La sectarización de la política exterior


El proceso de aislamiento respecto de los principales países de la región tuvo un capítulo más al cierre de la semana con los enfrentamientos en la cumbre del Mercosur.


El abandono del Grupo de Lima con guiño al chavismo; las amenazas en el seno de la cumbre del Mercosur; un discurso vicepresidencial con críticas a EE.UU. y la advertencia de que no hay plata para pagar deudas. Tres hechos dejaron en evidencia una vez más que la política exterior del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner está atada a la sectarización, a los vaivenes de la política interna y, sobre todo de la interna oficialista.

La decisión de Argentina de abandonar el Grupo de Lima -bloque regional que denuncia y condena las violaciones a los derechos humanos cometidos por el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela- fue la culminación de una seguidilla de acciones del gobierno dentro el mismo Grupo.

En octubre del año pasado, Argentina evitó acompañar la declaración que ratificaba el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino y que exigía que los hallazgos sobre violaciones a los derechos humanos registrados por la Alta Comisionada de la ONU, Michelle Bachelet (miles de ejecuciones extrajudiciales, entre otras), sirvieran de prueba ante la Corte Penal Internacional. El gobierno nacional lo consideró una “intervención extrarregional” sobre ese país. En diciembre, Argentina también decidió no acompañar la condena del grupo a los comicios legislativos concretados por Maduro, y “llevados a cabo sin las mínimas garantías de un proceso democrático”.

La salida formal de Argentina del Grupo de Lima se produjo el 24 de marzo: Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Todo un gesto simbólico. En su comunicado de salida, el gobierno argentino consideró que las acciones del Grupo “no han conducido a nada”, de modo que, a juzgar por el hecho de que Argentina tampoco acompaña las acciones del otro grupo internacional que aún integra (el Grupo de Contacto), mejor no hacer nada. El gobierno consideró que son las sanciones al régimen chavista las que “han afectado el goce de los derechos humanos de la población venezolana” y no, al parecer, el régimen chavista. El gobierno pidió diálogo “sin favorecer a ningún sector”: aun cuando un sector tiene las armas y el ejército, y el otro muere en las calles. Para observar el giro en las consideraciones del presidente sobre Venezuela de hace dos años a esta parte, alcanza con entrar a Twitter. Como con gran cantidad de medidas a nivel local, la pregunta sobre el giro cristinista de Fernández en política exterior nunca debió haber sido “si” se produciría, sino “cuándo”.


Como con medidas a nivel local, la pregunta sobre el giro cristinista de Fernández en política exterior nunca debió haber sido “si” se produciría, sino “cuándo”.


El mismo día de la salida del Grupo de Lima, Cristina aprovechó un acto por el Día de la Memoria para advertirle al FMI que Argentina no tiene “plata” para pagar la deuda y, al mismo tiempo y entre críticas, pedirle un gestito a EE.UU. para propiciar una postergación mayor de pagos . “Bancaron el golpe del 24 de marzo, a los ingleses en las Malvinas, y por si todo fuera poco, fueron centrales para que el FMI violara todos los artículos de su estatuto”, dijo la vice. “¿No es hora de que nos hagan algún gestito?”, preguntó.

Otro gesto. La aparición pública de Cristina actuó como una desautorización a la negociación que lleva adelante el ministro de Economía Martín Guzmán, que por esas horas regresaba de Washington, y al día siguiente debió salir a defender los avances en las conversaciones con el Fondo.

El proceso aislamiento argentino respecto de los principales países de la región tuvo un capítulo más al cierre de la semana.

La cumbre por los 30 años del Mercosur terminó de la peor manera. Fernández, como presidente “pro tempore”, encabezó la reunión. Los mandatarios de Brasil, Paraguay y Uruguay expusieron otra vez profundas diferencias con Argentina y pidieron flexibilidad para negociar acuerdos comerciales. El uruguayo Lacalle Pou advirtió que el Mercosur no puede volverse un “lastre”. Fernández se hizo cargo del sustantivo e invitó a sus socios a abandonar el “barco”. El mandatario respondió con las reglas de la política nacional: olvidó el carácter pro tempore de su presidencia, se atribuyó la propiedad del bloque y ratificó el carácter sectarizado de su política exterior.


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