La música de las cantoras del norte neuquino, una historia para ver y escuchar

Las cantoras grabaron la primera parte de un inédito proyecto musical; además, registraron el proceso en un micro documental. Las piezas permitirán preservar, valorizar y divulgar el patrimonio cultural inmaterial de la provincia.

Las tonadas, cuecas y décimas, y el raspado de una guitarra criolla, son las armas con las que las cantoras del norte neuquino luchaban –y luchan– por mantener viva una herencia llena de historia e identidad.
Ellas son mujeres, viven en distintos puntos del gran norte de la provincia y comparten una pasión que heredaron de sus madres o abuelas, pero también, en algunos casos, de los varones de su familia: la música. Pero en especial esa música que refleja la esencia de sus vidas y las realidades con las que conviven en el campo.


Muchas de ellas llevan ya una gran parte de su vida vivida, pero también están las que con menos años en sus calendarios personales, toman la decisión de ponerse al hombro la dura tarea de mantener vivas las tradiciones.
Grandes, chicas o más grandes, una treintena de ellas prestó su arte al servicio de la memoria social. Un convenio firmado entre el Instituto Nacional de la Música (Inamu) y el Ministerio de las Culturas de la provincia hizo posible que durante toda una semana, las cantoras grabaran lo que será una trilogía discográfica y un micro documental, donde quedará documentada gran parte de la cultura campesina de los pueblos del norte neuquino.


Es que la historia, presencia, prácticas, estilo de vida y contexto sociocultural de las cantoras campesinas del norte neuquino es –según la ley provincial 3163– “patrimonio cultural inmaterial de la Provincia”.
Preservar, valorizar y divulgar ese patrimonio, son los objetivos principales de los materiales sonoros y fílmicos que albergarán años y años de vivencias campesinas.
El calendario marcaba 15 de octubre y la localidad de Las Ovejas estaba convulsionada, pero, esta vez, para bien. Es que las cámaras, equipos de grabación y gente “extraña” estaba allí para concretar un proyecto que ayudaría a revalorizar lo más puro de esa región de la provincia; el arte y la tradición.


El salón de Las Miradas se acondicionó para que hiciera las veces de estudio de grabación, la emoción se respiraba en el ambiente y la ansiedad se apoderaba de muchas de las que esos días serían las estrellas y el centro de atención de todos y cada uno de los lentes y micrófonos que transitaban las empolvadas calles de Las Ovejas: las cantoras.
Doña Rosita Cofré, tal vez la más icónica de las cantoras, fue la primera citada. Ella, que aprendió a tocar y cantar de su abuela a temprana edad, llegó acompañada por su hijo y su nieta dispuesta –a sus 80 años– a mostrar esas composiciones que la acompañan hace una vida.
Teresa Contreras y Viviana Méndez –de Las Ovejas– fueron las que completaron aquella primera jornada de grabación.


La noche llegó, el sol volvió a salir y allí estaban Susana Valdez, Carmelina Martínez y María Viviana Méndez –todas de Chos Malal– para plasmar su parte. Pero también estaba Ester Castillo, Doña Ester, que desde Invernada Vieja, es también una de las referentes del canto campesino neuquino.
El tercer día, el perfume cambio, la juventud se hizo presente para demostrar que no es una cuestión de edad. Karen Alarcón de Los Guañacos y Mercedes Luján Valdez de Andacollo aportaron lo suyo al registro.


También estuvieron la entrañable Elevina Pilquiñan junto a Betsabé Romero –ambas de Taquimilán– y Silvia Canales de El Cholar. Ramona Morales, de Caepe Malal; Mercedes Muñoz, de Las Lajas; y Marta Barros, de Andacollo; se sumaron, con sus tonadas norteñas, a ese tercer día de grabación. Pero la frutilla del postre fue Juana de Dios Muñoz, otra de las cantoras más antiguas, quien durante la grabación pidió que la gente baile, “sino no toco”.
El último día, cantaron Verónica Iturra, de Huinganco; Margarita Medel, de Las Ovejas; Luz Elena Vazquez y las hermanas Lidia, Laura y Donatila MIllaqueo, de Buta Ranquil. Pero también sumaron sus voces Rosa Villar y la cuarta hermana Millaqueo, Sabina, de Barrancas. María y Florisa Pardo, un dúo de Buta Ranquil; Inés Jara Romero y Marta Inés Guajardo fueron las que completaron el programa.

Sangre musical y una deuda saldada con creces

Nació en Las Ovejas, vive en Andacollo, el norte neuquino es su lugar. Ella es hija de crianceros, de abuelos y padre cantor, la música recorre sus venas y su historia familiar. Pero su historia personal no es, tal vez, tan similar a la que atraviesa la vida de la gran mayoría de las cantoras.
Es que Marta Barros no recogió el guante del canto en su familia siendo apenas un niña, lo hizo bastante tiempo después, pero no se arrepiente y lo vive con la misma intensidad.
“Fue un poco loco, mi papá falleció hace 16 años, él cantaba, somos 14 hermanos y ninguno había agarrado la guitarra. Yo una vez lo escuché lamentarse por eso, entonces cuando el falleció, yo sentí eso como una asignatura pendiente. Es como que estaba en deuda con él, entonces la idea fue empezar a cantar para poder tocar yo, los temas en la misa de su primer aniversario”, contó Marta, a “Río Negro” sobre sus primeros pasos como cantora.


Lo cierto es que no todo quedó en el homenaje del padre, empezó a recorrer localidades y se dio cuenta que ya era una cantora; las composiciones propias fueron el siguiente paso.
Marta, con su look roquero, reproduce el repertorio tradicional del canto campesino pero también es autora de tonadas y décimas comprometidas con la situación actual.
Por ejemplo, ella fue la encargada de componer una canción dedicada a Karina y Valentina, las víctimas del femicidio que sacudió a Las Ovejas el verano pasado.
“Hoy yo me pongo a pensar, cuánta más como ellas hay. Las someten, las humillan, las obligan a callar. Con sus palabras las hieren y sus cuerpos se desangran”, se escucha en la primera parte del tema con el que Barros pone letra a una realidad dolorosa.
Pero también los temas medioambientales marcan su agenda de interés. “Yo escribo mucho para concientizar a la gente para que cuidemos el planeta”, cerró la cantora de 55 años.


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