Dejó Ingenieria por la guitarra y el folclore: la historia de Nicolás Pérez, de Bajada del Agrio a ganar dos premios en Cosquín

Nicolás Pérez participó del Pre-Cosquín 2023 y, tras quedarse con dos premios, logró subirse al escenario mayor en el Festival Nacional de Folklore. El orgullo por su tierra, las mixturas musicales que incorporó en el norte argentino y su historia de reinvención.

Pasaron las horas, los días, las semanas, los meses y los años hasta que un día Nicolás Pérez, en ese momento estudiante de ingeniería electrónica en la universidad de San Juan, se dio cuenta de que estaba a mil kilómetros de su pueblo Bajada del Agrio en Neuquén, que no podía volver el tiempo atrás, y que no sabía porque se había subido a ese micro. Se dio cuenta que estaba en una carrera para cumplir el mandato de sus padres, viviendo en la casa del hermano mayor. Se dio cuenta que se pasaba horas frente a la computadora mirando programas musicales, donde escuchaba las historias de artistas que contaban cómo hacían sus canciones. Y, entonces, se dio cuenta: quería hacer ese mismo camino. No sabía lo que lo esperaba diez años después.


En 2013, Nicolás Pérez tomó la primera decisión de su vida: dejó la carrera de ingeniería y se lo comunicó a sus padres. Al principio se desilusionaron. Después recordaron a ese niño de ocho años que tocaba y cantaba folklore y llenaba la casa de felicidad. Entonces decidieron apoyarlo. Empezó a estudiar guitarra en San Juan, donde hay una tradición de maestros del instrumento. Luego se mudó a Córdoba para cursar composición musical en la Universidad de Villa María. Allí empezaron a salir sus primeros temas. Con la pandemia regresó a su pueblo, Bajada del Agrio, donde dio clases de música en una escuela secundaria, y armó un dúo con su hermano Federico para cantar juntos, sin otra pretensión que la de divertirse.

En el 2022 se anotó con su hermano en el Certamen de Nuevos Valores del Pre-Cosquín. Unos meses después, la familia Pérez estaba reunida en la plaza Próspero Molina esperando la decisión del jurado. Nicolás y Federico habían quedado finalistas en el rubro dúo vocal, luego de competir con representantes de otras ochenta sedes. Ellos representaban a la sede Zapala, Neuquén.

“Estábamos todos ahí, mi viejo, mi vieja, primos, primas, amigos que habían ido de Zapala y Bajada del Agrio. Cuando dijeron: ‘el ganador es…’ fue toda una locura. Lágrimas de muchos, mías también”, dice el músico y compositor neuquino Nicolás Pérez, a través del teléfono. Todavía le dura el desconcierto. “Cuando subimos con mi hermano para recibir el premio al mejor dúo del certamen anunciaron que era el ganador del rubro tema inédito. No me imaginaba que podía ganar dos rubros en Cosquín. Desde arriba del escenario vi a la familia. Todos estaban gritando y saltando”.

El hijo de Juana Miranda, una docente, y Daniel Pérez, un ingeniero civil, tendría un premio extra por ganar en los rubros dúo vocal junto a su hermano menor Federico, y mejor tema inédito con la huella “Pa’ que andar al costado”: subió a cantar en la cuarta luna del Festival Nacional de Folklore, el lugar en el que cualquier folclorista sueña estar una vez en la vida.

La bandera de Bajada del Agrio y su pueblo presente en todos los escenarios que pisa. Cosquín no iba a ser la excepción.


Primero se presentó frente al público: “A mi madre, a mi padre, a mi familia, a mis amigos, a la gente de Neuquén, a la gente de Zapala, a la gente de Bajada del Agrio, el pueblo que me vio crecer y me dio la fuerza para estar acá”. Al principio se escucharon los murmullos entre la platea, algún silbido lejano, y luego un silencio ceremonial cuando comenzó a cantar ese ritmo de huella, que fue premiado por el jurado del Pre-Cosquín.

“Fui trampeando la muerte de la distancia/pa cortarme los trancos de mi añoranza/Si me trepa el silencio de alguna tarde/es que vi por las chacras, llorar un sauce (…)Si es que soy lo que siento cantando digo/Pa’ que andar al costado/si sé el camino”.

En los acordes finales de la canción llegaron los aplausos. Después invitó a su hermano Federico a cantar. Le extendió la mano y se la apretó fuerte. Luego se miraron cómplices. No lo podían creer. Allí estaban, en ese escenario mítico, donde debutó Mercedes Sosa, saliendo por la TV Pública a todo el país, portando una bandera que decía, “Bajada del Agrio, Neuquén”. “Ese era mi objetivo que se dijera el nombre de mi pueblo, darle una ubicación en el mapa en un festival tan importante”, dice Nicolás, que cuando volvió a Bajada del Agrio, lo abrazaban por la calle, o se le acercaban para agradecerle por nombrar al pueblo.

Bajada del Agrio es una pequeña comunidad rural de dos mil habitantes rodeada de cerros, a la que se llega por la ruta provincial 14. Queda a 250 kilómetros de la capital neuquina y a sesenta kilómetros de Zapala. Cuando a comienzos de los noventa se cambió la traza de la ruta nacional 40, dejaron de pasar los micros de larga distancia que conectaban con todo el norte, y el pueblo entró en una larga letanía. En 2014, Bajada del Agrio fue noticia en los medios porteños porque a unos veinte kilómetros del pueblo se instaló la base espacial del gobierno chino en medio del desierto. El pueblo no perdió su tranquilidad habitual. La gente siguió cultivando la tierra y criando animales. Un gran porcentaje de sus habitantes trabaja para el Municipio, que gobierna Mabel Pino y antes gobernaba su esposo Ricardo Fabián Esparza.

Siempre con una sonrisa y con optimismo, Nicolás logra lo que se propone.


“En el Agrio, la gente no vive con mucho y es feliz. Bueno, hay gente que sí y gente que no, pero no viven con demasiadas cosas. Irme me hizo ver eso. Por ahí, estaba queriendo muchas cosas y las tenía al alcance de la mano. Estar en el río, tomarme un mate en la plaza, juntarme con mis amigos, mi familia, esos detalles que al fin son los importantes para mí”, dice el músico.

El nombre del pueblo deriva del Río Agrio que lo atraviesa y forma un valle verde, entre esa estepa desértica de piedra y arenal. Nicolás, que estuvo unos diez años lejos, se reencontró con ese paisaje calmo, que extrañaba a la distancia. “Es un pueblo muy del campo, muy rural, donde nos conocemos todos. Mi madre nació y vivió allí toda la vida. Mi padre llegó de San Juan buscando trabajo y se quedó. Yo nací en Zapala, pero pasé toda mi infancia y adolescencia en el pueblo”, dice el músico.

En Bajada del Agrio nació el célebre poeta Milton Aguilar, autor de la letra de “Quimey Neuquén”, con música de Marcelo Berbel. La canción, un himno musical de la provincia, grabado por José Larralde en su disco Herencia de 1967, cobró nueva vida cuando sonó en la quinta temporada de la serie “Breaking Bad”, al final del capítulo diez. Allí mientras el protagonista entierra toneles con dinero en medio del desierto suena el lonkomeo “Quimey Neuquén”.

“Milton Aguilar es un poeta referente en la provincia. De grande tomé conciencia que había nacido en mi pueblo y me brota un orgullo”, reconoce Nicolás. La casa de Milton Aguilar todavía se mantiene en pie en Bajada del Agrio. “Me enteré hace poco. Es una casa que está en una chacra cerca de donde vivo. Está abandonada, pero la estructura sigue ahí”.

El Pre-Cosquín fue un antes y después en su vida. Desde allí sigue subiendo.


La poesía de Milton Aguilar y las canciones interpretadas por los Hermanos Berbel, definieron su estilo. “Me crié escuchando esas canciones y siento que atraviesan mi música”, dice el músico.

El sonido de Nicolás Pérez, también, tiene el rastro de sus experiencias viviendo en otras provincias. “Musicalmente me ha formado mucho vivir en San Juan. La música cuyana me interpela, los timbres de la guitarra, las armonías, y lo fuerte que es la costumbre folklórica ahí. También lo aprendido en la universidad de música en Villa María (Córdoba), que me aportó mucho conocimiento. Todo eso lo tomo y trato de formar una identidad para mi lugar y para mi región”.

El año pasado subió a las plataformas digitales un EP llamado Del Agrio, cuatro canciones compuestas entre 2018 y 2019, que registran el pulso calmo de su pueblo. En su voz se puede escuchar el fraseo criollo de artistas como Jairo y contemporáneos como José Luis Aguirre. Las canciones hablan de la nostalgia lejos del pago, las noticias que llegan de Vaca Muerta, la melancolía del paso de los años, los amores de estudiante, o los personajes del Agrio, a través de la mirada del niño que fue. Pero su carta de presentación a todo el país fue la huella “Pa’ que andar al costado”, una obra mayúscula de una cadencia lenta, amasada entre la greda, la soledad y un dolor existencial, que le abrirá caminos.

El tema tiene la influencia de otra pieza monumental de Facundo Cabral, “No soy de aquí, ni soy de allá”. “Esa milonga dice un montón de cosas hermosas, pero hay una parte que dice, ‘si yo soy el camino, para que voy a andar de costado’. En ese momento estaba como atravesando una situación, que creo que atravesamos todos, de no saber si iba por el lugar correcto. Apareció la frase y pensé: al final estoy yendo para cualquier lado, si yo sé que es lo que me gusta. Me anoté la frase y al tiempito se me ocurrió que podía ser una huella. Escribí toda la letra con lo que sentía y me reservé esa partecita de Cabral para el final. Cuando llegó el Pre-Cosquín, estaba la posibilidad de presentar esa canción y por suerte se dio todo”.

Guitarra en mano, el músico la rompió con su tema “Pa’ que andar al costado”.


Nicolás tiene 30 años y quiere aprovechar el espaldarazo que le dio su participación en Cosquín. Ayer acaba de llegar después de tocar en el Festival Confluencia, uno de los más importantes de la capital neuquina. Dentro de poco viajará a Córdoba para terminar de grabar su primer disco. Está pensando en irse de Bajada del Agrio. Necesita un lugar más cercano para poder ensayar con otros músicos y tener más trabajo. Serán días, meses o años, no lo sabe. Después necesitará regresar. Volver por ese largo camino de tierra rodeado de álamos verdes, que lleva hasta el hogar de su infancia.

Por Gabriel Plaza (gabyplaza89@gmail.com).-


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