La historia del pingüino que habla
Después de la premiada película “Huemul, la sombra de una especie”, el documentalista cipoleño Diego Canut está embarcado en un proyecto con científicos, biólogos y Parques Nacionales para contar desde la voz de un ave los riesgos de no asumir el cambio climático.
El publicista y documentalista cipoleño Diego Canut es uno de los generadores de contenidos más creativos de la región. Los trabajos realizados a lo largo de su trayectoria ameritan calificarlo así.
Él se define como director y productor de contenidos salvajes en imagen y sonido. En uno de sus últimos trabajos, la multipremiada película “Huemul, la sombra de una especie”, un huemul alerta, en primera persona, de su peligro de extinción en la cordillera de los Andes.
Ahora, desde la “voz” de un pingüino, nos habla de un futuro horroroso si no hacemos nada efectivo y contundente, al menos una vez, por el cambio climático. Diego acaba de ser padre por primera vez, en sintonía con este pingüino que piensa en voz alta imaginando a su cría, que está por nacer. La paternidad y el medioambiente en ebullición.
P – ¿Cómo surgió la idea de realizar “Pingüinos: Evolución y Supervivencia”?
R – Este proyecto surge desde el momento en que me entero que Islote Lobos pasaba a ser Parque Nacional. Hasta noviembre del año pasado, pandémico, con locura y psicosis en el mundo -que aún hoy persiste-, el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático de Río Negro entrega el área natural protegida, Islote Lobos, a la administración de Parques Nacionales.
¿Qué es Islote Lobos? Googleo: bomba. Me enamoré. Es acá nomás, en nuestra provincia. Muchos animales, mucha biodiversidad, segundo parque nacional de la provincia, la colonia de pingüinos magallánicos más al norte de la Patagonia con menos de 30 años de vida… “Algo tengo que hacer”, pensé de inmediato. Un segundo, dos minutos, un poco más y surgió el proyecto multimedial. No solo la idea de una película, no.
La idea que siempre nos mueve es ir más allá de lo que sí sabemos que podemos hacer, así que resurge y acoplamos a este proyecto otros planes que teníamos en la mochila que, por estar en Argentina, con todo lo que eso implica, jamás habíamos podido llevar adelante hasta hoy.
Vamos a diseñar, también, una Plataforma Digital Verde (PDV), de realidad virtual, inmersiva e interactiva, porque buscamos democratizar la educación y la tecnología.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), toda la región de Latinoamérica y el Caribe lejos están de aportar o invertir en tecnología, mucho menos en educación, mas allá de que, como en Argentina, estudiar sea gratis. Entonces con PDV vamos a poder llevar Islote Lobos y todos los parques nacionales de Argentina a cualquier parte del mundo a través de la realidad virtual.
Así, todos los usuarios vivirán la experiencia como si estuvieran ahí sin haberse movido de su casa, desde la compu, el celular o desde una gafas de realidad virtual. La meta no es solo educar, sino también democratizar compartiendo un espacio, una información y una tecnología con todo el mundo.
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P – ¿Cómo va el trabajo, entonces?
R – Seguimos trabajando. El proyecto, tanto la película como los productos apéndice del “Proyecto Pingüinos”, verá la luz para fines del 2022, por lo que laburar esto es de todos los días: desde la data respecto del ciclo reproductivo del Pingüino, que empieza en septiembre/ octubre y sus particularidades, como cuando la pinguina pone los huevos (2), el primero con una diferencia de 4 días respecto del segundo… Que los huevos tienen un color azulado hasta que, al transcurrir las horas, se va volviendo color tiza, por el calcio de la materia fecal y la oxigenación que recibe el huevo, para quedar del color que tendrá hasta que el polluelo rompa cascaron… O el piar del pichón adentro del huevo que, una vez formado y antes de la eclosión, se puede escuchar el piar del pichon adentro del huevo.
Trabajamos con biólogos, científicos y personal de Parques Nacionales, con quienes ya desarrollamos trabajos en el área. Con ellos prospectamos “La Pastosa”, una de las islas del complejo de Islote Lobos -que son cinco- con miles de aves, pingüinos, lobos marinos de un pelo y dos pelos, sin contar los que te encontrás en la transición a la meseta, como el guanaco, mara patagónica, yarará ñata, zorros y lechuza vizcachera, como para nombrar algunos.
Todo esto nos coloca frente al desafío de filmar toda esta interrelación que se crea entre el mar y la meseta. Así que el camino es largo. Iremos compartiendo contenidos de cada una de las salidas, que las realizamos todos los meses hasta marzo/abril del año que viene, si es que logramos filmar todos los aspectos de la biología del pingüino, para luego ponernos a posproducir todo ese material que seguramente será único e increíble.
Una vez más , Canut recurre a una historia personal para contar tanto la biodiversidad del mar patagónico como los peligros que acechan por el cambio climático, y lo hace a través de la historia de Aucán, un pingüino macho que será padre por primera vez.
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P – ¿Cómo te interpela esta problemática en función del futuro?
R – Me toca directamente. El mundo, el cambio climático, el futuro… No tanto el mío, sino que el de mi hija Charo, de casi 3 meses de vida, quien va a tener muchísimos más desafíos que nosotros por el mundo que le va a tocar vivir.
Y la historia de Aucán -que significa guerrero en la lengua tehuelche o aóniken de los tehuelches meridionales de la Patagonia-, narra en primera persona lo que siento, que es ¿qué mundo les dejamos a las generaciones que vienen? ¿Qué hacemos por mejorar? ¿Qué nos deja esta pandemia? ¿Cuánto aprendimos y cómo lo capitalizamos?
Tengo miedos, pero no de los paralizantes, sino que, desde el lugar que me toca, intento generar un aporte desde lo que amo y desde lo que hago hace mas de 20 años, ligado siempre a la industria audiovisual.
No me quedo de brazos cruzados por más que nos cueste mil hacer películas de naturaleza en un país que solo se llena la boca en términos teóricos de lo que es el cambio climático, que saca una ley de educación ambiental que no ejecuta, por lo que desde la práctica son solo palabras que se las lleva el viento… Y ojo, lejos de hacer política y más allá de que tengo mi perfil definido, hace falta que el Estado, pasen los gobiernos que pasen, invierta en conservación, en educación ambiental real. Y esta película es un ejemplo de ello.
A este proyecto lo bancamos nosotros con algún que otro aporte que nos sirve para que por lo menos podamos pagar toda la nafta para ir y venir, y gracias al aporte real, físico, de equipos que salen cientos de miles o millones, que ponen mis colegan, los que se suman a este desafío que deja lo épico rozando lo absurdo… Aucán, desde la película, nos hablará para que hagamos cosas sustanciales en esta única vida que tenemos.
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P – ¿Expectativas?
R – Esperamos que se vea, ojalá, en todo el mundo. Y que a partir de la difusión, los seres humanos tomemos más conciencia del entorno frágil al que pertenecemos y que debemos no solo cuidar sino sentirnos parte activa como especie.
Canut vive al palo, con sentido ético y estético, siempre. Intenso, jugado. Es un entusiasta de lo difícil, de desear ser quien quiere ser más allá de los impedimentos, económicos inclusive.
“El mundo de la ciencia, de la biología y del cine documental de vida silvestre es muy de élite. Pero acá estamos nosotros que también lo podemos hacer porque tenemos más que mucho amor para ir para adelante”, comenta. Si bien lo conocemos desde hace muchos años nunca está de más preguntarle: ¿quién sos, Diego Canut?
“Soy alguien que camina en la cornisa, descreído, pero sin dejar de creer en nosotros como hacedores de buenas historias y momentos felices”.
El antecedente de “Huemul”
Uno de los trabajos más elogiados -y premiados- del documentalista cipoleño fue “Huemul”, donde también se apuntaba a señalar el peligro de extinción de los huemules en la cordillera de los Andes.
Filmado entre 2013 y 2014 en las regiones de Aysen y Magallanes, en Chile; y también en el Parque Nacional Los Glaciares, en Argentina, este documental fue el resultado de un año y medio de seguimiento a la pareja de ciervos Nehuen y Sayen, quienes a lo largo del documental llevan adelante el ciclo de reproducción de sus crías.
Aquella coproducción se llevó adelante entre la productora argentina “Angelito Cruz Diablo” (hoy conocida como “Indomnia Films”) y la ONG chilena “Aumen”, y tuvo gran éxito.
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