La pandemia le quitó a su papá, pero la vida le devolvió la sonrisa: la historia del enfermero de Viedma
Gastón Calfin es enfermero en el Hospital Zatti y le tocó recibir a su papá, enfermo de Covid-19, que murió diez días después. Hugo, su padre, era un querido y reconocido conductor de ambulancias que hasta último momento, a sus 64 años, siguió ejerciendo su profesión.
Gastón Calfín es enfermero de terapia intensiva del hospital Zatti de Viedma y estuvo al frente de la pandemia. El coronavirus le quitó a su papá Hugo, que era chofer de ambulancia en San Antonio Oeste. Pero la vida le devolvió una sonrisa porque dos meses después de esa pérdida, nació Justina.
“No nos esperábamos esto”, comenzó a relatar Gastón, uno de los cuatro hijos del “Tío” Calfín, como lo conocían en el hospital y la comunidad de San Antonio Oeste. Es que su papá nunca se bajó de la pelea contra el coronavirus. Era chofer de la ambulancia, tenía 64 años y a pesar de ser factor de riesgo, decidió seguir trabajando.
“Cuando comenzó la pandemia le dije: “papi el coronavirus es algo desconocido, no hay nada hoy que lo enfrente; y se prende con las personas de factores de riesgo”, fue el aviso de Gastón que hace 16 años es enfermero.
Decidió contar su historia. En cada relato contenía esa congoja de recordar las situaciones que atravesó su papá. “Cuando hablo de él se me pone la piel de gallina”. dice.
Hugo sintió los primeros síntomas en su habitual paseo en bicicleta por las calles de San Antonio Oeste. No se sintió bien, se hizo el test y le dio positivo de covid-19. “Me avisa y le digo: tranquilo. De la misma forma que decidiste enfrentar esta pandemia, usa esa misma fuerza para superar ese bicho papá. Pero nunca pensó que esos síntomas eran tan fuertes como la fiebre, tos y el dolor de cuerpo” relata Gastón.
Los síntomas se fueron agravando en un par de días y “me llamaba y yo ¿qué podía hacer desde acá? En un momento me balbucea y ahí me di cuenta que papá estaba mal”.
Hugo llegó al hospital de SAO y lo trasladan el 14 de septiembre a Viedma. Pero en apenas 10 días, el virus ganó esa batalla. La última persona que vio Hugo fue a su hijo Gastón. Lo recibió en la entrada del hospital Zatti, ya que se encontraba trabajando en terapia del hospital viedmense.
“Cuando papi viene para acá lo veo que llega en muy mal estado. Respiraba rápido y me quedó mirando”, relata con la voz entrecortada y sigue. “Yo estaba todo cubierto, lloraba por dentro pero a la vez sabía que no podía dejar mi rol a un lado.
La experiencia de 16 años como enfermero, le dio un panorama desolador a Gastón. “Uno cuando ve a la persona, ya te das cuenta que está complicado. Sin perder tiempo lo metimos en terapia. Me quedé para ayudar. Se le hizo todo, le pusimos el casco de oxígeno pero papá no lo aguantó y tuvimos que ir al respirador.
Gastón detalló que las chances de salir con vida eran casi nulas y desde que comenzó la pandemia, en Viedma sólo un hombre de Cipolletti superó esa instancia al coronavirus luego de tres meses de internación.
La última vez que lo vi le dije:»Papi, todo lo que se te haga ahora es para tu bien y te amamos. Después lo duermen y yo desde afuera asistía al médico. Hicimos todo pero el coronavirus se encargó de dejarlo sin pulmón al viejo y el respirador no pudo hacer más nada”.
Fue un golpe durísimo para Gastón. En una repisa de su casa, tiene la foto de su papá. “Yo le agradezco todo lo que él fue y nos dejó. Y vamos a seguir peleándola y aún más por todas las vidas que estamos ayudando para que puedan salir adelante”.
Dos meses después de la muerte de su papá, nació Justina y el sol volvió a salir. “Inmensamente feliz con mi tercera hija, después de tanto dolor”.
Gastón no quiso dejar pasar la oportunidad y aconsejó a las personas “que se cuiden y evitar llegar a esto. Porque llegan y se van, a pesar de que uno hace todo. No sabemos qué puede pasar con esta pandemia y hay que prepararnos para lo que viene. La gente se cansa, pero cuando te toca de cerca la muerte, ahí es donde entendés la gravedad”.
El chofer que dejó su vida en pandemia
Hugo Calfín era conocido como “El Tío”. Su peculiar forma de ser con sus compañeras y compañeros de trabajo en el hospital “Aníbal Serra” de San Antonio Oeste, lo transformaron en una persona muy querida.
Tanto en ese hospital como en el nosocomio de Viedma, hay recordatorios porque a pesar de ser paciente de riesgo, asumió el riesgo y siguió trabajando. Durante su sepelio, hubo una gran despedida. Personal de Salud de SAO lo despidió con un sirenazo que emocionó a la familia. Incluso en la conferencia del 25 de septiembre, la secretaria de Políticas Públicas de Río Negro, Mercedes Iberó, expresó sus condolencias y afirmó que “me tocó trabajar con él, una gran gran persona y un abrazo enorme a su esposa médica del hospital”.
Su hijo Gastón recordó ese momento de mucha emoción al ver a sus compañeras y compañeros de trabajo y a la gente que aplaudía en la calle “nos hizo emocionar y abrazar con la familia. Papá fue un ejemplo para todos”.
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