Lecciones para que el aire sea más puro el día después de la cuarentena
El mundo se detuvo y al dejar de contaminarlo hay señales esperanzadoras con la mejoría de la calidad del aire. ¿Qué hacer cuando la demanda eléctrica, las industrias y el transporte vuelvan a estar en marcha? Las respuestas de Eija Asmi, científica finlandesa que desarrolla sus investigaciones entre la Antártida y Buenos Aires.
Los canales de Venecia están cristalinos, el Himalaya es visible a 200 kilómetros desde la India por primera vez en 30 años, las imágenes satelitales en la Argentina muestran a las ciudades más importantes del país con menor polución.
Junto a las fotos de osos, cabras, guanacos, leopardos y otros animales que recuperan territorio con los humanos en retroceso, por estos días circulan cientos de ejemplos esperanzadores sobre el impacto de la mejora en la calidad del aire en todo el planeta. Es la otra cara de la pandemia.
“La mejora en la visibilidad y calidad del aire se notan con los ojos y la nariz en las grandes ciudades y en las mediciones globales”.
Eija Asmi, coordinadora de investigación del Instituto Meteorológico de Finlandia
«La crisis del Coronavirus podría desencadenar la mayor caída anual de emisiones de CO2 en 2020, más que durante cualquier crisis económica o período de guerra anterior”, señala un reporte de Carbon Brief.
Hay mucho qué aprender de lo que ocurre en estos días de sacar conclusiones para cuando las industrias, los transportes y la demanda de electricidad se vuelvan a poner en marcha.
Pero respirar un aire más puro y detener las consecuencias del cambio climático no es una cuestión de meses de cuarentena o de años de combate a un virus. Si se tiene en cuenta, por ejemplo, que mueren cinco millones de personas al año por la contaminación atmosférica, es mucho más que eso: se trata de generaciones que deben convivir con niveles de emisiones cada vez menores para sanar al mundo de a poco.
“Si no lo hacemos, estamos en peligro de entrar a una catástrofe que no tiene salida rápida”, expica Eija Asmi, coordinadora de investigación en el Instituto Meteorológico de Finlandia. A partir de un convenio del Servicio Meteorológico Nacional con su par finés, desarrolla sus trabajos en Buenos Aires. A la científica nórdica le interesa en especial la investigación de las partículas de aerosoles en la atmósfera y su impacto climático y por eso estuvo ocho veces en la base Marambio de la Argentina en la Antártida.
“Al caer las actividades industriales y el tráfico, caen las emisiones de gases de efecto invernadero (CO2 más que nada), partículas, aerosoles y varios otros contaminantes. Esto tiene un impacto casi inmediato en la calidad del aire”, describe la investigadora.
¿Qué efectos inmediatos se advierten hoy? “La mejora en la visibilidad y en la calidad de aire, que ya se pueden notar con los ojos y la nariz en las grandes ciudades, pero las mediciones globales también lo muestran. Esto va a tener un impacto positivo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que mueren alrededor de cinco millones de personas cada año por la contaminación atmosférica. Esperemos que este año la cifra sea menor”, señala.
Otro factor importante que incide en la salud mundial es el cambio climático.
“Todos sabemos que hay que cortar emisiones para ralentizar el calentamiento y cambio global. En esta crisis tenemos una ‘prueba’ de lo que significa. La caída en las emisiones de CO2 puede ser grande este año y puede ayudar a cambiar la dirección del camino actual, que sigue empeorando la situación. Sin embargo, el impacto en el clima global solo se ve en el largo plazo. ¡Todo depende de cómo seguimos después!”, afirma.
En estos días de cuarentena, la mejora en la calidad del aire también fue advertida en la Argentina por las mediciones realizadas en ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Rosario y San Miguel de Tucumán por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).
En cambio, en la Antártida no se detectaron cambios en los valores de partículas de aerosoles ni en los gases. “El impacto, si hay, se ve en el largo plazo”, afirma la investigadora. “Como bien sabemos, los cambios en el nivel de gases de efecto invernadero toma años o décadas. No hay manera inmediata de cambiar el rumbo del cambio climático con un acto tan sencillo como es parar las emisiones por un rato”, advierte.
«Cuanto más lejos vamos, más difícil será volver. Y no es una cuestión de meses como la cuarentena, ni de años como la lucha contra el virus. Es una cuestión de generaciones. Debemos empezar a cortar hoy las emisiones de CO2»
Eija Asmi
“Cuanto más lejos vamos, más difícil será volver –continúa-. Y no es una cuestión de meses como la cuarentena, ni de años como la lucha contra el virus. Es una cuestión de generaciones. Debemos empezar a cortar hoy las emisiones de CO2 para ver el impacto en el futuro. Si no lo hacemos, estamos en peligro de entrar a una catástrofe sin una salida rápida”.
¿Qué tendríamos que tener en cuenta a futuro de lo que aprendemos en estos días? “Como primera reflexión, estas ‘pruebas’ nos pueden ayudar a evaluar qué emisiones deberíamos (o podríamos) cortar para que tengamos el máximo impacto positivo, responde-. Y también nos pueden hacer pensar en esto: si ya sabemos que el Coronavirus tiene un impacto fuerte en la economía, ¿qué pasaría si en el futuro el cambio climático causara problemas tan graves que no nos dejara otra posibilidad que priorizar a la gente y olvidar la economía? ¿No sería mejor anticiparnos antes de que sea demasiado tarde?”
Mientras la cantidad de muertes por el coronavirus en el mundo es de alrededor de 200.000, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay unos cinco millones de fallecimientos al año causados por la contaminación atmosférica.
“A medida que el mundo se calienta y aumenta la población, nuestros motores continúan emitiendo emisiones sucias, y la mitad del mundo no tiene acceso a combustibles o tecnologías limpios (por ejemplo, estufas y lámparas). El mismo aire que respiramos se está volviendo peligrosamente contaminado: nueve de cada diez personas están respirando ahora aire contaminado.
Los efectos de la contaminación del aire sobre la salud son graves: un tercio de las muertes por accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y cardiopatías se deben a la contaminación del aire. Se trata de un efecto equivalente al de fumar tabaco y es mucho más grave que, por ejemplo, los efectos de ingerir demasiada sal”, advierte la OMS.
La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) publicó mapas satelitales que muestran la disminución del nivel de contaminación atmosférica con imágenes tomadas antes y después de la cuarentena en Buenos Aires (abajo), Córdoba, Rosario, Mendoza y Tucumán.
Los promedios de las tres semanas previas y posteriores obtenidos de las observaciones diarias hechas por el satélite Sentinel-5p muestran que el dióxido de nitrógeno (NO2) presente en la atmósfera de los centros urbanos más importantes del país se ha reducido significativamente.
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