Todos los vientos, el viento
Pocas cosas más patagónicas que ese aire incansable que sopla, moldea, esculpe el territorio y el ánimo de los habitantes. Un animal porfiado que se cuela en cada escena y nos gana por cansancio, pero que también arrulla y es compañía.
“Suspendido por el viento” algo habitual en esta Patagonia, en la que se sabe que cualquier plan puede variar, así, de pronto, si el ventarrón arrecia. Porque todo es permeable a los soplos del sur, y eso recién se comprende cuándo se vive- o se nace- en el centro de este remolino que arma y desarma los paisajes a su antojo.
Su presencia se corporiza.
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