Antigua Bodega Patagónica: pasado y presente de un establecimiento emblema de la vitivinicultura de Río Negro
La Antigua Bodega Patagónica (ex bodega de la familia Glanz) ubicada en Cervantes teje un nuevo destino de la mano de Carlos Banacloy y su familia. Un recorrido por el pasado y el presente de este establecimiento que volvió a producir vinos de calidad.
La vitivinicultura rionegrina tiene infinitas historias para contar. Muchas de ellas dramáticas, que hablan de pérdidas, de esfuerzos que se fueron por la borda, de desaliento, de proyectos truncos. Pero otras tantas que cuentan una historia de recuperación, de puesta en valor, de ideas que van por buen camino y que hoy viéndolas a la distancia muestran que valieron la pena.
Historias de bodegas que tuvieron un punto final y cuando parecía que todo estaba perdido la realidad indica que no era tan así, que había un mañana, un futuro, una mano dispuesta a querer cambiarlo todo.
La Antigua Bodega Patagónica es una de ellas. Y parte de la historia de esta bodega hoy recuperada la cuenta Carlos Banacloy, artífice junto a su familia de un cambio de rumbo en un establecimiento que fue emblema de la vitivinicultura local: la bodega de Glanz.
Diario RÍO NEGRO disfrutó de una hora de recorrido por el establecimiento bodeguero mencionado junto al mentor de su recuperación, donde se pudo apreciar el tesón de una familia para cambiar una realidad que parecía cosa juzgada. Ya antes de entrar al lugar el productor comenzó a desandar esta historia. Vivámosla juntos.
“Carlos Soria arma el paseo de Antigua Colonia Rusa y pone todos los carteles como un circuito histórico cultural de Roca. Años después, Claudia Montanaro -en ese entonces intendenta de Cervantes- arma su propio circuito y quedan carteles amarillos mirando para el lado de Cervantes y carteles azules hacia el lado de Roca”, cuenta Banacloy mientras muestra la doble cartelería ubicada a la vera de la calle Sargento Cabral.
Un viejo almacén de ramos generales que perteneció a la familia Glanz, ubicado en el predio donde está la bodega y que forma parte del patrimonio histórico, es la segunda imagen que aparece a la vista. Con ese almacén y el esfuerzo familiar se levantó la bodega que fue un ícono de la vitivinicultura regional durante décadas.
“Río Negro perdió 220 bodegas y la Argentina más de 1.000 en una época en que los vinos dejaron de ser el principal hábito de consumo de la población. Argentina llegó a tener un consumo de 90 litros per cápita por año. En ese boom de consumo se desarrollaron todos estos proyectos , donde Río Negro fue pionera en la Patagonia”.
Carlos Banacloy, Antigua Bodega Patagónica.
El paso siguiente es hacia el interior de una gran mole de cemento que domina el paisaje. “Esta bodega estuvo cerrada 25 años, uno de los galpones está original y no lo hemos tocado aún. Cuando llegamos a la bodega hace 10 años todo estaba así, la bodega completa estaba así”, dice Banacloy frente a un espacio en ruinas, crudo testimonio de la debacle productiva de antaño.
¿Qué pasó con esta bodega Carlos?, consultamos. “Río Negro perdió 220 bodegas y la Argentina más de 1.000 en una época en que los vinos dejaron de ser el principal hábito de consumo de la población. Argentina llegó a tener un consumo de 90 litros per cápita por año. En ese boom de consumo se desarrollaron todos estos proyectos , donde Río Negro fue pionera en la Patagonia”.
Pero luego ocurrió la declinación. Empezó a bajar el volumen de consumo que pasó de 75 a 55 litros per cápita por año, luego a 35 y actualmente está en 24, un gran golpe para bodegas que estaban acostumbradas a elaborar volumen sin poner el foco en la calidad del producto.
Así lo explica Banacloy: “Lo único que se tomaba era vino tinto, clarete y blanco, mayoritariamente blanco. Y ese achique violento de consumo hizo que estas bodegas que tenían una lógica de hacer volumen, granel, no pudieron hacer el cambio. Algunas sí, como Establecimiento Humberto Canale, o la bodega de Antonio Pirri, Tronelli, esas se pudieron adaptar y el resto no”.
Deudas en dólares y devaluación, un combo explosivo
En esos años había muchas bodegas que estaban endeudadas en dólares, hubo dos devaluaciones y “se encontraron con que debían más que lo que tenían de patrimonio”.
El recorrido continúa por distintos espacios ya recuperados de la bodega y la historia se nutre de pequeños detalles. “Cuando yo entré acá la bodega estaba intacta, los escritorios, los papeles, los remitos, las llaves, dejaron todo y no vinieron nunca más”, cuenta su propietario actual.
“Al día de hoy ocupamos tres galpones. En uno de ellos están los tanques de fermentación, cada uno de ellos cumpliendo una función distinta por su forma de confección, hay de 5.500 y 10.000 litros”, explica Banacloy.
Mientras va de un tanque de acero a otro, comenta cuál es la función de cada uno: “Esto que vos ves acá es una chaquetilla y toda esta superficie es la que se enfría. Este otro tiene una galería y lo que hace es que tiene fuerte enfriamiento en el piso del tanque y este otro enfría principalmente el sombrero de fermentación. Acá es dónde separás el juego del hollejo y el corazón de la fermentación es el que mayor temperatura levanta, sobre todo los tintos, porque es donde trabaja la levadura”.
Al fondo del salón aparece otro eslabón de la cadena: la línea de fraccionamiento. Dice Banacloy: “Hoy tenemos una línea de fraccionamiento que hace un llenado automático, se pone la botella por un lado y por el otro sale la botella llena. Nosotros no etiquetamos de manera directa porque todos los vinos tienen guarda”.
Esto significa que luego del fraccionamiento las botellas con el vino se guardan en un espacio especialmente acondicionado para tal fin y después de 2 años o 3 años salen al mercado. “Así los vinos se redondean, se ponen más amigables”, explica el productor vitivinícola.
En el interior de una antigua pileta
Próxima estación, directo al interior de una antigua pileta de fermentación de la bodega, hoy devenida en un espacio para almacenar barricas de roble cómodamente ordenadas.
Sobre un costado descansan las prensas originales de la bodega de Glanz, completamente funcionales y restauradas a su condición original, pero que hoy solo cumplen un rol patrimonial, un testimonio de cómo se hacía el vino antes.
En ese entorno hay un detalle que sobresale. Hay paredes de un espesor considerable que rondan el metro de ancho, que cumplen la función de aislar térmicamente el espacio para que no haya mucha variación de temperatura.
“Aquel galpón se hizo en 1957 y este otro en 1963… y los mirás y están intactos”, dice Banacloy frente a las paredes que resisten el paso del tiempo de una manera estoica.
El espacio es inmenso. “En estas dos piletas tenían un volumen de vinos de unos 500 mil litros, similar a lo que elaboran tres o cuatro bodegas en la actualidad”, comenta el propietario del lugar.
El ingreso a lo que fue la oficina original de la familia Glanz es un punto aparte para Banacloy, se transforma, quiere mostrar todo lo que guarda y recuperó. “Se me eriza la piel”, dice mientras expone certificados de cuando las familias de la región se compraban y vendían caballos, algunos documentos con más de 100 años de antigüedad.
Nielsen, Verdecchia, Pirri, Tronelli, todas las familias bodegueras históricas que se vendían entre ellas los caballos para trabajar la tierra están documentadas en ese espacio. Aparece por ahí una transacción realizada en 1917, con apellidos tradicionales de la zona como Huergo y Canale.
Los datos de la historia continúan. “Ya hace 10 años que tenemos la bodega habilitada, 2 años antes empezamos con la limpieza del lugar”, comenta Banacloy.
Sobre un antiguo escritorio reposan botellas de vino elaboradas por la familia. “Ésta es la evolución de esta otra botella”, cuenta con entusiasmo el productor, mientras emparda dos ejemplares de la marca UN con distinta etiqueta.
Los productos que elabora la Antigua Bodega Patagónica
“Este año sale la primera añada de Gran Reserva al mercado que está guardada hace 5 años”, aporta sobre una novedad productiva de la firma.
En algún momento no muy lejano, la actividad vitivinícola tuvo serios inconvenientes para conseguir insumos para la elaboración y el envasado. ¿Cómo está hoy ese tema? “Está complicado, hay insumos pero lo importado cuesta un poco más, corchos, cápsulas, algunos papeles de las etiquetas.
Los recuerdos fluyen y enriquecen la charla: “A Antonio Pirri lo conocí hace 15 años y lo fui a ver como Director de Vitivinicultura. Me dijo: Hijo, acordate que se van a arrepentir de haber vendido y erradicado las uvas blancas, en vitivinicultura todo vuelve, son modas, tenía razón, hoy vale menos un Malbec que una uva blanca”.
“El gran desafío que tenemos es hacer un viñedo acá”, dice mientras muestra un predio con olivillos que años atrás era el baldío de la bodega.
Próxima estación, un espacio ambientado para las visitas. “Este espacio gastronómico que llamamos el Mesón del Bodeguero lo inauguramos hace poco, la idea es que puedas venir a comer algo y tomes los vinos de la bodega, está conceptualmente armado para acompañar a la bodega”, explica Banacloy.
“Es el paso que está dando la actividad hoy, pasar de lo productivo a lo turístico, porque estábamos lejos de esa mirada. Hay que entender que todos los esquemas de las bodegas son con cabeza de productores, en cambio en Mendoza ya nacen como proyecto turístico, en Neuquén pasa lo mismo”, amplía la idea.
«Por primera vez en la historia, la provincia vuelve a revertir la curva y este año se plantaron 100 ha nuevas de viñedos».
Carlos Banacloy, Antigua Bodega Patagónica.
Como corolario de la visita, Banacloy sumó una nueva cuota de optimismo para la actividad: “Hoy en Río Negro hay una gran cantidad de nuevos inversores vitivinícolas… ¿Y qué sucede? No alcanza la uva, no alcanza el vino. Por primera vez en la historia, la provincia vuelve a revertir la curva y este año se plantaron 100 ha nuevas de viñedos, es un montón, y lo importante es que se hizo de manera natural, no incentivando a regalar viñedos sino porque la demanda está insatisfecha”.
Las sensaciones que dejó el camino recorrido hasta llegar a lo que es hoy la bodega
“Nosotros no venimos de una familia viñatera, mi papá y mi abuelo tenían chacra de peras y manzanas, y uno de mis mentores en este tema fue Juan Garabito (ex Bodega Humberto Canale, hoy en la función pública municipal en Roca)”, dice Banacloy sobre sus comienzos.
“Empezamos a hacer vinos en Bodega Estepa, después compré una chacra y hacíamos vinos en Chacras del Sol frente a la caminera de Roca, ahí estuvimos tres años”, continúa el productor.
“Yo siempre veo que falta de todo, pero si miro hacia atrás y veo cuando entré acá por primera vez la verdad que hemos hecho un montón”.
Carlos Banacloy, Antigua Bodega Patagónica.
La llegada a la bodega fue casi por casualidad, por obstinado y curioso: “Después salí a buscar bodegas viejas cerradas, me interesaba recuperar una bodega vieja. Vine a ver la que está acá al lado, que era de Kaspin… para mi era suficiente y estaba hermosa, pero cuando entré me dijeron: Bueno pibe, pero esto barato no es… y ya me asusté”.
“Cuando me iba vi acá en la entrada un cartel que decía Cooperativa Permás y entré a consultar, esto era una tapera. Me pasaron el dato y hablé con la gente que la tenía e hicimos un contrato de alquiler con opción a compra. Pagué el alquiler durante 6 o 7 años con mejoras que íbamos realizando hasta que decidimos ejecutar la opción a compra”, cuenta sobre la llegada a la bodega.
A la hora del balance dice: “Yo siempre veo que falta de todo, pero si miro hacia atrás y veo cuando entré acá por primera vez la verdad que hemos hecho un montón”.
El recorrido periodístico llega a su fin, pero la historia de la Antigua Bodega Patagónica recién comenzó a escribirse.
Comentarios