El templo de las dos torres que hermosea Beltrán hace 82 años

Lo imaginó un sacerdote arquitecto y hoy es emblema de la presencia salesiana en el Valle Medio. Su imponente estructura y la bodega contigua lo hicieron reconocido en la zona. ¡Imperdibles las fotos históricas!  

De pie en el ingreso a la localidad de Luis Beltrán, dejando atrás la Ruta N° 250 viniendo desde Choele Choel, la iglesia “Sagrado Corazón de Jesús” se mantiene viva frente a la Ruta provincial N° 7, en pleno Valle Medio. Dos palmeras exóticas custodian sus escalones de acceso, frente al camino hoy pavimentado, que supo ser de tierra apenas apisonada, con cerco de alambre y postes, a ambos lados, como en las chacras.

Inaugurada el 30 noviembre de 1941, las fotos históricas la muestran en sus comienzos sin las dos torres que hoy ostenta apuntando al cielo, una con campanario incluido. Es que el proceso de construcción no fue rápido y mucho menos sencillo.

“Tras la creación del centro misionero y escuela agrícola [1901] en la “Isla Grande” de Choele Choel, donde luego surgió el pueblo de Luis Beltrán, el padre Domingo Anselmo colaboró con las obras de construcción del templo hasta 1925, año en que [su colega Pedro Juan] Aceto se hizo cargo de los trabajos, siendo autor del proyecto y ejecución del Colegio y Templo Sagrado Corazón de Jesús”, reconstruyó Liliana Lolich, investigadora del CONICET, desde Bariloche.

“Los relatos de la época dan cuenta del esfuerzo que significó ocupar un territorio tan hostil. Según [Antonio Alberto] Dumrauf, autor del libro “Pertenecen al Señor”, del Archivo Salesiano, estos sacerdotes llegados al lugar “paulatinamente fueron plantando vides y árboles y los pastizales fueron reemplazando a las malezas. Los arenales se domesticaban con los tamariscos que Aceto trasplantaba, trayéndolos sobre sus robustas espaldas desde 10 kilómetros de distancia”, agregó Lolich en el trabajo que integró su tesis doctoral “Arquitectura de influencia europea en la Patagonia. 1879-1955”.

Llegado en 1899 a la zona, Anselmo es recordado como quien se encargó de juntar las donaciones para levantar el imponente templo. Contó el vecino Nicolás “Casito” Costanzo, autor del libro “Obras son amores”, que el cura le encomendaba a su familia el envío, a bordo del tren, de cajones con fruta seleccionada, higos disecados, castañas y orejones, a modo de obsequio, destinados a conocidos y referentes en Buenos Aires. Anselmo dejaba pasar unos días y luego viajaba él mismo a la Capital, para recolectar las donaciones que había podido conseguir con esa estrategia. Una placa en el ingreso a la iglesia exhibe la lista de nombres de quienes aportaron para hacer todo realidad.

Como mencionan varios investigadores, la presencia de los salesianos en la “Isla Grande” y en el territorio se remonta aún años antes, cuando acompañaron a los Expedicionarios de la Campaña al Desierto, en 1879. En su rol de misioneros, buscaban establecerse entre los colonos convocados a fundar pueblos en las tierras despojadas y también evangelizaron a los indígenas que perduraron.

Cabe recordar que por esos años, el avance militar era considerado “necesario” para el resto de la sociedad, en las provincias centrales, por eso contó con el apoyo de distintos sectores, como el religioso. Pero como la historia no es lineal, con el tiempo, lejos de la condena que hoy recibe el accionar del presidente Roca, la labor de los salesianos se diferenció y fue reconocida ampliamente, por su aporte a la educación en la región y el sostenimiento de los niños y jóvenes más desprotegidos. La mayoría de los obispos que pasaron a cargo de la diócesis de Viedma, creada finalmente en 1934 y de la que depende Beltrán, fueron de esa misma congregación católica, impulsada por Don Bosco.

En ese contexto, se fue levantando la iglesia y centro educativo que perduran activos hasta hoy, bajo la denominación del “Sagrado Corazón de Jesús”. La formación allí incluye los niveles inicial, primario y secundario por los mismos pasillos y galerías que ilustraron las fotos hace 82 años. “El señor José Mazón fue su constructor, conjuntamente con sus hijos, que colaboraban en las tareas diarias”, afirmó Costanzo.

Según el estudio de Lolich, desde el CONICET, “la iglesia posee planta basilical y está formada por una nave central de mayor altura rematada en ábside (la parte posterior del altar mayor, más alta) y dos naves laterales, más bajas. Presenta una fachada en estilo neorrenacentista italiano con frontón triangular central y dos torres laterales”. Allí se lee «D.O.M», abreviatura de «Deo Optimo Maximo» (A Dios, el Mejor y más Grande).

Revocada y pintada por delante, con ladrillos a la vista en los costados, se la sostuvo con una estructura de hierro (Costanzo afirmó que fue con rieles del ferrocarril), mampostería de ladrillo cerámico y techo a dos aguas. Todo fue restaurado y vuelto a inaugurar en 2001, de nuevo con donaciones y esta vez, con el apoyo técnico de la Universidad Nacional del Comahue. La labor implicó detalles rigurosos, como el de encontrar arena similar a la usada en el revoque, por ejemplo, localizada en una cantera en Cervantes y que en su momento trajeron hasta Beltrán, cargada en el tren.

Foto: Liliana Lolich, tesis doctoral “Arquitectura de influencia europea en la Patagonia. 1879-1955”.

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1935 | Construcción_Iglesia Sagrado Corazón de Jesús – Foto: Museo Choele Choel.

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Foto: Museo Choele Choel.

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Vinos Patagonia


El broche, como recuerdo de otra época, lo completa el vestigio de la bodega contigua, construída en 1923. Allí el padre Aceto, también enólogo, promovió la producción del vino conocido bajo la marca “Patagonia”. Al respecto, Federico Witkowski, a cargo de la página en Facebook “Afiches de bordalesas de vino de la Patagonia Norte”, explicó en 2021 que este espacio se instaló en las chacras 1 y 8 del Lote V, solicitadas a la Dirección de Tierras de la Nación en 1904. Después del desmonte y primeros cultivos, el Archivo Salesiano indicó que recién en 1919 quedó asentada la producción de vino.

También de estilo italianizante, la bodega fue quedando a cargo de los distintos párrocos que llegaron, coordinadas por laicos que aportaron su fuerza.

“Alcanzó una capacidad total de 370.000 litros (…) y el viñedo, prolijamente trabajado, cubrió una superficie de 12 hectáreas”,

concluyó Witkowski.

Estuvo acompañada por la carrera de Bachiller en Enología, entre 1966 y 1980. En 1982, el establecimiento solicitó su baja ante el Instituto Nacional de Vitivinicultura.

Foto: Facebook “Afiches de bordalesas de vino de la Patagonia Norte”.

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Foto: Facebook Instituto Sagrado Corazón de Jesús.

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Foto: Facebook Instituto Sagrado Corazón de Jesús.

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