LA SEMANA EN SAN MARTIN: Otro ladrillo
Ponerse del lado del más débil es una reacción natural. Por lo común, no implica más compromiso que la indignación o el aliento, y con límites precisos. A modo de ejemplo, uno podría ponerse del lado de esos adolescentes desencajados, que se meten en problemas a cada paso. Uno simpatiza con esa rebeldía solitaria y desorientada. Pero la adhesión acaba cuando el marginado se aventura más allá de lo tolerable.
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