La pandemia configura nuevos liderazgos en el mundo

Mientras mandatarios como Angela Merkel o Nayib Bukele se fortalecen, otros como Bolsonaro y Trump caen en picada. La crisis parece acelerar la tendencia global de elegir líderes más empáticos y colaborativos. El caso de Alberto Fernández.

A seis meses de desatada la pandemia del coronavirus y la crisis global generada por ella, casi no hay dudas de que afectará nuestra vida futura, aunque pocos se animan a definir con certeza en qué grado y cuáles serán las tendencias que se impondrán: los analistas se dividen entre quienes ven virajes radicales y otros una simple aceleración de tendencias previas. Uno de los aspectos que más ha destacado en el análisis de cómo cada país y región han lidiado con las consecuencias de la enfermedad son los liderazgos: políticos, sociales, organizacionales y locales.

Las encuestas muestran que el manejo de la crisis de covid-19 ha dejado ganadores y perdedores, ciertos liderazgos se afianzan y otros se desvanecen. No es novedad: cada crisis global ha modelado y fortalecido dirigencias que han podido interpretar mejor o peor las necesidades del momento y han sabido dar, o no, las respuestas adecuadas a cada desafío para sus sociedades.

En el escenario global, líderes como la canciller alemana Angela Merkel, la primera ministra Jacinta Arden o el presidente salvadoreño Nayib Bukele han sabido interpretar de mejor manera la gravedad de la crisis y han reaccionado más eficientemente que otros como el británico Boris Johnson, el estadounidense Donald Trump o el brasileño Jair Bolsonaro, de liderazgos fuertes y personalistas que enfrentan problemas crecientes y han visto bajar ostensiblemente sus índices de aprobación.

En Argentina, el presidente Alberto Fernández vio fortalecida su popularidad desde el inicio de la pandemia, con índices que llegaron al 90%, y pese a las dificultades económicas, desaciertos y cierto cansancio de la población por la extensa cuarentena, sus índices de aprobación se mantienen elevados y por encima de los que registraba al inicio de su gestión.

Y su principal activo ha sido la respuesta a la pandemia: una importante mayoría cree que ha acertado en la estrategia para enfrentarla, que reforzó adecuadamente el sistema de salud y que se preocupa por las consecuencias sociales de la crisis. Un estudio regional hecho por el Directorio Legislativo figura tercero solo detrás del salvadoreño Bukele y el guatemalteco A. Giammattei; muy cerca del peruano Martín Vizcarra y Hugo lacalle Pou y bastante lejos de los peor evaluados como el mexicano Andrés López Obrador, el brasileño Jair Bolsonaro y el chileno Sebastián Piñera (Ver infografía).

Para Agustina Grigera, magister en Política y Comunicación y especializada en temas de liderazgo, la pandemia ha acelerado, tanto a nivel local como internacional, ciertos cambios en la actitud de las poblaciones a la hora de elegir y valorar a un líder. “Hay un desplazamiento en la valoración de los ciudadanos de los liderazgos verticalistas, que tenían todas las certezas, a liderazgos más modestos, menos altisonantes, más genuinos y empáticos, con otras habilidades”, señala Grigera.

Agrega que esto tiene mucho que ver con un recambio generacional: tanto millennials (entre 18 y 35 años) como centennials (de 16 a 18 años) valoran más a los líderes colaborativos, “que escuchan, que innovan ante situaciones inesperadas, que asumen sus errores no como debilidades” y que sepan coordinar talentos. “Hoy los menores de 35 son casi un 40% del electorado, y muchos de estos reclamos al liderazgo son compartidos por las generaciones posteriores, que también están buscando líderes que hagan algo distinto, que busquen soluciones nuevas a los problemas”, explica la académica.

El modelo que potencia la pandemia es el de líderes empáticos, cercanos y capaces de colaborar. Que coordinen talentos. Un líder solo es sintoma de debilidad, no de fuerza.

Agustina Grigera, experta en liderazgo y comunicación política.

Entre las cualidades más valoradas en un líder , Grigera menciona:

• Transparencia: “No solo tiene que ver con no robar, sino comunicar de forma clara y veraz, que el líder tenga honestidad con lo que no sabe, que sepa coordinar talentos y cooperar”.

• Cercanía: “Tiene que ver con que lo líderes se ocupen de la agenda que preocupa a las personas y no se autonomicen en su agenda partidaria. Si no se ocupa de los problemas concretos de la gente es visto como lejano”.

• Innovación: “Se relaciona con que para mucha gente el mundo está cada vez más complicado y busca dirigentes que aporten soluciones nuevas a los problemas de siempre. Por eso en 2015 se votaron muchos candidatos por fuera del elenco estable de la política. El caso más extremo es el de Bukele, un millennial acusado por la oposición de gobernar por Twitter por su uso de las redes sociales”.

• Cooperación: “Se relaciona con lo anterior. Si el mundo está complicado, preferimos a líderes que puedan trabajar en equipo. Desde que Macri usó la famosa frase ‘el mejor equipo en 50 años’, ya se percibía que para los ciudadanos de Occidente es importante que los líderes puedan cooperar entre sí”, detalla Grigera.

• Empatía y buen trato: “Se necesitan líderes que no solo comuniquen bien, sino que traten bien, que no ninguneen los reclamos, que no insulten ni menosprecien”, explica.

• Capacidad: “Acá no está entendida en que el líder sepa todo, pero sí que se forme, que si tienen limitaciones recurra a otros. Se puede rodear de gente incluso más talentosa que él en ciertas áreas y lo reconoce”, concluye Grigera.

Para esta investigadora en las Universidades de Palermo y Tres de Febrero, “si vos ponés todos estos atributos sobre la mesa te da un líder menos verticalista que el de otras épocas, más consciente de sus limitaciones y que las expresa: le dice a la gente esto se puede hacer, esto no, esto no resultó y volvemos para atrás”.

En este “clima de época” se produce la pandemia, que potencia la importancia de muchos de estos rasgos. Aunque como en toda crisis potenció los personalismos y achicó los mecanismos institucionales en favor de la centralización de decisiones, “esta crisis tiene que ver con algo muy tangible que es la salud. Lo que está en juego es la vida como valor. Junto a esto se produce una revalorización del rol del Estado (que venía muy golpeado desde los 90) y los líderes más valorados han sido los que usaron el Estado de manera potente y eficaz, que tomaron decisiones rápidamente como el uso de la cuarentena, el cierre de fronteras o el fortalecimiento de los sistemas de salud”, explica.

El caso Fernández

En este marco, la académica estima que, hasta el momento, los atributos personales del presidente Alberto Fernández han encajado hasta ahora con lo que demanda la pandemia, aunque aclara que “es todo tan dinámico que en diez días todo puede cambiar”. En primer lugar, porque es un hombre que viene no ya del corazón, sino de las “tripas del Estado”, ya que ha hecho toda su carrera política en él desde los 90, llegando a jefe de Gabinete en el kirchnerismo “No viene de afuera de la política, del empresariado o del espectáculo, ni hizo carrera legislativa. Pero conoce todos los resortes y recovecos del Estado”, señala.

Otro es tolerancia: “Llegó a la fórmula siendo crítico de Cristina pero acordó y aceptó ampliar el espacio político”, sostiene Grigera. Finalmente, tiene que ver con su capacidad de comunicar, el famoso estilo de profesor universitario. “En mediciones realizadas en años anteriores descubrimos que la institución más valorada por los argentinos hoy es la universidad, porque tiene que ver con la capacitación y también con el esfuerzo. Fernández es auténtico en su rol de profesor y eso conecta con los jóvenes, que detectan con mucha más velocidad que nosotros cuando algo está ‘tuneado’, ensayado. Valoran mucho que un líder sea genuino”, explica.

Su buen diálogo con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Larreta, le aporta también porque acentúa su perfil cooperativo. “Con Larreta Fernández comparte lo que yo llamo el ‘ego del segundo’, son líderes templados en el cargo, que no se miran a sí mismos todo el tiempo porque supieron ser el ‘segundo de’, saben ser parte de un equipo”, finaliza.

Otra especialista en comunicación política, Marina Acosta, de la Consultora Analogías, coincide en que la imagen de Alberto Fernández se fortaleció en la pandemia.

A Fernández lo favorece el apoyo a la política sanitaria, su capacidad de anticipar escenarios, de concertar políticamente y la comunicación empática con la gente”.

Marina Acosta, Directora de comunicación de Analogías

“El 23 de diciembre era de 70 puntos. El 23 de marzo, ese porcentaje escaló hasta el 94. En abril se fue a 91 y en mayo lo tenemos en 89% en lo nacional. Con lo cual vemos que el liderazgo del presidente se fortaleció en esta crisis”, señala. A la hora de explicar las razones, enumera cinco factores: “Un gran acompañamiento a la política sanitaria trazada por el gobierno nacional, la capacidad que ha tenido el presidente de anticiparse a escenarios futuros, el asesoramiento del comité científico de expertos, la capacidad de concertar políticamente con la oposición y lo que creemos definitivo es su comunicación altamente empática” con la población.

Para esta doctora en ciencias sociales, por el momento el liderazgo presidencial sintoniza con las principales preocupaciones de los argentinos.

Según las mediciones de Analogías, “la preocupación más alta que tienen los argentinos son el temor a contagiarse de coronavirus (casi 30%) y a que colapse el sistema sanitario (23%). Entonces las preocupaciones sanitarias se siguen imponiendo a otras como las económicas, porque el desempleo (22%) y la inflación (8,6%) están en un tercer y cuarto lugar en la encuesta, por debajo de las dos primeras. Eso se confirma con otros datos, como el gran acompañamiento a la cuarentena: 8 de cada diez encuestados están de acuerdo, incluso con el hecho de que si hay más casos y muertes, se pueda volver atrás a formas más estrictas” de aislamiento, concluye la directora de comunicación de Analogías.

Del todopoderoso Superman al Ironman organizador

Ironman, el modelo de líder que miran las nuevas generaciones, casi el 40% de electorado.

Uno de los ejemplos que Agustina Grigera utiliza para mencionar los cambios culturales en la imagen de los liderazgos y el recambio generacional remite a las historietas.

“Los mayores de 40 crecimos viendo en la tele a la Liga de la Justicia, un conjunto de superhéroes con distintas habilidades, pero donde claramente sobresalía Superman como líder, el más poderoso de todos”.

En los consumos culturales de millennial y centennials destaca hoy la saga Marvel, donde “tienen poderes sobrenaturales, pero el coordinador es Ironman, que se los tiene que fabricar. Coordina con inteligencia sus talentos y usa el conocimiento científico a su servicio. Ese es el modelo”, explica.


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