La marihuana, lejos de ser «una droga buena»

"Produce serios trastornos en la salud", dice una médica neuróloga.

La marihuana tiene «fama» de droga inofensiva.

Quienes poseen el hábito de consumirla la asocian con el bienestar, la alegría y la tranquilidad, tal vez en comparación con otras sustancias que provocan actitudes de hiperactividad o violencia.

Colocar la palabra en cualquier buscador de Internet permite acceder a sitios donde se habla de su uso para aliviar dolores o molestias producidas por tratamientos anticancerígenos o contra el HIV-sida.

Pero es mejor no engañarse: la Organización Mundial de la Salud la considera una droga peligrosa para los seres humanos –por sus consecuencias tanto físicas como psíquicas-. Y los trastornos psiquiátricos que produce en los consumidores fueron motivo de una tesis que la médica neuróloga argentina Mirtha Mabel Dell'Orfano presentó al concluir un master en Drogadependencias. El trabajo fue presentado ante la Universidad de Barcelona Virtual, recibió ya la conformidad del cuerpo examinador, y «Río Negro» tuvo acceso a ella.

Dell'Orfano analizó para su trabajo toda la información que está disponible en Internet sobre la marihuana y la vinculó con la gran cantidad de estudios especializados que demuestran los efectos perjudiciales de su consumo, sobre todo continuado en el tiempo.

«Es extraño, pero el común de la gente tiene acceso a la información nada científica que dice que es una droga inofensiva, mientras los libros especializados que demuestran que no lo es, no son de fácil lectura ya que tiene palabras difíciles y definiciones complejas, dijo la profesional a este diario.

Indicó que «es cierto que hay quienes la usan para aliviar dolores, pero se comprende en el caso de enfermedades terminales o gravísimas. Pero es erróneo asociarla con efectos benéficos si se piensa en una persona joven que tenga expectativa de vida. En estos casos, es necesario que los jóvenes sepan que la marihuana dista de ser inofensiva y que, por el contrario, afecta la memoria y la capacidad de aprendizaje, acentúa diferentes patologías como la esquizofrenia y su uso continuado genera trastornos de conducta y mentales».

«El cannabis o marihuana perjudica gravemente la salud mental, sobre todo la de los adolescentes que la consumen, con consecuencias graves para el desarrollo psíquico y consecuencias importantes como el abandono escolar, laboral, disfuncionalidad familiar, trastornos de an

siedad, depresión, alteración de la memoria a corto plazo y psicosis», señala la tesis de Dell'Orfano.

 

Consumo en aumento

 

Ya en 1948 la Organización Mundial de la Salud definió que la marihuana es peligrosa para la salud física y mental, pero hoy su consumo se ha «desdramatizado». Eso, pese a que es un hecho que produce dependencia y síntomas de abstinencia en casi el 30% de sus consumidores crónicos.

Tanto en la Argentina como en otros países del mundo, la marihuana es la droga más usada, en niveles similares aunque inferiores al alcohol y el tabaco. Y en los últimos años ha crecido el consumo, sobre todo en adolescentes.

La prevalencia del consumo entre adolescentes es de alrededor del 30% en forma habitual, y cerca de la mitad de los adolescentes la prueban a los 13 años.

Se la conoce desde hace 8.000 años, puesto que aparece en documentos chinos como cáñamo para elaborar fibras y por su poder curativo.

Su consumo masivo surgió en los años 60 en Europa y Estados Unidos, como parte del movimiento hippie. Luego, expresiones ambiguas o de justificación por parte de intelectuales, políticos y científicos han contribuido a confundir respecto de sus efecto negativos.

Los jóvenes son la población de mayor riesgo, ya que su consumo precoz aumenta la posibilidad de desarrollar dependencia y además, porque afecta principalmente la memoria y la capacidad de aprendizaje, por lo cual impacta en el rendimiento educativo y el desarrollo psíquico.

Según la Oficina contra la Droga y el Crimen de Naciones Unidas, el secuestro de cannabis aumentó un 40% entre 1998 y 2001, lo que indica que también aumentó su consumo. Se estima que entr un 7 y un 10% de la población mundial son consumidores regulares de la sustancia, la mayoría de ellos en regiones donde su uso es ilegal.

Según el Observatorio Europeo de las Drogas, en su informe 2003, más del 20% de la población de la Unión Europea ha consumido cannabis en algún momento de su vida.

En la Argentina, una encuesta nacional de estudiantes organizada en 2001 por la Sedronar concluyó que un 15,2% de hombres y mujeres consumió en los últimos 12 meses drogas ilegales, y el 5,6% lo hizo en los últimos 30 días.

El cannabis es la droga ilegal de uso más extendido en la Argentina y últimamente es también uno de los motivos más frecuentes de consulta de jóvenes en centros de prevención y rehabilitación de drogadependencia. Así lo ha concluido la Organización Programa Cambio de Córdoba, que en sólo tres meses de 2003, de cada 100 primeras entrevistas que recibió, 81,4% lo fueron por marihuana, y la edad promedio fue de 17 años.

 

Parte de uno

 

La cannabis tiene unos 400 componentes químicos, de los cuales 60 son sustancias conocidas como «cannabinoides». Entre ellos, los responsables de los efectos que genera su consumo son los tetrahidrocannabinoles (THC) y sus metabolitos activos hidroxilados, especialmente el Delta-9-THC.

El cuerpo humano tiene un sistema «endocannabinoide» ubicado en el sistema Nervioso Central, es decir en el cerebro y sus órganos relacionados.

Son centros receptores que se activan y responden al consumo de la marihuana, interactuando con ella. Por eso, los efectos del consumo no son los mismos al comenzar el uso que años después. El uso frecuente de la droga daña al organismo y por esto son necesarias dosis mayores para obtener igual efecto.

La investigación científica sobre el efecto de la marihuana en los endocannabinoides no es mucha. Y está orientada a sus posibilidades terapéuticas en casos de enfermedades crónicas y terminales, y a su interrelación con las psicosis y la esquizofrenia.

Precisamente los científicos buscan operar sobre los endocannabinoides utilizando en forma selectiva las moléculas vegetales de la marihuana, para buscar efectos terapéuticos sin perjuicios colaterales. Los receptores endocannabinoides están en el cerebro, pero también en el hipocampo, en el bazo, el pulmón, las amígdalas, el corazón, la próstata, el útero, los testículos, los ovarios. También están en la corteza cerebral, los ganglios basales y el cerebelo, lo que explica los efectos que produce la marihuana en la actividad motriz.

En cuanto al hipocampo, la amígdala y el hipotálamo, la presencia de receptores allí explica el efecto de desmemoria y falta de control de los estados emocionales como la rabia, el deseo y el miedo. En un cerebro adulto, la exposición crónica a cannabinoides produce un efecto de desensibilización, lo que sugiere que la aparición de tolerancia para alguno de los efectos producidos en la primera etapa está asociada con una reducción del número de receptores, afectados por el uso continuado.

Los efectos principales

La marihuana provoca una disminución en la conducta motora de las personas; disminuye las posibilidades de gestación y reproducción; hace más lenta la actividad cardíaca lo que genera baja de tensión y taquicardia; dilata las arteriolas cerebrales; afecta el sistema endocrino; al inhibir la liberación de acetilcolina disminuye la memoria y la capacidad de aprendizaje; afecta el sistema inmunológico inhibiendo la proliferación de linfocitos B; y reduce la neuroprotección al disminuir la liberación de las sustancias que generan respuesta instintiva del organismo en caso de peligro.

Provoca también hipotermia, es decir baja la temperatura corporal; disminuye la presión ocular; genera debilidad muscular; provoca broncodilatación del aparato respiratorio; y provoca una sensación de relajación, así como un efecto analgésico y antiinflamatorio; reduce la liberación de hormonas sexuales.

Nota asociada: Preocupa aumento del «bolseo» en Bariloche  

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