La inmigración rusa cuida su cultura y deja huellas en Valle Medio

En la década del 80 llegaron unas 40 familias que habían hecho escala en Brasil. Hoy sólo quedan unas 15 que mantienen costumbres, su fe, y viven de la agricultura de subsistencia.

Valle Medio es un mosaico de culturas. En este rincón de la provincia de Río Negro conviven comunidades de distintas procedencias que han buscado su lugar en el mundo: rusos ortodoxos, algunos coreanos, familias de laosianos llegados desde la península de Indochina, alemanes prusianos, judíos de origen alemán, bolivianos dedicados a la horticultura y al comercio de ropa, descendientes de galeses que diseñaron el sistema de riego.

Todos ellos sumados a la clásica inmigración italiana, española y libanesa. A lo largo de una franja de 100 kilómetros que bordea el río Negro, este mosaico multicultural aún guarda misterios y sobre todo prejuicios que nacen del desconocimiento.

La comunidad rusa es una de las que más preguntas despierta. Durante años se han dedicado a la agricultura, a profesar su fe y mantener sus costumbres.

Afincadas en el medio rural, estas familias de “rusos blancos” mantienen su original modo de vida campesino, viviendo gran parte de ellos una economía de subsistencia. Como excepción, han adaptado rápidamente un solo elemento occidental, que es movilizarse en enormes camionetas –muchas de ellas importadas desde Estados Unidos–.

Cuando Savely Bodunov llegó al Valle Medio a finales de 1986, aún resonaban en el aire los festejos por el mundial de fútbol que había ganado la Argentina en México. Era un nuevo intento final por encontrar un lugar en el mundo. Savely tiene hoy 47 años, y recuerda que en ese momento llegó con sus padres y ocho hermanos más a la zona.

Los primeros tiempos no fueron fáciles, si bien el clima era más amable que en Brasil, desde donde habían llegado, sus ropas, sus barbas, su forma de vida eran vistas con recelo por algunos habitantes de la zona. “Los rusos fueron muy discriminados. La gente pasaba y gritaba cosas. Hoy eso a cambiado. Todo el mundo te acepta”, cuenta.

El Valle Medio se convirtió en un sitio ideal para muchas familias rusas. Pero de las 40 familias que llegaron a mediados de los 80 hoy sólo quedan alrededor de 15, unas 100 personas, asentadas todas en la zona rural. El resto se fueron.

“Todos tratamos de vivir de la agricultura, artesanalmente, no trabajar como empleados para otra gente. Tratamos de vivir de algo propio, porque nosotros tenemos muchos feriados por la religión, que es muy estricta. Hay muchas cosas diferentes, muchas cosas que no se nos permiten hacer”, menciona.

Savely, es uno de los pocos que se anima a hablar. “Nos tenemos que distinguir del resto del mundo, por eso tenemos que mantener la barba, también se debe respetar la vestimenta. En el caso de los hombres, camisas o ‘rubaja’; en las mujeres los vestidos coloridos de distinto nombre como el ‘sarafan’ y el pelo cubierto o no según si está casada, comprometida o soltera”.

Un largo peregrinaje

Su Año Nuevo

La comunidad de rusos blancos, como se los conoce en la comarca, abraza la fe ortodoxa y es por ello que celebraran la llegada del año nuevo el 14 de enero.

Los rusos de Valle Medio no pueden tener televisor, beber cerveza, ni mezclarse en sitios para comer con otras personas.

La misma fe que mantuvieron muchas generaciones

Costumbres arraigadas

La comunidad rusa del Valle Medio no sólo ha sabido mantener aquellos rasgos culturales vinculados a la religión y a la vestimenta, sino que mantienen aquellas raíces que la siguen uniendo con su Rusia natal como la comida, la bebida y hasta aquellas costumbres que tienen que ver con el cortejo y el casamiento.

En cuanto a la comida en cada fiesta o reunión están presentes los “pelmeni”, una especie de capeletis de fina masa hervida rellenos de carne. También está presente el borsht, tradicional sopa de remolacha que se puede servir tanto caliente como fría.

Con respecto a las bebidas, lejos del estereotipo que vincula a los rusos con el vodka, la comunidad del Valle Medio consume en sus encuentros el braska, una bebida alcohólica a base de frutas.

En lo que respecta a casamientos y cortejos se deben cumplir ciertos rituales.

“En Valle Medio encontramos un mejor clima. Pero también posibilidades para vivir. Mi padre era un productor chico”,

cuenta Savely Bodunov sobre su llegada al lugar.

Aliento futbolero repartido por afecto y gratitud

Algunos de los integrantes de la comunidad rusa del Valle Medio, los más ortodoxos en la religión, carecen de televisión. Pero muchos, sobre todo los que pertenecen a las nuevas generaciones, se han ido apartando de estas costumbres y es por ello que estarán atentos a lo que suceda en el Mundial de fútbol de este año que se realizará en Rusia.

De hecho, tendrán sus corazones partidos. Por un lado estarán contentos porque se realiza el Mundial en la tierra donde nació su comunidad, pero también tienen lealtad con aquellos países que los acogieron, que les dieron un lugar.

Por caso, Cively es un ejemplo de ellos. “Yo quiero la Argentina, pero en fútbol aliento a Brasil. Porque fue el país donde nací, adonde llegaron mis padres”, sostuvo a este medio.

En tanto, quienes han nacido en la zona y han tenido la posibilidad de ver fútbol alientan a la Argentina.

Lo cierto es que no está en sus planes viajar a ver el Mundial, pero sí estarán siguiendo lo que ocurra.

La cuestión de los costos limita cualquier posibilidad de ir a ver el campeonato mundial.

Les gusta el fútbol, eso está claro, pero la cuestión del aliento está muy dividida, siempre a partir del afecto y la gratitud que tienen con diferentes países.

“Ahora la cuaresma está más liviana. Tenemos dos, una ahora para el fin de año: ahora podemos comer pescado, otros días sólo verduras, no podemos comer carne. Y hay otra cuaresma para Semana Santa, en la que sólo podemos comer con aceite los días sábado y domingo; tampoco carne, huevo, etc., comemos verduras y legumbres”.

“Las costumbres no están tan fuertes. Algunas personas han perdido nuestras tradiciones, sobre todo los que están en otros países como Estados Unidos o Brasil”, indica Savely.

Romper con los ritos religiosos en Valle Medio, para aquellos que siguen profesando la fe, implica tener que hacer frente a duros castigos impuestos por los líderes religiosos.

“Tenés que estar seis semanas afuera de la iglesia, no podemos comer con los demás, agacharse y rezar adelante de todos, etc.”, agregó.

La comunidad mantiene un fuerte lazo de unión: feriados y domingos comparten comidas. “Nos reunimos entre 10 y hasta 15 familias. Nuestra comunidad se une muchas veces”, dijo.

El hombre habla aún con un fuerte acento ruso, es que dentro de la casa y en comunidad se respeta el idioma. De hecho, a los 47 años y cuando ya lleva más de 30 años en la zona, a Savely aún le cuesta pronunciar algunas palabras y hasta reconocer algunos términos. “Donde vivíamos en Brasil todos eran productores grandes, y mis padres eran productores chicos y era muy difícil para vivir. Cuando llegaron acá comenzaron a vender lo que producían”, relató.

Datos

La historia de cómo llegaron a estas tierras se remonta a un éxodo de centenares de años.
Según se relata en distintos artículos, “a fines del siglo XVII, estos eslavos de los montes Urales del imperio Ruso,
bajo nominación de Viejos Creyentes Ortodoxos, decidieron insistir en mantenerse fieles a las viejas escrituras bíblicas traducidas a su lengua, haciendo frente al impulso revisionista del zar Alexis Romanoff y el patriarca de la iglesia ortodoxa Nikon, quienes los obligaran a migrar a la Siberia, después de asediarlos con persecución y muerte”.
“Luego fueron expulsados de este lugar hacia la Manchuria china por el régimen comunista ruso”. Tampoco allí encontraron paz: “La revolución de Mao los empujó en Hong Kong donde debió tomar cartas en el asunto la ONU”.
Los rusos de Valle Medio no pueden tener televisor, beber cerveza, ni mezclarse en sitios para comer con otras personas.
“En Valle Medio encontramos un mejor clima. Pero también posibilidades para vivir. Mi padre era un productor chico”,

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