La familia siria refugiada en Roca busca integrarse

Estudian español dos horas por día, ya hacen compras solos y los chicos van a la escuela. Una red solidaria los contiene mientras buscan superar los horrores vividos en la guerra.

¿Cómo está la familia Siria refugiada en Roca, a un mes de su llegada?

Raja Al-Zarouni acompaña cada día a sus cuatro hijos menores hasta la puerta de la escuela 168 de Roca. Queda apenas a seis cuadras de su casa, pero el instinto protector le impide por ahora dejarlos ir solos. En medio de la guerra civil en Siria, era impensable no estar todo el tiempo sobre ellos, incluso en la vereda. Y el recuerdo del conflicto activa reflejos condicionados. Hace unos días, al escuchar la explosión de una moto con escape libre, corrió a encerrar a todos a la casa. Para alguien que vio estallar un coche bomba en la vereda de enfrente, es algo casi natural.

En estos días, el principal esfuerzo de toda la familia de refugiados sirios que se instaló en Roca hace un mes es aprender el español. “Por ahora están aprendiendo frases básicas y útiles, como preguntar un precio, dónde queda una dirección o a pedir permiso en la escuela para ir al baño”, explica el pastor Rubén Lago, de la iglesia Comunidad Cristiana, que los aloja en la ciudad. “Expresar sentimientos o ideas más complejas todavía les es difícil, el traductor de Google no da para tanto”, se ríe. Con ayuda de otra organización, estudian castellano dos horas por día con un sistema denominado Thompson, que permite enseñar un idioma por asociación de palabras y frases , aunque el docente no domine la lengua original del alumno, como el árabe.

Sin embargo, “por lo que hemos hablado ellos están muy contentos: dejar lejos la violencia y la incertidumbre y comer todos los días ya es muy bueno. Los cuatro hijos más chicos ya empezaron a ir a la primaria en la escuela 168, donde la comunidad educativa los ha recibido muy bien. Obviamente el objetivo es la integración, que entren en contacto y jueguen con otros chicos, para aprender contenidos ya habrá tiempo”, señala.

Cosas sencillas y cotidianas a ellos los sorprenden. “El otro día un hermano los invitó a su chacra y para ellos fue toda una aventura aprender a andar en bicicleta. Los más chicos (10, 8 y 6 años) nunca se habían subido a una. En un ambiente donde habían balaceras, bombazos y escasea la comida, la recreación es un lujo. Si las casas y edificios están destruidos, imagínate plazas o espacios verdes. No había”, señala el pastor. Otra es la relación con las mascotas: le tienen pánico a los perros. En Siria abundan las jaurías hambrientas y son un peligro para los más chicos.

La hija mayor, Heba, de 14 años y la única que habla algo de español, concurre al CEM 1, que tiene experiencia con alumnos de intercambio. “Los primeros días fueron algo frustrantes para ella, para los adolescentes es distinto a los más chicos, pero ahora está mejor. Está contenta porque al menos en matemáticas, que es un sistema de signos universal, le está yendo bien”, agrega Lago.

La familia y sus anfitriones confían en terminar de tramitar sus DNI con residencia provisoria, que les permitirá a los padres comenzar a buscar empleo. “Raja está desesperado por trabajar. Ya nos pidió pintura y comenzó a hacer arreglos en la casa donde se están quedando”, relata el pastor.

La ansiedad por comenzar una vida “normal” es mucha. Por el momento, la familia vive de la solidaridad de la comunidad religiosa evangélica y de otros vecinos. Una panadería les aporta un kilo diario y la iglesia tiene un fondo para que puedan realizar una compra semanal. “Primero los acompañábamos, pero ya se están animando a comprar ellos solos”, destacó Lago. Además recibieron donaciones de ropa, juguetes y artículos del hogar. Un dato a favor de la sociabilidad en Argentina: son aficionados al mate, un ritual que conocen porque Siria es el principal importador de yerba, aunque allí se toma en forma individual.

Pero el horror de la guerra también se hace presente. Ayer mismo, recibieron un watsapp de un familiar, informándoles la muerte violenta de un primo cercano.

Siete años de una guerra civil que ha destrozado el país

El jueves 15 se cumplieron siete años de guerra civil que han destrozado a Siria y generado una ola de violencia y una crisis humanitaria que se expandió por el mundo. La mayoría de los expertos creen que el conflicto está lejos de finalizar, ya que ninguno de los bandos contendientes está en condiciones de imponerse en todo el país y los intereses cruzados de las potencias mundiales y regionales que intervienen hacen imposible una tregua impuesta desde el exterior.

La guerra en Siria es considerada una de las peores tragedias humanitarias de la historia moderna. Comenzó en marzo de 2011 con protestas pacíficas contra el régimen autoritario de Bachar Al Assad, en el marco de la denominada “Primavera Árabe”, una serie de rebeliones en pro de derechos democráticos que afectó a varios países del mundo árabe. El 15 de marzo se produjo la represión más brutal de las manifestaciones y la crisis fue volviéndose más compleja , a medida que entraron en juego nuevos actores armados.

Las potencias mundiales y regionales comenzaron a respaldar bandos. Irán y Rusia al régimen de Al Assad, Estados Unidos Europa y Arabia Saudita a los rebeldes. En la confusión, surgieron grupos yihadistas con agenda propia: el Estado Islámico, que pretendía extender un califato fundamentalista y se apropió de vastas extensiones de territorio en ese país y en Irak. Al Qaeda también comenzó a operar en diversos corredores de influencia. Finalmente, los rebeldes kurdos, el Hizbollah libanés, Jordania, Israel y Turquía también comenzaron a tallar con sus propios intereses. De este modo, la guerra civil siria se fue transformando en una constelación de conflictos en donde los bandos cambian de acuerdo a intereses tácticos y geopolíticos.

Hoy se calcula que operan al menos 1.200 grupos combatientes (ver aparte). Esta enorme fragmentación y la multiplicidad de intereses presentes han dificultado los esfuerzos de paz.

En el medio, quedó un país destrozado, casi sin infraestructura ni economía posible, donde florecieron las mafias y el mercado negro. Todos los bandos han violado las reglas humanitarias mínimas de los conflictos: ataques con armas químicas, uso de civiles como escudos humanos, abusos sexuales masivos, bloqueo de convoyes humanitarios o bombardeos de hospitales y escuelas han sido moneda corriente.

Según el último balance más de 511.000 personas murieron desde 2011, hay al menos 6 millones de desplazados internos y casi 5,6 millones de refugiados esparcidos por el mundo.

Se estima que 13,2 millones de sirios, más de la mitad de su población, dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir. Unos 5,3 millones de ellos son niños, según estimaciones de Unicef.

Con el Estado Islámico casi desalojado de sus enclaves a partir de 2017, la lucha parece concentrarse ahora en otros frentes.

Los más activos son en Guta Oriental, una región al noroeste de Damasco que es un bastión rebelde y ha sido atacada duramente por el gobierno sirio en los últimos días, donde unos 400.000 civiles están atrapados en los combates. Otro frente activo es el de Afrin, cerca de la frontera con Turquía, donde los rebeldes kurdos que desalojaron al EI de la zona se enfrentan ahora a una ofensiva turca, que rechaza el reclamo de autonomía kurdo en esa zona, porque teme que se extienda a su territorio.

Hoy, el gobierno de Al Assad parece haberse fortalecido gracias sobre todo al apoyo de Rusia, las milicias rebeldes pro-occidentales están en retirada pero aún controlan grandes franjas del país, y las potencias no se ponen de acuerdo sobre un acuerdo mínimo que permita frenar la carnicería. Todo indica que no habrá paz en Siria pronto. Más bien su territorio seguirá siendo un campo de batalla donde las potencias dirimen conflictos y el gran perdedor sigue siendo la población civil.

Una brutal represión de las protestas el 15 de marzo de 2011 derivó en una lucha armada animada por intereses geopolíticos múltiples y que está lejos de su fin.

El caso de Bariloche

que no prosperó

Bashar Badro fue el primer refugiado sirio que llegó a Bariloche en julio pasado. Llegó a la Patagonia con mucha expectativa y la ayuda del Nodo Lagos del Sur del Refugio Humanitario. Pero este joven ingeniero agrónomo de 34 años, que poco dominaba el español, no logró insertarse en la comunidad y la falta de trabajo alentó a que tome otro rumbo y emigró a Buenos Aires, donde hoy trabaja en un restaurante de comida árabe.

archivo

1.200 grupos armados en pugna

Los niños de la familia comenzaron con actividades que antes tenían vedadas por el peligro, como andar en bicicleta, jugar en la plaza o practicar fútbol.

Datos

Una brutal represión de las protestas el 15 de marzo de 2011 derivó en una lucha armada animada por intereses geopolíticos múltiples y que está lejos de su fin.
Los expertos estiman que actualmente operan 1.200 grupos armados en Siria, que van desde células de unas pocas decenas a cientos de combatientes. El Instituo Elcano de España los agrupa en cuatro sectores principales:
Los sirios que luchan en favor de Al Assad, principalmente el ejército sirio regular y milicias aliadas.
Los sirios que luchan contra el régimen, muy fragmentados y debilitados tras el abandono del apoyo de Occidente. Los hay laicos y fundamentalistas islámicos como EI y Al Qaeda.
Los kurdos, que buscan autonomía en las regiones donde son mayoría.
Las fuerzas de las potencias extranjeras: Turquía (busca impedir el avance kurdo), las monarquías del Golfo (Arabia Saudita, Emirato Árabes, Qatar) y milicias iraquíes. EE. UU. y la OTAN apoyan a los rebeldes con bombardeos aéreos contra yihadistas, pero sin golpear al ejército de Al Assad. Rusia e Irán respaldan totalmente al régimen con fondos, apoyo aéreo, asesores y militares.
Los niños de la familia comenzaron con actividades que antes tenían vedadas por el peligro, como andar en bicicleta, jugar en la plaza o practicar fútbol.

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