La solidaridad luego de la tormenta

El 22 de agosto pasado el incendio que provocó el temporal de viento arrasó con la vida cotidiana de vecinos de Santa Elena de Cipolletti. Cuatro meses después sobrevive gracias a la colaboración y las donaciones.

Alfredo Maripán se apoya en el refrán que afirma que no hay mal que por bien no venga. “Estoy esperando el bien”, dice mientras suelta una sonrisa alentadora.

Su familia lo perdió todo durante el temporal de viento (en el que además los afectó un incendio) que sacudió a la región en agosto del 2017. Pasaron cuatro meses desde ese día que quedó grabado en su memoria y aún hoy se asombra de la solidaridad que llegó en manos de la gente a través de diferentes formas. Personas de todas las localidades quisieron colaborar con la familia que vive en Santa Elena desde hace más de 60 años. “En ese momento no pensé en nada. Fue una oscuridad muy grande”, recordó el hombre.

El 22 de agosto fue el día en que la familia de Alfredo lo perdió todo. A su compañera de vida, Tomasa Rodríguez, la mirada se le impregna de lágrimas al recordar a sus animales, aquellos a los que el fuego les arrebató la vida. Pasaron varios meses desde el temporal de viento acompañado del incendio, pero todavía no puede caer en la cuenta de lo sucedido. “Estoy muy triste. Siento mucho a mis animales”, dice, y es inevitable no conmoverse. Asegura que quiere volver a trabajar, pero todavía no tiene fuerzas.

La postal de Santa Elena cambió. Donde había viviendas y corrales ahora hay lugares vacíos que esperan ser ocupados a corto plazo. Alfredo y Tomasa aseguran que la solidaridad de la gente fue lo que los hizo salir adelante. La ayuda se hizo presente de inmediato a través de donaciones de todo tipo. Alimentos, ropa, calzado, y la lista sigue. “¡Qué solidaria es la gente!”, exclama Alfredo.

Después del incendio el barrio rural fue declarado zona de emergencia y gracias a esto la ayuda se multiplicó, explican. Desarrollo Social de la Provincia se comprometió a construirles casas de material para que puedan volver a tener un lugar donde vivir. En el sector se observan las máquinas de la Municipalidad que trabajan allí donde serán construidas las cuatro viviendas.

En ellas vivirán Alfredo, Tomasa y también sus hijos y nietos. Mientras tanto, habitan unos tráileres y una carpa de grandes dimensiones, donde además depositan todas las donaciones que llegaron después del temporal.

Las pérdidas materiales no fueron las únicas secuelas que dejó el fuego. El hombre de 72 años explica que también carga con complicaciones de salud. “El oculista me recetó anteojos porque forcé mucho la vista y eso me afectó”, dice mientras deposita su mirada en el horizonte. Señala y dice que las llamas lo arrasaron todo: sauces, animales, montes y casas. “Fueron doce en total”, agrega. Sus vecinos también se vieron afectados por las voraces llamas.

Los recuerdos de ese momento permanecen. Dice que cada vez que ve una humareda se pone en alerta. “Fue todo muy raro. Uno no está preparado para algo así. Llovía fuego. Yo siempre veía en la tele que decían ‘Quedé con lo puesto’, y me pasó a mí. No me quedó nada”, repite.

Mientras relata lo ocurrido aquel 22 de agosto, Alfredo señala que pudo darse cuenta de todo lo que había sucedido recién en el tercer día. Hasta ese momento nada parecía ser cierto.

“Me acordé del Martín Fierro. El dicho dice que no hay mal que por bien no venga. Me afirmé en esa fe y salí adelante. Estoy esperando el bien”, asegura mientras suelta una sonrisa reconfortante.

“Uno no está preparado para algo así. Yo siempre veía en la tele que decían ‘Quedé con lo puesto’ y me pasó a mí. No me quedó nada”.

Alfredo Maripán asegura que la ayuda de la gente les permitió salir adelante.

Lo que el fuego
se llevó

Datos

“Uno no está preparado para algo así. Yo siempre veía en la tele que decían ‘Quedé con lo puesto’ y me pasó a mí. No me quedó nada”.
Alfredo tiene 72 años y Tomasa 67. Desde hace varias décadas viven en Santa Elena, un barrio rural cipoleño que está ubicado en la zona norte de la ciudad.
Durante el temporal de viento y el incendio lograron salvar un tractor, la principal herramienta de trabajo de Alfredo. Tomasa aún hoy se emociona al recordar a sus animales, que murieron durante el incendio. Explica que el vehículo que ella utilizaba para trabajar fue arrasado por las llamas. Asegura que no tiene fuerzas, pero que el contar con una movilidad la ayudaría a salir adelante.

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