«La Escuelita» VII en Neuquén: declaró un exdiputado del Frejuli

"A mí no me picanearon, pero hay gente que desapareció y eso no se puede tolerar", dijo Raúl González. Fue una de las últimas personas que vio con vida a los desaparecidos Shedan y Asenjo.

Con la declaración del exdiputado del Frejuli, Raúl González, comenzó el abordaje del secuestro y tormentos a los diputados peronistas en 1976. Según describió, mientras estuvo desaparecido en el centro clandestino de Bahía Blanca, a su esposa en el regimiento de Zapala los militares le aseguraron que no volvería porque era el dirigente patagónico del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo).

“Cuando me  liberaron desde la U9 de Neuquén, Reinhold se presentó y me preguntó: ‘¿cómo la pasaste?’”, relató. Agregó que el jefe de inteligencia del Comando le  dijo “viste, los que no tienen nada que ver, se van”.

Oscar Reinhold es uno de los 15  acusados en este tramo, imputado de secuestro, desaparición forzada, homicidio y violación, entre otros delitos.

“Yo creo que Reinhold debe estar condenado; con preguntarme si me trataron bien… a mí no me picanearon, me llevaron porque creían que era del ERP y me tuvieron pocos días, pero hay gente que desapareció y eso no se puede tolerar. No se puede tolerar que la gente sea perseguida por una cuestión de ideas”, sostuvo en la rueda de prensa.


Secuestrado en Zapala


El juicio por los delitos de lesa humanidad en Neuquén continuó ayer (Florencia Salto)

González describió que fue secuestrado en su casa de Zapala, llevado a la U9, luego trasladado en un avión hasta Bahía Blanca, en un trayecto donde le dieron “gomazos” todo el tiempo mientras le preguntaban por la diputada René Chavez, que integraba el bloque del Frejuli por el sector de la juventud peronista.

Explicó que al salir de Neuquén había habían varios hombres y cinco mujeres jóvenes, de las que sólo conocía a una prima de su esposa, Elida Sifuentes, otra de las denunciantes en esta causa.


Asenjo y Shedan


“Allá estuve esposado en un lugar como una caballeriza, con Pedro Asenjo (por Jorge Asenjo) y Corvalán Schedan (por Juan Carlos Shedan), a los que no conocía. Ellos se conocían entre ellos y Asenjo le decía a Shedan, que a él no lo tenían. Y Shedan le contestó que  hace un año y medio que no estaba metido en nada”, sostuvo González.

Shedan y Asenjo siguen desaparecidos y González pudo haber sido una de las últimas personas que estuvo con ellos.

“Cada vez que venía del quirófano, Schedan no podía dejar de lamentarse por el maltrato; y lo callaban a los golpes”, les dijo a los jueces del Tribunal.

(Foto Florencia Salto)

González luego fue trasladado a una casona donde “entraba y salía gente todo el tiempo”.

Permaneció en cautiverio desde el 13 de junio de 1976  hasta el 1 de julio, cuando lo regresaron a la U9 de Neuquén, donde lo fue a buscar su familia.

“Cuando nos vimos con Buamscha, no nos reconocimos”, al reencontrarse de regreso otra vez en la U9.

 Ambos eran compañeros de bancada en el PJ y estuvieron juntos en Bahía Blanca pero González no lo supo hasta que los guardias les ordenaban identificarse, ya que estaban atados y vendados en el centro clandestino.


«La verdad por sobre todo»


“No hay lazos ni de sangre ni de parentesco que estén por encima de la verdad y de la verdad histórica”, dijo Pablo Krahulec al finalizar su testimonio ayer en una audiencia en la que confirmó los dichos que escuchó de Eduardo París sobre su secuestro y torturas en junio de 1976.

Krahulec es dirigente de la Unter en Cipolletti y era activo militante por la aparición de Sergio Ávalos en la Universidad del Comahue cuando París hizo pública la identificación del policía rionegrino Enerio Huircaín como parte del grupo de tareas que lo sacó del banco Los Andes para terminar en Bahía Blanca.

Huircain es su tío político (esposo de una hermana de su mamá), y con la  revelación sobre su actividad represiva “mi familia estaba impactada; les dije que iba a estar a disposición de la familia París”, reiteró ayer.

(Foto: Florencia Salto)

Krahulec militaba junto con la sobrina de París, y comprobó con familiares hechos que no conocía, como que Huircaín había sido policía en tiempos de dictadura y que algunos de sus compañeros de trabajo eran policías  rionegrinos del ala de inteligencia, como Miguel Quiñones.

“Él dijo que era mentira -su participación en la represión- y que todo esto había sido orquestado por mí, como lo dijo en la audiencia de 2012; pero otros testigos relataron las mismas situaciones, como Sotto”, destacó.

Krahulec denunció luego cuando su auto apareció lleno de sangre. “Tomé mis recaudos porque él dijo que quien se metía con él y su familia, más vale que no lo dejara vivo. Tiene una empresa de seguridad y está demostrada su vigencia como alguien  con medios para hacer inteligencia”.


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