Angela Danil de Namor, una vida entre la química, el amor y Messi
Nacida en Bahia Blanca, casada con un roquense, fue la primera profesora mujer de Química en la universidad de Surrey, Inglaterra, tiene cinco doctorados y le escribió un poema a Messi.
¿Por dónde empezar? ¿A los 14 años, cuando Angela Danil vio por primera vez a Melhem Salim Salomón Namor, el que luego sería su marido para toda la vida? ¿O a los 17, cuando contra la voluntad pero con el permiso paterno, se casó con él? ¿A los 18, cuando ya madre se decidió a estudiar Química en la Universidad del Sur, en Bahía Blanca, para entender las charlas que tenía su marido con sus colegas? ¿O en el 70, cuando, ya con dos hijos pequeños, lo siguió hasta Inglaterra porque él recibió una beca del British Council para obtener una maestría en Ingeniería de Alimentos en la Universidad de Reading? ¿O después, cuando ella misma logró una beca Surrey, y obtuvo un doctorado en 1973 por su trabajo en el campo del intercambio iónico?
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La vida de Angela Danil de Namor está hilada por la química. «Todo es química», dice ella, coqueta, con unos aros que le llegan hasta los hombros y las manos repletas de anillos. Lo dice ahora, en una visita a Roca, el lugar en el que nació su marido y al que la atan muchos recuerdos.
“Todo es química” es una frase que piensa siempre. En lo formal, la química la trajo hasta acá, con cinco doctorados, el honor de ser la primera mujer profesora de química en la Universidad de Surrey, y una de las 1000 mujeres más influyentes y creativas del siglo XXI, citada en ‘Quién es quién en ciencia e ingeniería’. En lo informal e intangible, la química forma parte de su historia desde aquellos días de su adolescencia cuando vio al que sería su marido por primera vez.
El que fue su marido, “Meli” Namor falleció el año pasado, un día antes de cumplir 90 años. Namor hizo un valioso aporte a la fruticultura del Valle, no sólo con su tesis sobre Deshidrocongelación de Manzanas, sino antes, con la creación de la planta piloto de Ingeniería Química -hoy Plapiqui- y sus investigaciones sobre la industrialización de la producción de frutas.
A Angela le falta esa presencia cotidiana. “Tuvimos una vida juntos muy linda. Por eso me cuesta tanto su ausencia ahora”, dice. Y cuenta que el año pasado, cuando el duque de Kent le entregó el Doctorado en Ciencias (DSc) de la Universidad de Surrey por sus contribuciones al campo de la Termodinámica de la Química Supramolecular con reconocimiento internacional probado, no terminó de disfrutar esa condecoración porque su marido no pudo acompañarla, aunque oyó la ceremonia desde su cama de enfermo. A Angela se le llenan los ojos de lágrimas.
Recuerda los días en los que estudiante secundaria ella, universitario él, Meli la acompañaba hasta el colegio secundario. “Yo le había dicho a mi madre: Me parece que Meli es la persona correcta para mí. Y ella se espantó. “Mirá que vas a saber que es la persona correcta para vos. Vas a armar un lío con tu padre y te vas a armar un lío para vos”. Cuando mi papá se enteró lo que yo pensaba no le habló por tres años a Meli. Entonces, él me esperaba a las 7 de la mañana en la calle y me acompañaba hasta el Colegio Nacional. Hacíamos siempre el mismo caminito. Por eso, en el funeral, la última canción fue Caminito”, se emociona Angela.
“Cuando cumplí los 17 años, él fue a ver a mi padre, de origen libanés como él, y le dijo que queríamos casarnos. Y como yo le prometí que iba a estudiar, mi padre tranzó. Después lo quiso mucho a él.Mi esposo era muy carismático y me apoyó muchísimo durante toda la carrera”, dice.
Aunque se casó joven y tuvo hijos temprano, nunca se le pasó por la cabeza no estudiar. “ Mi padre era muy ambicioso conmigo. Quería que tuviera una carrera. En esa época, no era común que una mujer con un hijo, y luego con otro durante la carrera, se reciba. Pero yo me quedaba hasta las tres o cuatro de la mañana estudiando, y alimentaba a mis hijos. Fueron sacrificios enormes”.
De Bahía a Surrey, de las Malvinas a Messi
-¿Por qué estudió Química?
-Al principio, yo me encontraba con el grupo de él, y hablaban de química y yo pensaba, no entiendo nada, no puede ser. Tengo que empezar a hacer dos o tres materias de química para entender. Había oposición familiar, querían que estudiara otra cosa, pero mi esposo me apoyó en que estudie Química. Nuestra vida fue muy linda, por eso ahora siento un vacío increíble. Fuimos muy compañeros.
Cuando su marido obtuvo la beca en Inglaterra, ella estaba preparando su doctorado. “Al principio no estaba muy entusiasmada con la idea de irme al extranjero. Después de unos meses, me ofrecieron una beca para continuar con los estudios de doctorado en Surrey. Nunca pensé que iba a llegar hasta acá, pero trabajé mucho. Pasé muchas horas en la Universidad. Y fue muy importante ser estratégica”.
-¿Había más mujeres en aquel momento estudiando Química en Surrey?
-Cuando llegué por primera vez a Surrey, solo había dos mujeres con pos grados y dos académicas en química. Pero la década de 1970 trajo el Movimiento de Liberación de la Mujer al Reino Unido y las cosas cambiaron lentamente.
-¿Y en lo personal? ¿Qué fue cambiando desde aquel estudiar química para mantener una conversación atener cinco doctorados?
-Soy muy apasionada. Desde chica, con todo lo que hago. Es tanta la influencia paterna que tuve…. Mi padre me inculcó la importancia de la educación. Y la química me apasionó desde que empecé.
-¿Qué le diría a los jóvenes que sueñan con irse, con hacer carrera en el exterior?
-Estoy de acuerdo con que los chicos hagan doctorados afuera, pero también con que sea una forma de pasar un tiempo allá, y otro acá, que el trabajo que hagan allá tenga un impacto para el país. Es muy importante el país de uno, devolverle algo al país. Porque de todas maneras, a pesar de que me encanta Inglaterra, no hay nada mejor que el país de uno. A mí siempre me alegra volver a la Argentina. Pienso que es un país extraordinario, con muchos problemas, pero un país extraordinario. Aquello me gusta, porque he pasado muchos años allá y le agradezco mucho a Inglaterra porque me ha dado mucho. Pero Argentina es mi país; yo no tengo más pasaporte que el argentino. Me lo ofrecieron y de hecho me preguntaron si no quería el pasaporte británico porque estaba resentida por Malvinas.
-Usted pasó la guerra allá ¿cómo fue?
-Me dolió mucho. Sufrí el hundimiento del Belgrano. Debo decir que ellos se portaron muy bien conmigo. El ambiente universitario es distinto: trataron de acompañarme, de ayudarme. Pero existía ese nacionalismo que inculcaba Margareth Tatcher y a ella le vino muy bien porque se volvió popular. El día que hundieron el Belgrano, recuerdo que vino un técnico a mi oficina y le dije: hoy no quiero ni oír el idioma inglés. Y fue muy respetuoso: me dijo sí, lo entiendo y se fue.
-Usted dice que fue muy importante ser estratégica en la Universidad de Surrey. ¿En qué sentido?
-Lo que hice fue estratégico en el sentido de que tuve que darme cuenta qué era lo importante para progresar. Al principio, lo importante era no involucrarme en asuntos políticos de la Universidad y dedicarme lo más posible a la investigación. Pero llegó el momento en que pude ver que no iban a poder seguir financiando la investigación de las universidades. Es decir que teníamos que buscar medios, conseguir financiación. Ya no era sólo dar clases y hacer investigación. También había que escribir proyectos para obtener financiación. Y pensé que sentada en un escritorio todo el día no lo iba a conseguir. Entonces empecé a relacionarme con otras universidades. Después de las Malvinas no había chances de seguir con las universidades argentinas, así que inicié una relación las universidades de Perú. Establecimos ahí tres maestrías; la primera que se hizo en el sur de Perú, en Arequipa porque quería que los beneficios no sólo los recibieran las universidades de la capital de Perú. Y formamos mucha gente. Después formulé proyectos para la comunidad Europea que tuvieron incidencia aquí mismo. Fue un proyecto sobre el mercurio en el que, como me gusta a mí, hay una gran aplicación social.
-¿Cómo es eso?
-Nosotros tenemos un potencial enorme en la Argentina en los lugares menos privilegiados del país. A veces los científicos somos muy egoístas y pensamos en la investigación nuestra y en publicar en los mejores revistas. Y claro que todo eso es muy importante. Pero también se puede publicar en las mejores revistas y tratar de que eso llegue a la parte social. Entonces, ahora vamos a retomar ese proyecto del mercurio.
-¿En qué consiste?
-Es la especialidad mía en Inglaterra: La química supramolecular, es la interacción de dos o más especies químicas. Y sobre esas bases producimos nuevos materiales para descontaminar. En este caso, para que atraigan el mercurio y lo saquen del agua. Ese proyecto tiene sus patas en Europa, en la Argentina , incluso lo tuvo acá, en Barrio Nuevo de Roca, de la mano de Nélida Rajneri. Justamente ahora estoy tratando de concluir una investigación que tiene que ve con ver los problemas que tiene la Argentina con el mercurio. El mercurio trae problemas de salud enorme. Como ocurre con los herbicidas, porque no hay tratamiento de agua.
-¿Le queda tiempo para algo más que la Química?
-Para Messi. Le hice una poesía a Messi, y mi nieto, que es licenciado en comunicación y arte, hizo el video. Está en Youtube.
-¿Vio el mundial entonces?
-Sí, en el ultimo partido casi tuve un infarto. En los pubs donde estaban mis nietos, los ingleses querían que ganara Argentina, por Messi. Messi estuvo increíble. Yo empecé a verlo porque en un momento, hace algunos años, me cansé de mirar noticieros en Inglaterra, y entonces descubrí a Messi. Y me quedé fascinada. Al principio no entendía mucho, Pero ahora me conozco a los jugadores, sé todo. Como jugador, es lo mejor que hubo en la historia. Como persona, es increíble.
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