La depresión en el fútbol, un tema que no hay que esquivar
Los problemas psicológicos en los jugadores son una constante.
El fútbol tiene implicancia cultural en Argentina. Por su relevancia social, expone situaciones que muchas veces pasan desapercibidas y que saltan a la luz cuando ya es tarde. La última fue la de Santiago García, quien se suicidó en su departamento en Mendoza.
Morro García, se fue un distinto
El caso del Morro conmocionó a la opinión pública y abrió el debate, al menos por un rato, sobre la importancia de la salud mental, tanto en el deporte más popular, como en el día a día de cualquier persona.
Pero la muerte del uruguayo no es la primera que se da relacionada al fútbol en la época contemporánea de nuestro país. Por eso representa otro llamado de atención a las instituciones y a la comunidad deportiva, donde muchas veces se subestima la importancia de combatir la depresión.
Incluso los datos son alarmantes, porque es el propio Sindicato Internacional de los Futbolistas el que, según su relevamiento, afirma que el 38% de los jugadores profesionales sufre problemas psicológicos o depresión.
En tiempos del fútbol como hoy lo conocemos, el primer caso de gran impacto mediático fue el del jugador de San Lorenzo Mirko Saric. El joven tenía un gran presente en el Ciclón y por su perfil muchos lo proyectaban para hacer carrera en Europa. Sin embargo, como cuenta su DT por entonces, Oscar Ruggeri, Saric le dijo »no le encuentro sentido a la vida». Pese a que estaba bajo tratamiento psicológico, tomó la decisión extrema.
Otro caso representativo es el de Julio César Toresani. Ex jugador de Boca y River, conoció la elite del fútbol argentino y después fue entrenador. Sin embargo, la depresión gobernó sus últimos años y lo encontraron muerto en la sede de la Liga Santafesina, que se había transformado en su casa por los problemas económicos que atravesaba.
En aquel momento, el propio Diego Armando Maradona se preguntó, en su despedida al ‘Huevo’ en las redes sociales: »¿por qué Boca, River o la A.F.A., no le dan apoyo a los futbolistas que pasan por esta situación? No creo que el caso de Toresani sea el único»
El año pasado, el suicidio de Leandro Latorre, oriundo de Ingeniero Huergo, sacudió a la región. El pibe había vuelto a su ciudad natal y estaba viviendo con su familia, pero nunca había podido superar el destrato que había sufrido en Aldosivi. En el club de Mar del Plata lo dejaron libre y sin alojamiento, sin advertir a su familia, cuando apenas era un adolescente.
El exitismo pone en un pedestal al jugador y genera expectativas en muchos otros. Desde los más chicos hasta los más grandes, los futbolistas conviven con situaciones para las que, en la gran mayoría de los casos, no están preparados. Los clubes, muchas veces por necesidad y otras por omisión, no cuentan con la contención y dedicación que la salud mental necesita. Primero son personas y después jugadores, pero en general son tratados como robots.
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