Visitantes de paso por Roca: desde la Línea Sur al Valle por un turno médico
“No le mezquinan” coraje, dirían los paisanos. Pasar de un pueblo de 600 habitantes a una ciudad de casi 130 mil. A tantos kilómetros de distancia. Saben cómo buscar soluciones, sólo necesitan encontrarse con gente honrada que no abuse de su esencia.
Hace unos meses, esperando para avanzar por calle Sarmiento, en la esquina del diario, los crucé de frente. Eran la representación en movimiento de nuestra Línea Sur. Lo que uno se imagina cuando piensa en un poblador del campo, sereno, sencillo y típico. Porque ellos aman sus tradiciones y se visten para lucirlas.
Un matrimonio, ya muy mayor, era el que pasaba delante de mis ojos: ella de pollera abajo de la rodilla y botas media caña, de camisa cerrada y chaleco de lana con botones en el medio. Una campera también tejida y su cartera bien agarrada bajo el brazo. Parecía de cuento. Él, de sombrero, bombacha gaucha tableada y negra, con botas altas y bigote. Chaleco abierto y un abrigo completaban el atuendo elegido, “para venir al pueblo”.
Su andar era lo opuesto a todo el contexto que los rodeaba: muchos automovilistas, siempre apurados, hasta irrespetuosos con la gente de edad o con dificultades para caminar; la dársena llena de gente esperando el colectivo, el bullicio de muchos negocios abiertos, el estruendo de las bocinas. Su mirada al cruzarnos cara a cara era tan transparente que se les notaban las sensaciones, una mezcla de intranquilidad y de sentirse “sapo de otro pozo”.
No les queda otra, porque muchos trámites y estudios de complejidad que el hospital de El Cuy no puede realizar, tienen que hacerlos en el Alto Valle. Complejidad III versus complejidad VI en el “Francisco López Lima”, no hay con qué darle. También se atienden en clínicas privadas, por las derivaciones de PAMI. Pero si no tienen un familiar que los asista, deben ingeniárselas solos. “No le mezquinan” coraje, dirían los paisanos. Pasar de un pueblo de 600 habitantes a una ciudad de casi 130 mil. A tantos kilómetros de distancia. Saben cómo buscar soluciones, sólo necesitan encontrarse con gente honrada que no abuse de su esencia.
Parejas como esta, la mayoría jubilados, llegan a Roca provenientes de El Cuy, Cerro Policía o Aguada Guzmán, contó a RÍO NEGRO el enfermero Nelson Rodríguez, que trabaja en el hospital de El Cuy. El radio de cobertura de ese centro de salud también incluye a Naupa Huen, Chasico, Mencué y la comunidad de pueblos originarios de Blancura Centro.
Nelson conoce bien lo que sucede, por su actividad cotidiana asistiéndolos. Contó que quienes no cuentan con un vehículo particular o aprovechan los asientos de una camioneta que hace fletes, viajan en micro. “El colectivo pasa a las 5:45 de la mañana hacia el Valle y regresa a las 18”, indicó. ¡Hay que madrugar para viajar a esa hora!
El transporte llega de lunes a viernes, a las 8 de la mañana, a la terminal roquense.” Viene un ‘cole’ de Bariloche y otro de Viedma, que hacen combinación en Los Menucos. Desde ahí siguen por El Cuy hacia General Roca”, explicó el enfermero. Pensar que muchos pasamos meses sin salir de la Ruta 65 y la 22, no? Ellos, en comparación, cruzan media provincia por un turno.
«¿Dónde permanecer hasta que se haga la hora?«, consultamos. “Los más jóvenes se las ingenian, pero a los mayores les cuesta encontrar un lugar” donde estar hasta que parta el micro de vuelta. Los bares populares de la ciudad servían para recibirlos, donde comer rico, casero y barato… pero han ido desapareciendo. Con algunos clientes la confianza era tanta que encargaban cosas a los vendedores ambulantes que conocían en el bar, para retirarlas en un siguiente viaje. Infaltable, el agradecimiento con algún regalo, por el gesto de amistad.
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