La Ruta 22: un camino que concentra miradas y discusiones hace 140 años
Lo que comenzó como una huella en 1885, se volvió una de las arterias más importantes del país. En el medio, la falta de costumbre de los primeros conductores, las demoras con el asfalto y las promesas de cada gestión. Una historia que se repite.
«Se anticipa que dentro de muy poco quedará habilitado el tramo pavimentado de la Ruta Nacional N°22, comprendido entre nuestra ciudad y Neuquén. También se menciona la posibilidad de que próximamente sea licitada la pavimentación del tramo Villa Regina – General Roca», decía una publicación del Diario RÍO NEGRO. El texto no corresponde a una edición actual, aunque lo parezca. Es del 25 de Marzo de 1955, hace casi 70 años, cuando ya la definían como «uno de los principales caminos del país”, según los datos de Vialidad Nacional.
Y si fuéramos aún más atrás en el tiempo, sabríamos que esta arteria que nace a 35 kilómetros de Bahía Blanca, empezó primero como una huella en 1885, junto a la llegada de colonos y nuevos propietarios de estas tierras ancestrales, cuando toda la región ni siquiera era reconocida como provincia y al sector entre Fernández Oro y Huergo se lo denominaba “Colonia agrícola General Roca”, como describió César Vapñarsky en su libro “Pueblos del Norte de la Patagonia”. 42.000 hectáreas atravesadas por calles de 25 metros y una más grande, de 50, nuestra protagonista en esta nota, según graficaron en “Ruta 22 RN”, un documental transmedia producido desde la Universidad Nacional del Comahue.
Las cuentas marcan que este camino va rumbo a los 140 años de vida. Todos esos días y meses viendo pasar el movimiento de una zona que se fue poblando y moviendo cada vez más, apelando a ella como la vía de conexión de los que llegan, los que se van y los que duermen en un pueblo, pero trabajan en otro. Viendo vacas en Río Colorado, frutales en el Valle y cigüeñas que extraían petróleo en Zapala, con puestos y vendedores ambulantes, descansos que recuerdan a los fallecidos en accidentes y ermitas para los que se persignan y prenden una vela a su santo popular, a la vera del camino.
Sin luz y por el medio de la calzada
Según los registros de ese entonces, la obra de asfalto había sido proyectada originalmente en 1942, por el ex senador nacional José Heriberto Martínez. Estaba calculada para un costo inicial de 24 millones de pesos moneda nacional, de ese tiempo. Esta suma, según el legislador, iba a obtenerse de “la negociación de títulos del crédito interno que el Poder Ejecutivo emitiría”, según lo dispuesto en el artículo 5° de la ley 12.576, a partir de una tasa que abonarían los propietarios de las parcelas beneficiadas, bajo el concepto de «mejoras a la tierra rural». Pero con el tiempo, cambiaron los presupuestos y el recorrido. Pasaron 12 años desde el comienzo de los primeros trabajos, «lapso más que suficiente para que se construyera y terminara la ruta en su totalidad, pero apenas se ha cubierto alrededor de la vigésima parte de su longitud», se quejaba la editorial periodística.
Desde el momento en que salió a la calle esa edición de 1955, tuvieron que pasar otros 10 años más para que terminaran de asfaltarla. En el medio, la obra, como la ampliación de ahora, avanzó por tramos: Neuquén – Allen, Allen – Roca, Mainqué – Regina y Roca – Mainqué, aquí en el Alto Valle. Según el Archivo de este medio, la orden se impartía a través de decretos con presupuesto para obras en todo el país. Roca – Mainqué, Mainqué – Villa Regina; y del lado neuquino, las secciones Plottier – Arroyito y Lago Espejo – Brazo Rincón, por ejemplo, figuraban en documentos de finales de junio de 1955, para la contratación de obras por 1213 millones de pesos, a distribuirse en distintas provincias. Todas las tareas concluyeron en 1965, con el asfalto entre Choele Choel y Río Colorado.
Los ciclistas y carreros no se acostumbraban a compartir el doble carril y por eso la Administración General de Vialidad, seccional General Roca, debió sacar un comunicado con recomendaciones, para intentar prevenir accidentes fatales como los que ya ocurrían. «Reiteramos a los conductores la obligación de cumplir con las disposiciones sobre el tránsito, ya que la mayoría de los accidentes se han producido por el incumplimiento de sus más elementales normas”, decía el recuadro amarillento que figura en el Archivo de DIARIO RÍO NEGRO. Se referían a “la falta de prudencia del ciclista y del conductor del vehículo de tracción a sangre, que en horas de la noche transitan sin luz, por el centro de la calzada y a veces a contramano”.
“Infórmese, vecino”
Eran tiempos en que distintos sectores de la comunidad local ya reclamaban por la conclusión de las obras, una escena repetida década tras década. «Chacarero, comerciante, industrial, vecino: el sábado 3 hágase presente con su auto, camión, tractor, etc., en la banquina de la Ruta 22, a esperar el paso de la caravana”, de acuerdo a los horarios establecidos, saliendo desde Neuquén hasta Roca, arengaban en una solicitada publicada por este medio, que ocupaba casi toda la página. «No falte a esta cita de honor. Infórmese en su Municipio», era el pedido, para que la gente se involucre en un tema que había cobrado trascendencia.
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Corría diciembre de 1960 y al acto de cierre de esa movilización asistieron autoridades de la Provincia y de Vialidad, que anticiparon nuevos pasos en la licitación y adjudicación de tareas para completar lo previsto.
«El pueblo debe tener en cuenta que esta es una provincia que está en su período de formación»,
dijo José Basail, ministro de Asuntos Sociales, que había asistido en representación del gobernador Edgardo Castello.
«Hemos de trabajar sin descanso para que crucen también los caminos del norte hacia el sur. Y para lograr ese objetivo el gobierno está elaborando «silenciosamente» su propio plan”, dijo por ese entonces.
Esa huella de 1885 recibió el nombre y la numeración en 1935, cuando las autoridades difundieron el primer esquema de rutas nacionales y la bautizaron como “Ceferino Namuncurá”. Pasó de recibir el tránsito de los primeros rodados a vehículos ultra pesados, sobre todo después de la caída del tren y el auge del transporte en camiones. Tanta circulación la fue deformando y llenando de pozos, junto a la falta de mantenimiento, al punto en que allá por la década del ‘80, en pleno invierno, la escarcha de la helada la volvía una pista donde era imposible mantener el control de los vehículos, como recordó una vecina de Cervantes, en una entrevista que integró un informe especial de este medio, publicado en 2018. ¡Cuánta tinta se ha dedicado en todo este tiempo a la misma protagonista!
Desde la designación original, su trazado terminaba en el límite con Chile por el Paso de Pino Hachado: el kilómetro 1.404,67 en la provincia de Neuquén, después de pasar por Buenos Aires, La Pampa y Río Negro. Pero en el año 2004, definieron que el tramo entre Las Lajas y ese Paso Internacional integre la Ruta Nacional N° 242 y que el resto hasta Zapala, pase a la N° 40, por lo que su longitud se acortó en 108 km.
140 kilómetros sin señal
En el medio, un detalle poco conocido que marcan varias publicaciones: el cambio de traza que definieron en la década del ‘60, cuando el asfaltado no siguió el recorrido original, próximo a las vías del Ferrocarril del Sud, entre Choele Choel y Río Colorado. En vez de hacer una curva hasta “Pichi Mahuida”, eligieron una línea recta que permitiera ahorrar casi 30 kilómetros de distancia extra.
Sin embargo, la medida generó que ese sector quedara sin un poblado cerca a lo largo de unos 140 kilómetros, algo necesario para la asistencia de los viajeros y sobretodo para lo que hoy es fundamental, la señal de telefonía móvil. Si había un accidente, los policías buscaban señal debajo de un cartel publicitario en el cruce con la Ruta 251. Muchas veces la demora era larga para atender las urgencias, algo que se sigue repitiendo a pesar del avance tecnológico. No es de extrañar que ante un incidente vial, algún testigo que vaya de paso, siga de largo hasta una zona con conexión o algún destacamento, para avisar de lo ocurrido y recién allí, comenzar a esperar a una ambulancia.
“No hay mal que dure cien años”, dice el refrán, pero en este caso, la excepción a la regla popular viene para largo. Si las disputas que trajo la ampliación a un modelo de autopista, los murallones, los conflictos con municipios y el cambio a autovía parecen demasiado para referirse a un sólo camino, repasar el archivo demuestra que el proceso viene de mucho antes… ¡y sigue!
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