Un lugar donde dormir en el 1900: el recuerdo del Hotel Argentino de Cipolletti

Mirando de cerca dos de las fotos recopiladas para este rescate, queda a la vista que una es continuación de la otra, misma escena, casi los mismos personajes y en el centro, el mismo protagonista: el desaparecido Hotel Argentino. No el de Jacobacci, sino el de Cipolletti. Intuimos que la que exhibe el plano más abierto fue la primera, de lejos, resultado de quien buscó captar la dimensiones del establecimiento, junto a la vía pública y los carros tirados a caballo, en la naciente Colonia Lucinda.

Pasando a la segunda captura, los hombres, las dos mujeres y los niños que posaron, ya más de cerca, parecen haber avisado a algunos más que ya había llegado el fotógrafo. “Acérquese señor, venga, así sale usted también”, convocaron quizás y así creció el grupo frente a la cámara. Con eso, la desolación del plano general pasó al detalle de las sonrisas, que permitieron ver a esos vecinos cara a cara, sin tanto formalismo. Acostumbrados a soportar la tierra suelta que todo lo envolvía, se mostraron ellos con bigotes muy gruesos, sombrero o boina; ellas con falda larga y cabello recogido estilo 1900; y los pequeños, con las botinetas sucias de tanto jugar, una muñeca en brazos y un pony hecho triciclo, con ruedas metálicas que desafiaban las piedras.

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Al menos tres personajes de esta postal llaman la atención por su uniforme. De cofia y chaqueta blanca uno, de camisa y delantal los otros dos, parecen parte del personal que trabajaba en ese lugar, ¿serían el cocinero y los mozos?

El Hotel Argentino, emblema de los inicios de Cipolletti, tuvo sus comienzos a principios del siglo XX, entre 1902 y 1910. Según reconstruyó la profesora de Historia Liliana Fedeli, comenzó a cargo del comerciante italiano José Delfino, que venía de trabajar en el Ferrocarril y que compró el terreno al propio general Manuel Fernández Oro, para reubicar la fonda y hospedaje que ya tenía funcionando en un primer asentamiento, a orillas del río, “cuando el pueblo aún no existía”. Allí una pieza con varias camas se podía alquilar por 0,50 centavos la noche, aunque todo era muy precario. Por unos 5 o 7 pesos, nuevos pobladores, viajantes o ferroviarios de paso, pagaban lo que comían durante un mes.

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Si bien circula el dato de que el Hotel Argentino se inauguró para el aniversario de la Revolución de Mayo en 1910, lo cierto es que esa fue una instancia de reforma dentro del proceso de consolidación, que ya había comenzado ocho años antes. A partir de ese año logró sumar servicios que lo jerarquizaron. Contaba con piso de madera, agua corriente y caliente, además de grupo electrógeno.

Según los registros, el protagonista de este “Rescate” se encontraba ubicado sobre calle Fernández Oro, entre España y Miguel Muñoz. Fue pionero en la proyección de películas y elogiado por la calidad del menú de sus cocineros. El señor Armas, traído desde Buenos Aires, fue uno de ellos.

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Según aportó en su momento el referente del Museo Ameghino, Roberto Abel, el Hotel Argentino “llegó a tener 25 habitaciones, baños, un comedor y un salón en donde se realizaban casamientos y reuniones sociales”, como las primeras del Rotary Club y la colectividad italiana. También había billar y espacio para el arte: teatro, danzas con las hermanas Franco y conciertos de violín de la joven Maturi. El 9 de julio de 1926 se realizó allí una rifa a beneficio de la construcción de la capilla de la Sagrada Familia, cuyo primer premio fue un automóvil Ford y el segundo, un camión Whit.

A cargo de su construcción estuvo Jacinto (Giacinto) Del Ben, también de origen italiano. En su trayectoria, este maestro mayor de obras dirigió las labores en la Casa Peuser, la bodega “La Mayorina”, la casa de la Estancia La Alianza, la Capilla Sagrada Familia y el Edificio del Correo, por lo que se lo homenajeó con una calle en el barrio Rincón Lindo. El Hotel Argentino también contó con el trabajo de su yerno, Guillermo Sbrolla, y de otro albañil, Bruno Gómez, proveniente de Villa Mercedes, San Luis.

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Cristian, hijo de Remigio Barrera, recordó junto al comunicador local Miguel Parra, los años de lustrabotas de su padre, apodado “Zapatilla”, que trabajaba fuera de este Hotel, el bar Americano y el bar Cipolletti. Con otros adolescentes se hacían unos pesos con los huéspedes, allá por los años ‘50. Y no faltaron los médicos de Buenos Aires que pasaron por allí en una campaña de vacunación contra la difteria.

Justamente para esa época la actividad del “Argentino” terminó de decaer. Delfino había sido el titular hasta el año 1925, cuando comenzó a alquilarlo para poder irse a vivir a la zona de chacras. Finalmente “cerró sus puertas en forma definitiva en 1950”, confirmó Fedeli. Una foto en el Archivo del Diario Río NEGRO confirma que fue demolido un 31 de Julio de 1988. Su derrumbe significó un “crimen”, dijo la docente, categórica. “Fue entre gallos y medianoches, porque nadie se enteró, pero lamentablemente dejó de existir algo que podría haber sido guardado para el patrimonio histórico local, aunque sea la fachada. Era muy bonito”, sostuvo.

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