La Iglesia, el papa y los pobres
El periodista Jorge Fernández Díaz escribió: “Bergoglio no quería ser papa, quería ser Perón y lo va consiguiendo”, destacando la gran injerencia de Francisco I en la política argentina.
Casi nadie duda del apoyo de la Iglesia católica a la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner, de todas formas y a través de la inserción de la misma en distintos ámbitos sociales, en las elecciones pasadas.
La utilización del pobrismo como bandera, de la cual la Iglesia realiza una prédica constante y de la que es responsable la dirigencia política en su conjunto, pero más de quienes han tenido la responsabilidad de gobernar por muchos años en la historia reciente a nuestro país; no se entiende cómo estos siguen contando con el apoyo de la “iglesia de los pobres”.
Si la Iglesia se ocupa de la parte espiritual de las personas como mandato y misión de sus principios religiosos, no resulta creíble la participación totalmente abierta de sacerdotes en la campaña electoral pasada, sin que la máxima jerarquía, es decir el papa, haga la vista a un costado ante esta participación política y terrenal de sus representantes.
El propio papa desde su asunción ha recibido a gran parte de la dirigencia del peronismo, sin importarle que muchos de ellos estaban procesados por causas de corrupción en ejercicio de la función pública, en un claro mensaje de su posicionamiento político en nuestro país.
Tan abierta es la participación de curas a favor del gobierno actual que solo a título de ejemplo cabe citar la del sacerdote Francisco “Paco” Olivera, quien pidió la libertad de “los presos políticos”, destituir a los jueces de la Corte Suprema e indultar al exvicepresidente de la Nación, Amado Boudou.
Este cura fue quien organizó una marcha solicitando la libertad de Boudou, De Vido, Milagro Sala y otros, todos millonarios.
¿Cómo es que un representante de la Iglesia de los pobres defiende y hace política solicitando la libertad de estas personas cuyas conductas distan mucho de los principios declarados en la doctrina social de la Iglesia?
Lo ocurrido recientemente con la sanción de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, a la que la Iglesia una vez más se opuso, aunque a mi criterio con menos vehemencia que en el 2018, presenta algunos interrogantes.
O el gobierno no escuchó y respondió a los pedidos de un aliado electoral y de las políticas actuales, o la Iglesia recurrió a pronunciamientos que solo quedaban en lo formal, a sabiendas.
Lo mismo cabe preguntarse con las declaraciones posteriores a la sanción de dicha ley, cuya “dureza” se verá reflejada en las actitudes futuras de la Iglesia.
Seguramente pronto veremos si Jorge Bergoglio, el papa, con sus actitudes y hechos defiende legítimamente su opción por los pobres o elige continuar con su inserción en la política argentina, tratando de ser quien siempre quiso ser, antes que papa, y así cumplir sus sueños.
* Abogado
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