Challacó: el paraje que tuvo de todo y que dejaron en el olvido
Dividido a ambos lados de la Ruta 22, yendo para Cutral Co y Plaza Huincul, guarda en sus ruinas el registro de lo que fue la Facultad de Ingeniería, el tren y la extracción de petróleo. Hoy sólo vive gracias a sus crianceros y la escuela rural.
Una galería en Facebook transmite el deleite de su autor ante los atardeceres de este pueblo, obra de arte natural, en tonos naranjas y amarillos, apenas opacada por el gris de las nubes. El contraste con las ramas de los árboles secos completan la escena desolada, la idea de “pueblo fantasma” que tanto atrapa, por el sólo hecho de pensar en todo lo que fue y lo que ya no es. Challacó y su proceso, similar a otros casos en la provincia. Recordada por ser sede para el semillero de la Universidad del Neuquén, paso previo a la Universidad del Comahue, en Challacó funcionó un internado para los estudiantes que estrenaron la carrera de Ingeniería. Fue en marzo de 1965 cuando llegó el contingente de los primeros 40. Llegaron a ser 90, sumando a los “externos” que luego arribaron.
“Hoy Cutral Có y Plaza Huincul recibirán una mínima compensación por el tesón y sacrificio de sus pioneros. Aquí comenzará a funcionar la primera Facultad de Ingeniería del sudoeste patagónico, con albergue, pensión y estudio absolutamente gratuitos para todos los alumnos. Será una Facultad para los pobres, plenos de posibilidades intelectuales pero materialmente imposibilitados de obtener las ventajas de una educación que los podría liberar de la iniquidad”, decía el gobernador Felipe Sapag en el discurso del 21 de abril de 1965, que guarda el sitio “Neuquén, el desafío”, como el título del libro publicado por el fundador del MPN.
Conocido como “olla de agua” por los pueblos originarios, ubicado a 86 km de Neuquén capital por la Ruta 22, Challacó comenzó a ser testigo de la actividad hidrocarburífera mucho antes de la Facultad. En ese tramo de vías descargaron del tren las maquinarias y caños que sirvieron para lo que sería el descubrimiento del Pozo 1 de Plaza Huincul, distante a 20 kilómetros, confirmaron las docentes Nidia Aranda y Raquel Bobadilla, del Archivo Histórico Cutral Co. Corría el año 1918.
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Si bien antiguos vecinos recuerdan la concesión de la empresa ESSO y la labor de Leopoldo Sol (1923), recién en la década del ‘40 remontó el movimiento con YPF, cuando se dio el primer gran resultado de la exploración después de aquel lejano comienzo. “El área [Challacó] se convertiría en la cabecera del desarrollo de la Cuenca Neuquina. Este bloque permitió la apertura al país del crudo” provincial, calificó un informe de RÍO NEGRO, publicado en 2018. Justamente en ese “campamento”, devenido en pueblo, se cedió un espacio para las instalaciones académicas.
Pese a las palabras de Sapag y a la importante inversión, en 1973, la sede de Ingeniería, aprobada ya la nacionalización, se trasladó a la Confluencia convertida en parte de la UNCo. En Challacó quedaron los cinco edificios, que servían para alojamiento, aula magna, salón de conferencias, comedor, cocina, biblioteca, aulas y laboratorios, hoy desmantelados por el vandalismo y el abandono. Si bien un grupo de estudiantes argumentaba “aislamiento social”, los que debían viajar hasta Neuquén capital también sufrieron el traslado, por lo que se gestionó la sede de la Universidad Tecnológica Nacional en Plaza Huincul. Mientras tanto, Challacó se quedaba sin una llave que activaba el movimiento poblacional. La privatización del tren y de YPF derivó en que hubiera menos gente aún, por la falta de trabajo.
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Allí se habían ilusionado con un futuro más de 3000 personas, que tenían cine, comedor, enfermería y varias canchas para practicar deportes, según publicó el licenciado Ricardo Koon. Su club de fútbol participó en la Liga regional y entre los hechos noticiosos que la tuvieron como escenario quedó en la memoria el lanzamiento de un cohete experimental para estudios meteorológicos (1968), la fábrica de ladrillos, la cárcel con salidas laborales y el temporal del 11 de marzo de 1975, que ocasionó varios muertos y graves pérdidas materiales.
Hoy queda el bastión ferroviario de la Estación, con su nombre marcando presencia, como en tantos puntos del interior argentino. También quedan algunos puesteros dedicados a la cría de animales, actividad que precedió a todas las demás y que aún resiste, a pesar de la sequía. Y la histórica Escuela, la N° 176, distrito Plaza Huincul, creada el 2 de marzo de 1987. El decreto 2227 del gobierno provincial tomó en cuenta la “gran cantidad de niños en edad escolar que allí vivían”, para justificar la obra. Hoy le dan vida 10 estudiantes, maestros y auxiliares. Como en otros parajes, sus padres no se imaginan viviendo en otro lado. Pero lo cierto es que jóvenes o ancianos, merecen mucho más que el éxodo o la sentencia al olvido.
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