La crisis climática tendrá impacto económico y social en el Comahue
Un incremento en la temperatura media, una reducción en las precipitaciones en la cordillera (incluyendo reducción de nieve acumulada) y menor caudal en los ríos son las principales tendencias del futuro.
Los posibles cambios que genera el cambio climático y la acción humana en la producción afecta no sólo a los recursos naturales, “sino que también podría tener importantes consecuencias en el plano económico y social”, asegura Osvaldo Giradín, investigador de la Fundación Bariloche y coautor de algunos trabajos realizados sobre el impacto a largo plazo del cambio climático en nuestra región.
La investigación está contenida en dos publicaciones, una de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en 2014, y otra del proyecto Climagua, “La planificación del manejo de los recursos hídricos en el contexto del Cambio Climático. Una aplicación a la región del Comahue”, de 2017, en donde varios investigadores analizan distintos escenarios posibles sobre los efectos que produciría en la región el cambio climático, sumado a las actividades productivas en marcha.
“La principal conclusión de los trabajos es que la gestión de nuestros recursos hídricos podría enfrentar muchos desafíos, tanto en el uso de los recursos como en su disponibilidad para las próximas décadas”, señaló Girardín a Río Negro.
Los trabajos señalan que el clima ha venido cambiando en las últimas décadas y los datos reunidos por el proyecto Climagua indican que la tendencia continuará . Así, de acuerdo a las tendencia observadas sobre los cambios de temperatura y precipitaciones entre 2001 y 2010, los científicos elaboraron seis escenarios climáticos posibles, “derivados de la combinación de dos escenarios de trayectorias de concentración representativas de emisiones de gases de efecto invernadero y tres modelos de circulación general”, que son los que mejor explican la temperatura y precipitaciones par este periodo. Así, estiman algunas tendencias que podría enfrentar la región para el periodo 2010-2100 :
• Un incremento de la temperatura media
• Una reducción de las precipitaciones en la Cordillera de los Andes, incluyendo una reducción de la nieve acumulada
• Una modificación del régimen hidrológico de los principales ríos que nace de ésta (Limay, Neuquén y Negro).
Los cambios podrían afectar a unas 150.000 hectáreas de cultivos bajo riego, la generación de energía hidroeléctrica, la actividad hidrocarburífera y a una población de casi un millón de personas.
Estos cambios “podrían tener importantes consecuencias sobre los habitantes de la región del Comahue y las actividades económicas que se realizan”, señala Girardín.
Para mensurarlo, el trabajo señala que casi un millón de personas y cerca de 150.000 hectáreas bajo riego están vinculadas a esta cuenca, con actividades como la agricultura (fruticultura, horticultura), generación hidroeléctrica y explotación hidrocarburífera, todas dependientes de la provisión de agua.
Para precisar, el estudio de la Cepal estimó que el río Neuquén podría perder entre el 5% y el 23% de su caudal entre 2020 y 2070, en el mejor escenario y entre el 11 y el 35% en el mismo periodo en el peor escenario.
El Limay, por su parte, podría descender entre el 5,5 y el 17% en el mejor escenario y entre 8% y 21,9% en el peor, entre 2020 y 2070.
Si bien Girardín advierte que estas previsiones se realizaron en base a datos obtenidos en la década anterior, y que algunas condiciones pueden haber cambiado, “nuestros estudios indican que la principal actividad económica afectada serían los cultivos bajo riego en el Alto Valle y el Valle Medio, sobre todo si se producen las ampliaciones de los sistemas que se están analizando”, explicó.
En menor medida serían impactadas la generación hidroeléctrica y la actividad petrolera, agrega. Esto se produce porque, según detalla el informe, la principal demanda anual estimada para el futuro sigue siendo el riego (88%), seguida de la urbana (11%) e hidrocarburos convencionales y no convencionales (1%).
A consecuencia de menores precipitaciones, “podrían haber caudales medios mensuales en algunos tramos del Neuquén y del Negro inferiores a los considerados aceptables, principalmente durante el verano”, señala el estudio de Climagua.
Entre las potenciales “fallas” entre 2010 y 2100 (en donde los sistemas se podrían ver afectados en el tiempo), el informe destaca la cobertura durante la temporada de riego, principalmente las áreas ubicadas sobre el río Neuquén entre Portezuelo Grande y El Chañar.
Si se expande la zona bajo riego también podrían verse complicadas las zonas de Canal Margen Norte de Valle Medio, el Canal Conesa y el Canal Principal del Valle Inferior. Otro impacto de relevancia podría ser “el descenso de los volúmenes embalsados por debajo del nivel mínimo de operación normal para Cerros Colorados, El Chocón y Chihuido I (NDR: de concretarse la obra, hoy sólo en proyecto)”.
Se produciría también una merma en la generación hidroeléctrica respecto del promedio histórico.
Aunque según el estudio los impactos más significativos sobre los recursos hídricos podrían producirse entre 2041 y 2050, el estudio considera que deberían empezar a planificarse medidas de inmediato, ya que las obras de infraestructura para mitigarlos “tienen asociados tiempos de maduración e implementación prolongados” y un elevado costo.
Entre ellas figuran “la concreción de los embalses Chihuidos I, Michihuao y Pantanito (centrales de alta factibilidad)” y “la mejora de la eficiencia en el riego y la conducción agrícola incluyendo la remodelación y/o construcción de infraestructura de riego y drenaje”, entre otras, concluye el informe de Climagua.
Comentarios