La muerte de la emperatriz SissÍ
A orillas del lago Lemán, en la ribera ginebrina, Sissí, la emperatriz austríaca, fue asesinada en 1898. Frente al lujoso Hotel Beau Rivage en el que se encontraba alojada, Sissí tropezó con un hombre antes de embarcar hacia una ciudad vecina. Ya en el barco, la emperatriz comenzó a sentirse mal y se lo atribuyó al golpe con ese hombre sin saber que estaba muriendo lentamente. El hombre era una anarquista italiano, llamado Luigi Lucheni, que la apuñaló con una daga muy afilada y aguda provocándole una hemorragia silenciosa que paralizó paulatinamente su corazón. La sangre, que caía gota a gota, no fue visible hasta que no desgarraron la ropa de Sissi al quejarse por un dolor en el pecho. Ya no había tiempo para salvarla. El anarquista italiano no sabía que estaba asesinando a la emperatriz del Imperio Austro-Húngaro. Su intención era realizar un ataque contra la nobleza rica que oprimía a la clase obrera de la turbulenta Europa de inicios del siglo XX. Cuando lo condenaron a cadena perpetua, el juez le comentó que había matado a una mujer que había sufrido mucho durante su vida y que había sido muy desgraciada, a lo que Lucheni respondió que “creía haber matado a una mujer que vivía en una felicidad insolente”. Una escultura sílfide de Sissí recuerda el lugar donde fue apuñalada.
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