La solidaridad llega donde el sistema de Salud no está presente
Oftalmólogos, técnicos y voluntarios de Bariloche realizan viajes solidarios a la Línea Sur desde hace 13 años. Cada vez son más los profesionales comprometidos con esta iniciativa.
“¿La última vez que me vio un doctor? En el 2013, creo, cuando el Tren Sanitario fue a Jacobacci”, le explicó Rosinda a una oftalmóloga mientras le probaba unos cristales y le señalaba algunas letras de diversos tamaños de un cartel colgado en un pizarrón.
La escuela hogar 113 de Mamuel Choique congregó el viernes a la mayoría de los habitantes de ese paraje y de los alrededores, como Lipetrén, Río Chico y Ojos de Agua. Sin importar la baja temperatura y el viento, muchos pobladores aguardaban ansiosos afuera de la escuela la llegada de la caravana compuesta por seis camionetas que trasladaban a 8 oftalmólogos, un óptico, dos técnicos, un dentista y varios voluntarios oriundos de Bariloche.
A escasos metros del colegio, sólo hay un puñado de casas, las vías del tren, que desde hace años ya no llega a la zona, algunos caballos, perros y la estepa inmensa que desdibuja el horizonte.
Mamuel Choique se encuentra a 180 kilómetros de Bariloche y su población de 160 habitantes disminuye año tras año por la falta de trabajo y el éxodo de los jóvenes. La sequía y la caída del cenizas del volcán Cordón Caulle Puyehue en el 2011 devastó a los pequeños productores rurales y las secuelas todavía se sienten. “La población se envejece y tendemos a desaparecer”, resumió Horacio Burgos, un jacobacino director de la escuela primaria desde hace 8 años.
Los viajes solidarios a la Línea Sur comenzaron hace 13 años. Hoy, con 3 visitas anuales, cada vez son más los profesionales de diversos puntos del país radicados en Bariloche y comprometidos con la intención de atender a gente que no tiene acceso a los servicios de salud.
“Empecé a ver pacientes de la Línea Sur en Bariloche con casos de ceguera a causa de glaucoma, en muchos casos evitables, miopías patológicas o cataratas también evitables. Ahí surgió la intriga de ver cómo era la zona rural. Cada vez se fueron sumando más profesionales y el año pasado la fundación 100 Caminos obtuvo la personería jurídica”, resumió Santiago González Virgili, uno de los oftalmólogos, que lideró las travesías.
El engranaje funciona a la perfección. Los oftalmólogos disponen rápidamente los equipos en dos aulas del colegio que funcionan como consultorios, mientras los voluntarios organizan gran cantidad de ropa donada a partir del último viaje solidario para que los pobladores se lleven lo que necesitan. En otro sector del patio de la escuela, dos mujeres organizaban juegos para los 16 alumnos.
“Me traje a la señora y a dos de los nenes -otros dos quedaron en mi campito-. De otra forma, tendríamos que ir hasta Jacobacci a sacar un turno con la única oftalmóloga que empezó a atender recién en el último tiempo. Pero son 85 kilómetros y solo tenemos una trafic que sale a Jacobacci tres veces por semana”, detalló Carlos Catalán, de 58 años, que aguardaba su turno. De tanto en tanto, estiraba su mano para saludar a algún vecino que llegaba con las mismas intenciones.
“¿Cuándo fue la última vez que lo vieron?, ¿usa anteojos?, “Vamos a ponerle unas gotitas para medirle la presión pero no duele”, fueron algunas de las frases que se repitieron en la jornada. El trato amigable y cordial de los integrantes de la asociación “100 Caminos” calmaba el nerviosismo y la ansiedad de algunos pacientes. Mientras tanto, Marita, una trabajadora de la escuela, repartía tortas fritas a médicos, colaboradores y pacientes.
“El agente sanitario del paraje ya me separó a los pacientes con glaucoma que diagnosticamos hace 5 años atrás. Es una enfermedad de hipertensión ocular que, sin las gotas adecuadas, genera consecuencias irreversibles para la visión. Por eso, hay que hacer mucho hincapié en el tratamiento”, advirtió Matías Brizio, uno de los oftalmólogos que llegó a Bariloche siete años atrás, luego de haber recorrido el país con el Tren Sanitario.
Algunos pobladores llegaban con los anteojos remendados. Muchos, incluso, pegados con cinta. Esas gafas fueron donadas por estos médicos durante el último viaje a la localidad en el 2012.
Luego del último viaje solidario, la compañía francesa Essilor donó armazones y cristales para entregar a los pobladores de Mamuel Choique. “Los anteojos de lectura se le entrega a la gente en el momento; si necesitan determinada graduación, los preparamos en Bariloche y los mandamos en unos días”, explicó el óptico Paulo Lenti.
El director del colegio destacó la importancia de la atención médica en la comunidad. “No todos pueden trasladarse y muchos menos viajar para sacar un turno. Con los nenes, por ejemplo, podemos prevenir problemas que pueden aparecer más adelante”, destacó Burgos.
Algunos pobladores llegan con los anteojos remendados. Muchos, incluso, pegados con cinta. Esas gafas fueron donadas durante el último viaje en el 2012.
Datos
“Mis raíces están acá…”
“Oscar, tiene un poco de cataratas y no le va a mejorar la visión. No hay apuro pero debería pensar en operarse. No se preocupe por no tener obra social. Podemos coordinar para verlo en Bariloche, hacer los estudios y operarlo”, le indicó uno de los médicos al hombre que lo miraba con atención.
No es la única derivación que surge de los controles pero se acordó enviar a todos los pacientes un mismo día para evitarles mayores inconvenientes.
El nexo entre los médicos barilochenses y los pacientes es Miguel López, el agente sanitario de Mamuel Choique desde hace ya 11 años.
López nació en ese paraje 42 años pero al igual que otros jóvenes del pueblo se fue en busca de estudio y trabajo. Una vez que obtuvo su título en la mano decidió regresar a Mamuel Choique. “Mis raíces están acá. Quiero servirle a la gente. Mi tarea es prevenir enfermedades, ayudar a la gente en la rehabilitación, seguimiento de los pacientes crónicos y ayudarlos con los tratamientos”, relató mientras asistía comprometido a los médicos barilochenses.
Todos los meses, Miguel viaja a Jacobacci para retirar las gotas que debe distribuir entre los pacientes que fueron diagnosticados con glaucoma durante el último viaje de 100 Caminos años atrás.
“Cada vez tenemos más hipertensos, más diabéticos. Es mundial. Y la gente grande del campo es difícil cambiarle la rutina. Por ahí, le decís que no coma grasas ni sal y se comen un cordero. Es el hábito de ellos”, planteó Miguel.
El equipo solidario
Óptico: Paulo Lenti
Oftalmopediatra: Gabriela Buxeda
Oftalmólogos: Matías Brizio, Fabiana Rueda, Romina Soler, Jessica Moyano, Franco Saciano, Ximena Cepa Bazan, Santiago González Virgili.
Técnicos: Javier Oreña y Ariel Vitasse
Odontólogo: Julian Melzi
Datos
- Algunos pobladores llegan con los anteojos remendados. Muchos, incluso, pegados con cinta. Esas gafas fueron donadas durante el último viaje en el 2012.
- 22
- es la cantidad de chicos que hay en el pueblo, 5 jóvenes y el resto adultos.
- 40
- son los niños que había en la escuela hogar provenientes de parajes. Hoy hay sólo uno.
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