Los artistas plásticos celebran 50 años resistiendo en Neuquén

La provincia los cobijó, junto a otras organizaciones y avances, pero en medio de lucha, tensión política y dictadura. Algunos de sus protagonistas recuerdan esos comienzos, mientras el futuro los encuentra impulsando un mejor horizonte.

“En toda época acontecen circunstancias tecnológicas e históricas que determinan un modo de hacer arte. La responsabilidad del artista es darle un significado y un contenido al concepto de arte de acuerdo a su tiempo”, es la frase de Diana Aisenberg que Mirta Córdoba eligió para explicar el rol de su vocación en la sociedad. La de ella y la sus compañeros, los actuales y los que ya no viven, los que fundaron el equipo en la provincia y los que se mudaron. A su manera, todos aportaron para “darle sentido” a lo que les tocó atravesar.

La Asociación Neuquina de Artistas Plásticos celebra este 2023 sus 50 años de vida. Y lo destacan con orgullo porque muchas organizaciones no tuvieron la misma suerte, perdurar a pesar de las disidencias, las etapas de la vida, el apoyo, el control o la ausencia del Estado. Todo por el vínculo necesario con quien se acerca a observar e identificarse con lo creado, así sea en un lienzo, el paredón para un mural, la base de una escultura o la hoja tiznada con carbonilla.

Por los años ‘70 trabajamos mucho porque en casa formamos lo que hoy es ANAP (…) De ahí nacieron el Salón de Estudiantes de la Escuela Provincial de Bellas Artes y la Primera Bienal Patagónica de Artes Plásticas”, recordó Elena Lapuente en una serie de entrevistas para la revista especializada en historia “Más Neuquén”.

Junto a Elena como secretaria, la primera comisión se conformó en 1973 con Jorge “Tito” Gueijman (presidente); Noemí “Mimi” San Agustín (suplente); Beatriz Bollatti (secretaria suplente); Elba Elissetche (tesorera), Marta López (tesorera suplente); Sara Lauría (revisora de cuentas) y Emilio Saraco (revisor de cuentas suplente). Los acompañaron Luis Castilla, Matilde Novelli, Susana Lehman, Carmen Oliveto, Beatriz Biló y Charo Phillips, entre otros.

“En aquel momento no había exposiciones, ni salones, ni museos, ni ninguna actividad organizada para los artistas o donde los artistas pudiéramos exponer algo”,

recordó Lapuente en ese diálogo. Entonces decidieron generarlo.

“Un clima político y social muy intenso”


Neuquén como provincia y su capital en particular, atravesaban años de mucho movimiento. En diálogo con RÍO NEGRO, la licenciada en Historia Graciela Boschi, enumeró sucesos como la inauguración del Aeropuerto Internacional (1971), la apertura del Policlínico ADOS (Asociación Neuquina de Obras Sociales), la creación de la Escuela Industrial “Eugenio Perticone”, hoy ENET N°8, y el traspaso de la Escuela Superior de Turismo a la Universidad Nacional del Comahue, esta última formalizada en 1972.

La prensa, por su parte, registró la fundación de su sindicato en 1970, año en que a su vez comenzó a publicarse el diario “Sur Argentino”. Por algún tiempo también hubo representación desde la Asociación de Periodistas del Neuquén. El trabajo cotidiano daba cuenta de un clima político y social muy intenso, “en el que eran frecuentes las protestas de los trabajadores de la construcción, de la fruta y los estudiantes, entre otros”, según repasa el libro “Periodismo y Periodistas en el Comahue”. Por esos meses, se denunció el levantamiento de “Telesíntesis”, el noticiero local que conducía Abraham Tohmé por Canal 7 y a su vez los despidos de los trabajadores que produjeron la emisión “Reportevé”, que salía por la misma señal de aire.

Choconazo, febrero de 1970: Ana Egea y el obispo Jaime De Nevares (Foto: Archivo Diario Rio Negro)

A nivel regional, desde 1967 se construía la represa El Chocón – Cerros Colorados, inaugurada en 1973, con dos potentes huelgas de trabajadores en el medio (El Choconazo), en contra de la empresa Hidronor, a causa de las malas condiciones laborales, con ocho obreros muertos y varios mutilados. En medio, la Iglesia católica, con el propio obispo Jaime de Nevares como referente, buscaba la forma de defender los derechos de los más desfavorecidos. La población capitalina había crecido con velocidad, agregó Boschi: pasó de 45.140 habitantes en 1970, a 92.047 en 1980, favorecida sobre todo, por inmigrantes del Litoral y la Pampa húmeda. En ese panorama, ANAP buscó concientizar y ejercer, a pesar de la falta de recursos.

En la esfera política, el MPN ya existía desde 1961, encabezado por Felipe Sapag, con quien llegó al gobierno en 1963. El territorio había pasado a ser reconocido como provincia unos años antes, pero los golpes militares impedían la continuidad del gobierno constitucional. Mientras ANAP se creaba, Sapag volvía al poder, junto a Antonio Del Vas, hasta que la dictadura de 1976 volvió a interrumpir su mandato.

El recuerdo de la primera bienal, en plena dictadura, cuando el gobernador de facto era un general retirado. Foto: Gentileza ANAP.

En este aspecto, “Mimi” San Agustín, artista plástica e integrante fundadora de la Asociación, aportó recuerdos estremecedores. Si bien no tuvo una militancia política, sufrió el control de las fuerzas de seguridad que se impuso en la región. Ahora reside en Madrid, España, desde donde conversó con RÍO NEGRO.

“Éramos todos gente con familia, teníamos miedo, seguro, pero no había amenazados”, describió Noemí sobre su grupo. Aún así, reconoció que a uno de ellos le confiscaron una obra, con formas geométricas, con el argumento de que una de las figuras se asemejaba a alguien con un bombo. El militar que lo vio en exposición lo consideró ‘subversivo’.

“La mayoría nos movíamos en una oposición de otro tipo, ni a favor ni en contra”, recalcó, pero para sentir la intimidación no hacía falta demasiado. Mimi vivía en un departamento sobre Avenida Argentina, cerca del Comando, cuando ya estaba instalada la dictadura cívico – militar. Un sábado a la noche, cuando se encontraba en su hogar después de ir al cine, de pronto comenzó a escuchar disparos:

“Vimos por la ventana del baño, había soldados agazapados en la Avenida, mientras una vecina caminaba comiendo helado. Ellos disparaban para tenerte ‘acojonado’”,

se indignó la mujer al recordarlo.

Frente a situaciones como ésta, dejó de trabajar en Roca, donde daba clases, para evitar circular por la ruta de noche. “Te paraban en mitad de la carretera, con las armas, y ya lo sabíamos: al coche no había que pararle motor, debíamos tener puesto el cambio en primera y bajar la cabeza”, dijo, inquietando la charla con su relato.

La precariedad de sus fuentes laborales como artistas y profesores, la falta de reconocimiento económico a su labor, hizo que tuvieran que rebuscárselas. Se definían como “profesores taxi”, ejerciendo en talleres municipales, a lo largo del Alto Valle, a un lado y otro del puente carretero. “Nos desplazábamos lunes y miércoles a Roca, martes y jueves a Allen o a Plottier, y nos cruzábamos con los coches en el camino (…) comenzábamos sin contrato, con frío, en galpones enormes, ponían los caballetes alrededor de una estufa alimentada con fuel oil, en cursos nocturnos”, contó.

Sara Lauría en un taller de cerámica. Foto: Revista Más Neuquén.

Una ley para las Industrias Culturales


Los procesos que siguieron después de ese inicio complejo en 1973 tampoco fueron fáciles, tanto en la faz interna del equipo, como en la concientización de la sociedad. Pero ANAP logró insertarse y afianzar su trayectoria.

Desde aquellas marchas en las que acompañaron a las Madres de Plaza de Mayo o las veces que participaron en las misas de De Nevares, a las subastas de obras a beneficio de niños con discapacidad o la cooperadora del Hospital Castro Rendón, también promovieron la difusión de artistas emergentes, surgidos de la Escuela de Bellas Artes. Apoyaron a Fasinpat y hasta impulsaron a vecinos de la ciudad a expresarse, como en el caso de pacientes en Cuidados Paliativos. Así, con el correr de los años estrecharon lazos con más de 30 instituciones de la región.

Captura de una de las tantas actas de sus reuniones, en este caso con el logo de ese tiempo, en 1981. Foto: Gentileza ANAP.

Actualmente gestionan la sala taller de artes visuales de La Conrado Centro Cultural, conocida como «El Triángulo», que aguarda el final de su remodelación, para recuperar el tiempo y los encuentros que la pandemia les impidió tener.

Un proyecto presentado este 2023 en la Legislatura neuquina, viene a intentar derribar la problemática económica, instalada por tantos años. Buscan “desarrollar el potencial del sector creativo y cultural, generando condiciones para la sostenibilidad de las industrias, instituciones, organizaciones y personas que la conforman”, según dice el escrito. Abarcan desde artes visuales y música, hasta gastronomía, diseño y videojuegos.

ANAP espera el tratamiento y sanción, para establecer beneficios impositivos nacionales y crear un fondo contemplado en el presupuesto, junto a un Registro Único en el que puedan inscribirse los exponentes para postular al acceso de los beneficios. En ese sentido, proponen conformar la “Agencia de Industrias Culturales y Creativas del Neuquén”, como autoridad de aplicación.

“Esta institución solidaria agrupa a los artistas neuquinos sin distinción de trayectoria o reconocimiento personal”. Con esa premisa siguen apostando, 50 años después del primer acta, firmada un 12 de mayo, en esa casa de calle Almirante Brown donde comenzó todo.

En el Centro Cultural Alberdi, la propuesta «ANAP tiene firma de mujer II», en marzo de este año.
Foto: Gentileza ANAP.
En el Centro Cultural Alberdi, la propuesta «Conexión Creadora».
Con los integrantes de Neudedis (Neuquén, Deporte y Discapacidad).

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