Vacaciones de invierno en la Patagonia: así fue el primer viaje de La Trochita
Pasaron 16 meses para que el legendario tren a vapor volviera a salir en Chubut. Carlos Aguero, maquinista del Viejo Expreso Patagónico, relata cómo fue la primera salida desde Esquel a Nahuelpan, entre valles y laderas nevadas.
Esa mañana fría y nublada, abrigado con la campera azul, nada le quitaba la sonrisa del rostro al maquinista Carlos Agüero. Cuando ya les habían tomado la temperatura a todos los pasajeros como lo marcan los nuevos protocolos, hizo sonar el inconfundible silbato, ese que convoca como un imán. Tras esa señal, los últimos turistas subieron a La Trochita en la estación de Esquel.
El foguista Pedro Morales le confirmó con un pulgar hacia arriba que todo estaba en orden en la caldera y se aprestaron a arrancar: después de 16 meses de inactividad por la maldita pandemia, por fin volverían a surcar Chubut a bordo de esa reliquia que los ferroviarios sienten como propia. “La cuidamos como si fuera de oro”, dice Carlos, de 59 años y 35 de experiencia en el Viejo Expreso Patagónico.
Eran las 10 de la mañana del viernes 9 de julio cuando abrió la válvula del regulador y accionó la palanca para que avanzara el legendario tren a vapor. Como en los viejos buenos tiempos, la locomotora Henschel 114 construida hace 99 años en Alemania remolcó a los cuatro vagones de la formación rumbo a una nueva aventura a los pies de la Cordillera de los Andes.
“El último viaje había sido el 14 de marzo del 2020. ¿Si estaba emocionado? Y sí, este tren tiene magia. Lo extrañábamos”, responde.
En el viaje inaugural de las vacaciones de invierno, en el primer vagón la guía y coordinadora de Turismo en la estación de Esquel Cynthia Hernández notaba la misma emoción entre los pasajeros, 105 por los protocolos que reducen la capacidad, con las ventanas abiertas para que circule el aire.
Hasta ahora con pasajes agotados, sale los martes, jueves y sábados a las 10, pero hay que estar atento a los servicios adicionales: el último viernes, por ejemplo, se sumó uno por la demanda.
Sentado cerca del ojo de buey en la locomotora (si se empaña por lluvia o nieve debe sacar la cabeza afuera para mirar) Carlos hizo sonar el silbato largo en los cuatro cruces como establece el reglamento: en la avenida Perón a la salida de Esquel, en el camino que lleva al centro de esquí La Hoya, en la ruta 259 y en la famosa 40.
Pero a los bocinazos desde los autos y las chatas y a los residentes y visitantes que extendían los brazos y movían las manos para saludar el paso del tren, el conductor les respondía con otra melodía. “La de Carlitos Balá, ¿te acordás? Ta-ta-ta-ta-ta… tá-tá”, tararea Carlos y se ríe.
La misma sonrisa plena que cuando cuenta la anécdota de la salida de prueba antes del 9 de julio: Bombón, el perro de Valle, uno de los mecánicos del taller en Esquel, cuando vio que se iba La Trochita salió a correrla. «Tuvimos que frenar y subirlo, mirá si le pasaba algo», relata.
Días después, ya a bordo con los turistas, las guías Mariana y Nadina contaban detalles del recorrido y respondían las preguntas de los turistas. La más repetida: cómo hacen para que esta maravilla todavía ande. Pero a medida que avanzaban, la mayoría de concentraba en las vistas y algunos sentían vértigo si las vías se elevaban o si el tren se inclinaba en una curva.
Los valles, la estepa patagónica, el cordón montañoso nevado se sucedían. Como siempre, uno de los puntos que levantó más admiración fue la Curva del Huevo, que por su viraje gradual permite tomar panorámicas en las que el tren se integra al paisaje.
Por si faltara un detalle, una nevadita recibió a los visitantes en la estación Nahuelpan, a donde arribaron tras una hora de recorrido.
Allí permanecieron durante otra hora, con tiempo para caminar, recorrer el Museo de Culturas Originarias y la Casa de las Artesanas de la comunidad mapuche tehuelche que vive en la zona y comprar unas deliciosas tortas fritas.
En el regreso, luego de la desinfección, todos los pasajeros regresaron en los mismos asientos en los que viajaron en la ida y disfrutaron de la Patagonia desde otra perspectiva,
Una vacante en la Patagonia lo trajo desde Tres Algarrobos, al noroeste de la provincia de Buenos Aires. Era aspirante a conductor cuando se encontró con la mujer de su vida en el tren: Amalia estudiaba para ser maestra y viajaba entre Esquel y El Maitén. Los alumnos del Colegio 758 de Esquel filmaron un cortometraje inspirados en su historia: La trochita, testigo de un amor.
Hoy, 35 años después, uno de los tres hijos de la pareja se prepara para seguir sus pasos en este lugar donde los días transcurren entre paisajes de cuento y nada altera el otro amor que une a la comunidad, ese Viejo Expreso Patagónico que unió pueblos y trasladó cargas hasta que un día lo cerraron como a tantos otros ramales en los 90.
Tardó poco en regresar, reconvertido en un ícono turístico diferente. Como lo dice el propio Carlos, que conoce cada palmo del trayecto del invierno al verano, con lluvia, viento o nieve, con los colores del otoño y la primavera: “Lo lindo de La Trochita es que cada viaje es distinto al anterior”.
Mayores residentes nacionales: $ 3.000, residentes provinciales $ 2.300 y de Esquel y Trevelin $ 1,200. Para jubilados y estudiantes universitarios, residentes nacionales y provinciales $ 2100 y de Esquel y Trevelin $1200. Menores de 6 a 12 años: $ 1.800; $ 1.700 y $ 1.200 respectivamente. Menor de cinco años sin cargo (sin derecho a asiento).
El pasaje se puede comprar en agencias de viaje al mismo valor y también es posible reservar por correo electrónico a info@latrochita.org.ary pagarlo en efectivo en la estación. Sale los martes, jueves y sábados a las 10. Por los nuevos protocolos, hay que presentarse una hora antes. Es una salida de tres horas: una hasta la estación Nahuelpan, una hora allí y otra para regresar a Esquel.
Para este martes ya está completo, pero aún hay lugares disponibles para el jueves y el sábado, de acuerdo con la información que aporta la guía y coordinadora de Turismo en la estación de Esquel, Cynthia Hernández, que llegó hace 20 años a esta paraíso y nunca quiso irse.
¿Qué pueden hacer los pasajeros por La Trochita? Su respuesta: «El tren es patrimonio histórico nacional, parte de la historia de todos. Nosotros tenemos la suerte de trabajar acá, pero el tren es propiedad y responsabilidad de todos. El hecho de difundirlo, que le cuenten a sus amigos la experiencia cuando viajaron es lo que pueden hacer los pasajeros para ayudarnos a cuidar el tren y que siga corriendo«.
Más información: www.latrochita.org.ar https://www.esquel.tur.ar/
En el caso de Río Negro, La Trochita hizo viajes en el verano entre Jacobacci y Ojos de Agua, pero ahora el servicio está inactivo.
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