De dónde viene la costumbre de regalar o comer huevos en la Pascua

Los orígenes de una costumbre antiquísima, con raíces en la religión pero también en creencias paganas, como aquella que sostenía que “si una gallina ponía un huevo en Viernes Santo y se conservaba ese huevo durante cien años, se convertiría en diamante”.

Luis Melnik en su ameno “Diccionario Insólito” escribe que “el huevo como símbolo de la fertilidad y la renovación de la vida se remonta al mundo antiguo, así como la práctica de pintarlos durante los festivales de primavera, en el Hemisferio Norte. La costumbre de comer o regalar huevos durante Pascua quizá se remonte a la vieja costumbre de los campesinos de regalarlos al señor feudal”.

Si bien el huevo de Pascua no aparece como un símbolo dentro de la costumbre judía “se utiliza un huevo decorado dentro del plato (Keará) que se prepara durante el Séder de Pésaj, como una representación de la continuidad del ciclo de la vida. También se le otorga el significado del endurecimiento del corazón del faraón Ramsés II, que no permitía la salida del pueblo hebreo de Egipto, pero el huevo de Pascua, como tal, no tiene un significado propiamente judío”.

“El hecho de asociar el huevo con la fertilidad y por coincidir la Pascua con la estación primaveral, estación fértil por naturaleza, hace que haya quedado establecido en toda Europa”.

Debemos recordar que el pueblo judío juntamente con la Pascua y la Festividad de las Matzot (panes ázimos) celebra la Festividad de la Primavera porque el mes de Nisán es el mes de la renovación de la naturaleza y la floración de los árboles, señalando la llegada de la primavera. Y como la Pascua Judía se celebra en el mes de Nisán, se llama también la Festividad de la Primavera.

Y también porque el pueblo de Israel dejó al salir de Egipto el estado de esclavitud pasando a un estado de libertad, se la denomina la Festividad de la Libertad.

El término Pascua (Pésaj) deriva primeramente de la expresión hebrea “tributo, ofrenda” tomada seguramente de los pueblos cananeos en las festividades de la fertilidad. Pero también significa “pasar de largo” porque se rememora la salida de Egipto y el momento especial cuando el Ángel Exterminador mata a todos los primogénitos egipcios pero “pasa de largo” por las casas de los hijos de Israel que tenían pintados los dinteles de sus puertas con la sangre del cordero sacrificado.

“Para los cristianos la fecha de la Pascua coincide con la muerte y crucifixión de Cristo y fue establecida por el Concilio de Nicea del año 325 y se celebra el domingo después de la luna llena que sigue al primer equinoccio (cuando los días son iguales a las noches) y que cae siempre entre el 21 de Marzo y el 26 de Abril, pudiendo variar hasta 36 días su ubicación en el calendario. Los equinoccios ocurren dos veces por año: 21 ó 22 de marzo, y 21 ó 22 de septiembre. En ese momento los dos polos de la tierra se encuentran a idéntica distancia del sol, por lo cual la luz solar cae por igual en ambos hemisferios”.

Volviendo a la tradición de los huevos de Pascua antiguamente se creía que “si una gallina ponía un huevo en Viernes Santo y se conservaba ese huevo durante cien años, se convertiría en diamante”.

Para San Agustín, Obispo de Hipona y Doctor de la Iglesia “el huevo representaba la Resurrección y la inmortalidad de Cristo, así como la salvación del alma. Para él, partir un huevo de Pascua simbolizaba el momento en el que la enorme piedra que cubría el sepulcro se retiraba milagrosamente para que Jesucristo emergiera victorioso sobre la muerte”.

Otra versión indica que “a finales del siglo XVIII, la Iglesia Católica prohibió a los fieles comer huevos durante la Cuaresma pues los consideraba un alimento equivalente a la carne. Debido a esto, la gente comenzó a conservarlos, y empezaron a cocerlos y pintarlos para diferenciarlos de los frescos y consumirlos finalmente el día de la Pascua. Así fue como se cree que esta costumbre fue introducida en el oeste del continente europeo, hasta que más tarde la tradición llegó a América con los misioneros”.

Hoy, para cerrar esta breve nota, podemos decir al ver la gran oferta de huevos de Pascua de chocolate, como la letra de la vieja canción: “Con la carestía, de este mundo nuevo, no sabés Colón, lo que cuesta un huevo”.


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