La gobernación marítima
Por Héctor Pérez Morando
El discurso y acción del gobierno militar defacto que depuso al presidente Castillo en 1943 largó amarras por medio de la Marina Argentina hacia el "confín del mundo", la tierra de tres grupos aborígenes muy especiales y que habían merecido preocupación de anglicanos primero y salesianos después, como también balas de aventureros y no tanto. Triste historia. El entonces presidente gral. Pedro P. Ramírez puso la firma el 18 de agosto de 1943 al decreto-ley 5.626 que introducía similar forma de gobierno al que poco después, más al norte, en territorios chubutense y santacruceño sería la "Gobernación Militar de Comodoro Rivadavia" ("Río Negro", notas IX y X, 13 y 18/2/03). En el reparto se respetó la tradición naval de la "tierra de los fuegos" y el art. 1º expresaba: "El Gobierno del Territorio Nacional de la Tierra del Fuego con la Isla de los Estados será ejercido por un Oficial Superior de la Armada, en servicio activo, nombrado por el Poder Ejecutivo a propuesta del Ministerio de Marina, con el título de Gobernador Marítimo del Territorio de la Fierra del Fuego" (sic). Los arts. 2º y 3º entregaban la suma del poder al decir que el gobernador marítimo "es la autoridad local superior y está investido de todas las facultades que le confiere la Ley Orgánica de los Territorios Nacionales (núm. 1.532) y demás leyes que la complementan" y además era "el Comandante Superior de todas las fuerzas navales, aéreas y terrestres. ….y Comandante en Jefe de las fuerzas de policía marítima y terrestre…. Y ejerce superintendencia sobre los funcionarios de las reparticiones administrativas nacionales, que funcionen en el Territorio". También, podía reglamentar "los deberes y atribuciones de los funcionarios civiles, con excepción de los del Juez Letrado y jueces de Paz del Territorio cuyas funciones se ajustarán al texto de la ley respectiva". Acompañaron la firma presidencial, el vicepresidente S. H. Sueyro (contraalmirante), cnel. Gilbert, Storni (vicealmirante), Santamarina, cnel. Anaya, gral, Farrel, B. Sueyro (contraalmirante), gral. Mason y Galindez (vicealmirante). La aeronáutica argentina todavía no tenía vuelo importante.
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