Historia de la Capilla de la Sagrada Familia, de Cipolletti, la única de su tiempo que sigue en pie

La capilla del centro de la ciudad fue construida luego de la llegada del padre Brentana a la localidad, en 1914. Una investigación de la Máster y Doctora en Historia Regional y Local, Liliana Fedeli, recupera sus orígenes y ofrece detalles de su construcción y sus diversos usos.

A comienzos de los años 80, la capilla del centro de Cipolletti era nuestro patio cubierto en días de lluvia. Los alumnos del Instituto Nuestra Señora de Fátima nos refugiábamos allí durante las mañanas de invierno que teníamos clases de gimnasia. También allí estaba el viejo piano marrón para las clases de música. Y los actos escolares, por supuesto. Por aquellos años, «el Fátima» no era lo que es hoy y la capilla de la esquina, tampoco.


Cada cual tiene sus recuerdos de las cosas y los lugares y estos son los míos, allí parado, siendo palmera en algún acto de jardín de infantes, o vestido de gaucho en otro acto escolar. Saltos en cajón que buscaba evitar por todos los medios y el día en que nos reunieron a todos para conocer la novedad del momento: una Commodore 64.
La capilla había funcionado como espacio escolar desde comienzos de los 60, primero como sala de jardín de infantes y luego para actividades de música, gimnasia y los actos hasta 1986, cuando comenzaron las refacciones para devolverla a sus funciones estrictamente litúrgicas.
La historia de la capilla comienza mucho antes, con la llegada del padre José María Brentana, en 1914, al pueblo que aún se llamaba Colonia Lucinda y que por entonces contaba con no más de 700 habitantes. El primer lugar destinado al culto católico fue una pequeña habitación ubicada en la actual calle Villegas, al lado de la librería Fernández, tal como indica el trabajo de investigación llevado a cabo por la profesora, Máster y Doctora en Historia Regional y Local, Liliana Graciela Fedeli.
Pronto, una comisión protemplo organizada y presidida por Doña González Larrosa de Fernández Oro se puso manos a la obra para recaudar fondos para la construcción de una iglesia para la localidad. Organizaron veladas teatrales con obras como “La casa abandonada” y “Capricho de mujer”, entre otras. También se sucedían bailes en la Asociación Española y en el Hotel Central. Otra recordada actividad fue la rifa del 9 de julio de 1926 en el Hotel Argentino, cuyo primer premio fue automóvil Ford; el segundo, un camión Whit; y el tercero, herramientas destinadas a la fruticultura.

Capilla de Sagrada Familia. (Foto: Flor Salto)


Tal como lo indica la investigadora en su valioso trabajo, el lugar original destinado a la capilla no era el actual, sino uno ubicado en la esquina de las actuales Yrigoyen y Miguel Muñoz. Como era demasiado chico decidieron venderlo para recaudar fondos y buscar un nuevo lugar. El señor José de Laza donó la manzana donde finalmente se construiría la capilla, en lo que luego sería la esquina de Yrigoyen y Sarmiento.
La obra fue realizada por Jacinto del Ben con planos del ingeniero Bence, quien supervisaba los trabajos desde Buenos Aires. También colaboró enviando una cuadrilla de obreros para la construcción de la bóveda y la parte posterior del coro de una pequeña loza elevada.
El Padre Brentana frecuentaba la obra y visitaba a los obreros, quienes decidieron donar la mano de obra para la cruz embutida y detallada bajo relieve en la pared del coro. Es que el presupuesto no alcanzaba para tal obra, pero los trabajadores, en agradecimiento al trato dado por el padre Brentana y su amabilidad, fue que decidieron hacer el trabajo en su honor.
El primer matrimonio con misa de esponsales realizado por el padre Brentana en la flamante capilla fue el de Antonio Turrín y María Manara, el 28 de junio de 1931, según consta en el libro de actas matrimoniales del archivo parroquial.
En 1961, la capilla pasó a ser utilizada como espacio escolar por el Instituto Nuestra Señora de Fátima y sólo ocasionalmente se usó para fines litúrgicos dado que la iglesia grande aún no estaba terminada. En 1980, por iniciativa de Monseñor Elorrieta, la municipalidad colaboró en la restauración parcial de los techos de zinc y paredes externas de la capilla y su torre, la iluminación exterior y la hornacina de su frente para la imagen de la virgen misionera de Río Negro.
En 1986 la capilla dejó de ser utilizada por la escuela para nuevas refacciones en su interior con el fin de volver a ser utilizada de nuevo para el culto religioso. En 1987, entre junio y septiembre, soldados de la Brigada de Infantería de Montaña de Neuquén realizaron tareas de pintura e instalación de calefacción. El Jueves Santo de 1989 se colocó la alfombra del presbítero y se inaugura la nueva iluminación interna de la capilla, que vuelve a albergar misas diarias, bautismos, casamientos y funerales.
En 1998, volvió a cerrarse temporariamente por refacciones en su arquitectura y pintura. Desde entonces hasta la actualidad la capilla tiene actividad diaria. De todas las capillas antiguas del Alto Valle no quedó ninguna en pie, excepto la de la Sagrada Familia, declarada Monumento Histórico.


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