corleone, una oferta que no podía rechazar… y le juré que me callaría la boca y no le diría nada a nadie. Que todo quedaba entre él y yo… para siempre.
De manera, estimado amigo lector de este suplemento del diario Río Negro, si el conjuro del negro se cumpliera y me cayera un rayo en la cabeza, lo voy a hacer responsable a usted de haberle alcahueteado a Navarrete que fui yo quien lo avivo de venir a este bellísimo lugar… Y si va… calladito, ni me nombre. Hágase el gil.
Cómo llegar
Conviene mirar Google Earth ya que en Maps no se ve la huella. Se debe ir hasta Manzano Amargo y desde allí subir hasta la cascada La Fragua y tomar el desvío (bien señalizado) para el bosque Los Llao Llao. Y acá empiezan los problemas, porque no se ve claramente la huella que hay que tomar para llegar a la laguna, no obstante los puesteros te pueden indicar muy bien y no hay forma de perderse.
Hoja de ruta: Manzano Amargo, Cascada La Fragua, Bosque Llao Llao, bosque de Corfone y, al terminarlo, seguir la única huella que hay.
Desde Manzano Amargo hay 37 km, tres de los cuales son muy sinuosos por una huella angosta pero bellísimos y maravillosos.
Si te aventurás a esta travesía, anotá estas espectaculares alternativas:
Cascada La Fragua: un hermoso salto de unos 40 metros a 4 km de Manzano Amargo. Estacionás a unos 100 metros. Hay un mirador.
Bosque Los Llao Llao. A unos 5 km de la cascada por un camino de altura en el que los lugareños se mueven rápido porque lo conocen pero te conviene ir despacio. Vas a ver las surgientes del arroyo que después se hace salto antes de desembocar en el río Neuquén.
Manzano Amargo. Un encantador pueblito sobre la Ruta 54. Hay camping, cabañas, almacenes y mercaditos. Y la calidez de su gente.
La 54. Es una de las rutas más lindas que puedas transitar. Después de Manzano y la cascada te lleva hasta Pichi Neuquén, un paraje de 60 habitantes, con las montañas que están cada vez más cerca. Si seguís te metés en la cordillera de los Andes, donde están los puestos de los veranadores que llevan a sus chivas y ovejas para que se alimenten en las pasturas de las laderas y beban agua de deshielo. Siempre hay que chequear el estado de las rutas.
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