La inclusión deportiva de las personas trans
Alba Rueda*
La jugadora de fútbol trans Mara Gómez aguarda una resolución de la AFA sobre su participación en los equipos de fútbol femenino profesional de alta competición. En este caso, la ley de Identidad de Género no es suficiente para acreditar que ella, como cualquier otra persona, tiene derecho a jugar en los mismos equipos de fútbol que sus colegas.
El obstáculo no se sabe dónde se inicia, pero antes de firmar contrato como jugadora profesional, el club solicita un dictamen habilitante a la AFA.
A pesar que la entidad no tiene una normativa que obstaculice el registro de Mara, en el mundo del deporte se considera que las personas trans deben cumplir con el criterio que adopta el Comité Olímpico que, a través de una normativa dispone medir la cantidad de testosterona en sangre a lo largo de un año para incluir a las personas trans en equipos masculinos o femeninos, según ese resultado.
Para Mara no puede haber una elección entre su identidad y su deporte.
Para Mara no puede haber una elección entre su identidad y su deporte. Las mujeres trans, los varones trans, al igual que todas las identidades de género, son categorías que sintetizan una realidad que escapa al binarismo sexual.
Considerar a una mujer trans como un varón es desconocer su derecho a elegir libremente y que su identidad de género se encuentra presente en todo su proyecto de vida.
Nuestra capacidad de desarrollo en el deporte depende de condiciones de entrenamiento, destrezas y fortalezas y no de cuestiones de “naturaleza”.
Los estándares rígidos, prohibitivos y excluyentes limitan derechos, crean ámbitos de discriminación en el acceso al deporte de acuerdo a la identidad de género de las personas.
De este modo es fácil comprender la escasa participación de personas trans en los deportes de competencia profesional.
Los estándares fijados por instituciones conducidas por varones que supuestamente “protegen” a las mujeres en el deporte no tienen en cuenta la igualdad de todas las personas en ese ámbito.
Socialmente sabemos que el valor se encuentra en el desarrollo personal y en los equipos, esto lo entienden quienes aman y se identifican con su práctica deportiva, con el afecto y los vínculos que sostienen en el club, en sus entrenadores y entrenadoras, en las personas que supervisan su salud, el dinero que invierten en él y la valorización que reciben en este proceso.
Impulsar la inclusión de personas trans en el deporte es una responsabilidad social.
Hablamos de personas como Mara Gómez, que participan en el deporte aunque esta participación todavía sea muy escasa debido a las enormes resistencias y prácticas discriminatorias.
Cambiar estas realidades no depende solo de políticas de Estado, sino de una sociedad amplia y diversa que crezca en la medida que repiense su cultura y establezca criterios de mayor inclusión.
En este intercambio, el reconocimiento del derecho a la identidad de género es un valor fundamental para el desarrollo de todas las personas y un derecho a ser protegido.
*Subsecretaria de Diversidad del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación
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