La erupción del volcán dejó poca investigación

A seis años del episodio del Puyehue, los vulcanólogos patagónicos aún solicitan recursos y tecnología necesaria para el estudio de estos fenómenos.

Seis años pasaron de aquella tarde en que de golpe, se hizo de noche y comenzó a caer ceniza volcánica. La erupción del volcán cordón Caulle-Puyehue el 4 de junio del 2011 marcó un antes y un después. Más aun para los vulcanólogos patagónicos que soñaron con relatar el fenómeno en primera persona.

Pero más allá de la experiencia y la emergencia, no se consiguieron más recursos para la investigación. Tampoco se incorporaron profesionales, ni equipos, ni vehículos “para salir al campo”.

“Desde lo profesional, fue maravilloso porque pudimos vivir el proceso natural que uno estudia y para lo que se prepara. Se hicieron diversos análisis de los efectos y se establecieron contactos con colegas del exterior”, expresó el vulcanólogo Gustavo Villarrosa, profesor del Centro Regional Universitario Bariloche e investigador del Conicet.

Reconoció que más allá del impacto por la erupción, el evento generó una sobrecarga de trabajo y todo tipo de estudios e información.

“Hubo poco tiempo para abordar el fenómeno desde la perspectiva científica porque nos vimos involucrados en la gestión de la emergencia y en las necesidades políticas. Había mucha incertidumbre y nos pedían constantemente que expliquemos qué pasaba y qué podía llegar a ocurrir. Nos encargaban análisis de todo tipo. Muy interesante todo pero sin recursos”, relató el geólogo.

Advirtió que “no hay aun un conocimiento acabado de la historia de los volcanes activos de la Patagonia. En Argentina, hay condiciones climáticas y topográficas muy diversas que se pusieron de manifiesto con el Cordón Caulle y el Calbuco. Queda mucho por estudiar respecto a la historia volcánica regional que permitiría establecer escenarios de riesgo a futuro”.

Villarrosa insistió en “la necesidad del financiamiento de programas especiales que fortalezcan la investigación. Estamos a favor del monitoreo de los volcanes pero sin saber qué podemos esperar de ese volcán, es decir sin investigación, el monitoreo es incompleto”.

Advirtió que “estamos muy atrás con respecto a otras regiones del mundo. Hacen falta organismos técnicos que nos permitan interpretar los volcanes y hacer un mapa de riesgo. El Sernageomin en Chile ha incorporado muchos científicos en los últimos años y a la vez, interactúa mucho con universidades”.

Recientemente se creó el Instituto Andino Patagónico en Tecnologías Biológicas y Geoambientales que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue con un perfil de ciencia aplicada.


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