La influencia del medio ambiente
La existencia de una relación entre ciertos factores ambientales y el desarrollo de algunos tipos de tumores malignos es conocida desde hace mucho tiempo. El primer estudio epidemiológico se debe a sir Percival Pott, médico inglés que allá por 1770 notó que los deshollinadores de Londres desarrollaban cáncer en el escroto con gran frecuencia, relacionando el fenómeno con la exposición al hollín de las chimeneas. Mucho se ha avanzado en el conocimiento del poder cancerígeno de todo tipo de sustancias y elementos del medio conque nos hallamos en contacto cotidianamente, y que tienen la capacidad de producir mutaciones en el ADN de las células, que luego se traducen en la formación de tumores. De todos ellos, el que es compartido prácticamente por todos los seres humanos es la luz del sol, responsable de todos los cánceres de piel, desde los más frecuentes y relativamente banales, hasta el melanoma, uno de los tumores más agresivos que existen. También el aire que respiramos es rico en sustancias cancerígenas, especialmente los hidrocarburos producto de la combustión y que dan cuenta de la alta incidencia del cáncer de pulmón en los grandes centros urbanos. Por supuesto, el humo del cigarrillo es otro factor reconocido por su poder cancerígeno, no sólo sobre el pulmón, sino en la laringe, la vejiga, el esófago y otros órganos. También los alimentos que ingerimos contienen sustancias que contribuyen al desarrollo de tumores. La alta incidencia de cáncer gástrico en el Lejano Oriente se relaciona con ciertos hábitos alimentarios. Lo mismo pasa con el cáncer de intestino en muchos países de Occidente -el nuestro entre ellos- relacionado con el alto consumo de grasas animales y la escasa ingesta de fibras.
En el caso de otros tumores muy frecuentes, como el cáncer de mama y el de próstata, es muy poco lo que se conoce sobre la incidencia de factores ambientales, aunque son muchos los que han sido postulados. El estudio epidemiológico comparativo de la incidencia de los distintos tumores, es el punto de partida para conocer la importancia de los factores ambientales. En regiones como la nuestra es esencial que la investigación se oriente al posible papel de los agroquímicos en la génesis de neoplasias malignas.
EDGARDO FERNÁNDEZ (*)
(*) Director de la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional del Comahue
La existencia de una relación entre ciertos factores ambientales y el desarrollo de algunos tipos de tumores malignos es conocida desde hace mucho tiempo. El primer estudio epidemiológico se debe a sir Percival Pott, médico inglés que allá por 1770 notó que los deshollinadores de Londres desarrollaban cáncer en el escroto con gran frecuencia, relacionando el fenómeno con la exposición al hollín de las chimeneas. Mucho se ha avanzado en el conocimiento del poder cancerígeno de todo tipo de sustancias y elementos del medio conque nos hallamos en contacto cotidianamente, y que tienen la capacidad de producir mutaciones en el ADN de las células, que luego se traducen en la formación de tumores. De todos ellos, el que es compartido prácticamente por todos los seres humanos es la luz del sol, responsable de todos los cánceres de piel, desde los más frecuentes y relativamente banales, hasta el melanoma, uno de los tumores más agresivos que existen. También el aire que respiramos es rico en sustancias cancerígenas, especialmente los hidrocarburos producto de la combustión y que dan cuenta de la alta incidencia del cáncer de pulmón en los grandes centros urbanos. Por supuesto, el humo del cigarrillo es otro factor reconocido por su poder cancerígeno, no sólo sobre el pulmón, sino en la laringe, la vejiga, el esófago y otros órganos. También los alimentos que ingerimos contienen sustancias que contribuyen al desarrollo de tumores. La alta incidencia de cáncer gástrico en el Lejano Oriente se relaciona con ciertos hábitos alimentarios. Lo mismo pasa con el cáncer de intestino en muchos países de Occidente -el nuestro entre ellos- relacionado con el alto consumo de grasas animales y la escasa ingesta de fibras.
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