La historia de Neuquén a través de sus tumbas
Estudiantes de Turismo ofrecen una visita guiada al cementerio central de la capital neuquina. Hilvanan historias y leyendas a medida que recorren lápidas y panteones.
Matías Subat
NEUQUÉN (AN).- Ismael Nordenstrom, uno de los 14 hijos de “el patriarca” Enrique, fue el niño que dio un discurso de bienvenida al ministro del Interior Joaquín González el 12 de setiembre de 1904 cuando inauguró la capital del territorio nacional, y fue comisionado municipal 50 años más tarde cuando recibió el decreto de provincialización. José Fava consiguió una rebaja en el precio de las tierras al prometer a su propietaria, la porteña Valentina Brawn De Declaut, que iba a poner su nombre a la colonia que fundaría. La mujer de Juan Portanko, el ferroviario ruso que escapó de su país al negarse a jurar fidelidad al zar, fue la dueña de la estancia Zainuco donde ocurrió la matanza de los presos que se escaparon de la U9.
Tres de las 20 historias que se pueden disfrutar en boca de un entretenido relator, estudiante de Turismo de la Facultad de Turismo de la Universidad del Comahue, nada menos que en el cementerio Central de la ciudad de Neuquén. Es la primera experiencia de ‘necroturismo’ que se hace en la región y se repetirá todos los jueves a las 17 según se informó Noemí Gutiérrez de la cátedra práctica profesional de la carrera de guía de turismo.
Lucas Jara fue uno de los guías que el jueves amenizó una visita que duró dos horas, luego de dividir a los visitantes en grupos para hacer más intimista el hecho histórico. Se observó una preparación sólida en cuanto a conocer la historia de la ciudad de Neuquén y la capacidad para encontrar en las más de 8.000 tumbas y nichos una veintena de anécdotas para entretener al grupo con retazos del pasado.
La visita comienza en la puerta del cementerio donde se describen las tres partes del mural “Los Elogios” de 75 metros que realiza el artista Carlos Juárez y luego en su interior se puede ver el único panteón con cúpula, que es de la familia de Miguel Mango, declarado monumento histórico municipal.
El cementerio tiene a los costados de la calle principal, a unos 100 metros del ingreso, dos cruces a ambos lados con leyendas que hacen referencia a la madre y al padre. “Son para que quienes tienen muertos los padres en otro lado puedan venir acá y dejar flores en su memoria”, dice Jara.
Los aspectos más morbosos también están atendidos en esta visita cuando se muestra la parte de cementerio que posee tumbas en las que se ignora el difundo donde, desde el interior de una de ellas crece un árbol, otra que se derrumbó la tapa y se puede observar un antiguo féretro que ya perdió su condición de madera.
El cementerio data de 1906 después que Carlos Bouquet Roldán cumpliera aquel dicho: “allá arriba lejos, sobre aquella colina, hemos resuelto que los que aquí mueran suban a la tumba, así quedamos bien nosotros junto al agua y ellos cerca del sol”. Hoy el cementerio quedó en el centro de la ciudad.
Famosos y anónimos terminan en el mismo lugar y se convierten en testimonios de la ciudad.
Matías Subat
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