La ONU recomienda desmantelar las grandes presas: ¿cuántos años duran?

Un organismo de las Naciones Unidas emitió un crítico diagnóstico sobre el futuro de estas obras.

Un informe elaborado por uno de los institutos de la Organización de las Naciones Unidas recomienda comenzar a trazar un plan para desmantelar las miles de grandes presas que hay sobre ríos de todo el mundo antes de que el fin de su vida útil las transforme en un peligro. Esta conclusión fue criticada por dos de los ingenieros que manejaron los organismos que regulan en nuestra región la integridad de estas obras y el manejo del agua.

Sobre los cursos de agua de Río Negro y Neuquén hay una docena de grandes presas y un puñado de obras hidráulicas de menor impacto:

Cinco en el río Limay: Alicurá, Piedra del Águila, Pichi Picún Leufú, El Chocón y Arroyito.

Cuatro de un mismo complejo, Cerros Colorados, sobre el río Neuquén: Portezuelo Grande, Loma de la Lata, Planicie Banderita y El Chañar.

Sobre el río Colorado, Casa de Piedra regula los caudales aguas abajo.

Hay además diques de menor tamaño en ríos y canales de riego.

El embalse Piedra del Águila está sobre el río Limay, entre las provincias de Neuquén y Río Negro. Foto: Archivo

El informe del Instituto Universitario de las Naciones Unidas sobre el Agua, el Medio Ambiente y la Salud sostiene que hay presas de hormigón que llevan 50 años de funcionamiento y que “muy probablemente comenzarían a mostrar signos de envejecimiento”.

En la zona, la gran presa más antigua es El Chocón, que el año que viene cumplirá medio siglo. Pero no es de hormigón sino que está construida con materiales de la misma zona donde se levantó con un núcleo impermeable de arcilla.

Aníbal Asensio fue secretario operativo de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas, que fue creada para controlar los caudales de los ríos Limay y Neuquén cuando se privatizaron las presas que había construido la estatal Hidronor.

Cuesta imaginar los valles inferiores de los ríos Limay y Neuquén, y al valle del río Negro, con crecidas como las de 2001, 2002, 2006, 2008, o sequías como la de 1998 (por citar algunos de los episodios más recientes, pero no siempre los más severos en los registros de la cuenca), sin sus sistemas de embalses de atenuación y reserva”, dijo Asensio.

Para este conocedor de la cuenca “sería inviable una eventual restauración del ecosistema fluvial al natural pre-embalses, luego de varias décadas en presencia de un régimen hidrológico regulado y las acciones antrópicas”.

Carlos Yema, también ingeniero, fue el primer presidente del Organismo Regulador de Seguridad de Presas (Orsep), sostiene que, a diferencia de lo que dice este organismo de la ONU, la seguridad de las obras de la región y del mundo en general es mayor ahora que hace 50 años. Y los controles también tuvieron avances significativos.

“Este problema del envejecimiento de las grandes represas enfrenta hoy en día a un número relativamente pequeño de países: el 93% de todas las grandes represas del mundo están ubicadas en solo 25 naciones”, dice Duminda Perera, investigadora principal de este organismo, en el informe.

“La construcción de grandes presas surgió a mediados del siglo XX y alcanzó su punto máximo en los años sesenta y setenta.. El número de grandes presas construidas después disminuyó continua y progresivamente”, añadió.

El informe recopiló algunos datos interesantes: China tiene 23.841 grandes presas (40% del total mundial) y 32.716 grandes presas se encuentran en solo cuatro países asiáticos: China, India, Japón y Corea.

“Algunos estudios de casos de grandes presas envejecidas y desmanteladas ilustran la complejidad y duración del proceso que a menudo es necesario para organizar la remoción de la presa de manera segura”, señala Allen Curry, otro de los autores del trabajo. “La remoción de una pequeña presa requiere años (a menudo décadas) de participación continua de expertos y del público, y extensas revisiones regulatorias. Con el envejecimiento masivo de las presas en marcha, es importante desarrollar un marco de protocolos que guiarán y acelerarán la remoción de la presa”.

“En última instancia -continúa el informe-, los juicios de valor determinarán el destino de muchas de estas grandes estructuras de almacenamiento de agua. No es un proceso fácil y, por lo tanto, extraer lecciones de las experiencias de desmantelamiento de represas y compartirlas debería ser un objetivo global común”.

“La falta de ese conocimiento y la falta de la reflexión en las políticas y prácticas regionales y nacionales relevantes puede afectar progresiva y adversamente la capacidad de administrar la infraestructura de almacenamiento de agua adecuadamente a medida que envejece”, concluyen.

Carlos Yema es ingeniero de presas. Se formó en la universidad, pero también en Agua y Energía, y en la acción de campo. Fue el primer presidente del Organismo Regulador de Seguridad de Presas (Orsep).
“Me parece que el informe es muy general, basado en cuestiones prejuiciosas”, se ataja. “Se dice que hay casos cada vez más frecuentes de fallas y es totalmente lo contrario: según las estadísticas las fallas disminuyen; hay más tecnología y mayor conocimiento de los materiales”.
Las presas, especialmente las de los ríos Limay y Neuquén, tienen instrumentos de auscultación muy certeros y controles de parte del Orsep de sus políticas de seguridad.

La más antigua de todas, El Chocón, tuvo además un “upgrade”: se cavó un túnel debajo de la fundación de la obra y se reforzó el apoyo; de paso se colocaron nuevos instrumentos. “Cuando las crecidas máximas probables están bien calculadas, no existe riesgo. La vida útil de una presa se establece como una cuestión económica”, consideró Yema.
-¿Pero las presas son para siempre? -le preguntó RÍO NEGRO.
-No sé si para siempre -respondió-. Tienen una vida útil muy larga. No es cierto que en 2050 va a haber problemas.

“Antecedentes de presas que se han desmantelado, que se han tirado abajo, hay muy pocas, y en general son de baja altura”, aportó.

Yema recuerda el caso del dique San Roque, en Villa Carlos Paz, que no es el que actualmente funciona sino uno que quedó debajo del nuevo embalse y que fue construido por Eugenio Dumesnil y Carlos Cassafousth en el siglo XIX. Se usó cal y cemento argentinos en vez de los materiales franceses o ingleses que se importaban en aquellos tiempos.

Los vaivenes políticos sembraron dudas sobre la integridad de la obra. Por eso hicieron un dique nuevo 150 metros aguas abajo. Quisieron destruir la vieja estructura, pero la dinamita no lo consiguió. En tiempos de sequía la presa de cal y cementos argentinos sale a flote.


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