Los actos “secretos” de gobierno en Roca

Algo anda mal cuando no se pueden comunicar ni siquiera las buenas noticias.

El gobierno municipal consiguió los anhelados convenios con Nación para dotar de gas a los parques industriales, con una inversión garantizada de 125 millones de pesos, pero eligió reservar ese momento importante para un puñado de funcionarios.

Darío Martínez estuvo el lunes pasado en Roca y más allá de la proximidad por su origen neuquino, no deja de ser un secretario del Estado nacional. Es decir, una visita con un peso institucional que en circunstancias normales generaría el interés de empresarios que necesitan vincularse con el área de Energía, de funcionarios provinciales y de la prensa, para difundir los avances de un proyecto que la ciudad espera desde hace más de una década.

Sin embargo, Martínez pasó por Roca en puntas de pie.

El municipio reemplazó toda esa potencial masividad que podría darle una buena noticia por un comunicado y un par de fotos en las redes sociales oficiales, que podrán tener un buen volumen de seguidores pero nunca podrán reemplazar la capacidad para amplificar un mensaje que otorga un acto o una conferencia abierta y previamente anunciada.

¿Vale más la tranquilidad de un funcionario nacional en aparente conflicto con el ministro del que depende, que la oportunidad de revertir la imagen negativa que arrastra la gestión local desde que perdió una inversión de 100 millones de dólares en el Parque Industrial II?

Parece que sí. Porque no hay razones para creer que la intendenta Soria haya sido quien buscó evitar preguntas incómodas de periodistas. La mandataria local estuvo esa misma mañana, luego del «secreto» acto municipal, en una inauguración que organizó el gobierno provincial, donde los medios sí habían sido convocados.

Por lo tanto, el secretario de Energía le debe una a su excompañera de bloque en Diputados.

De todas maneras, tener a la vista una explicación política sobre los hechos no exime al gobierno roquense de su responsabilidad por retacear la información de sus actos de gobierno.

Y el tema podría ser una anécdota o un mal paso en el camino de la gestión, pero ocurre que se trata de una conducta recurrente de este sorismo.

Los costos que hizo pagar la pandemia en la imagen de los gobernantes -locales, provinciales y nacionales- parecen haber afectado en Roca la predisposición a los vínculos espontáneos, la agenda abierta ante los medios y, en definitiva, el mano a mano con los vecinos que todo dirigente debería tener si pretende mantenerse o proyectar su carrera política.

Todo es muy cuidado. La prioridad son las redes, con videos y fotos editadas. Ya no se recuerda cuándo fue la última conferencia de prensa convocada por el municipio. Hasta el gobierno nacional, con los dilemas, contradicciones y grietas internas que enfrenta, aplica esa buena práctica, a través de la vocera presidencial o de algún funcionario con competencia sobre el tema a comunicar.

En Roca no se supo explicar siquiera cómo se pensó el sistema de ciclovías, que aparecieron de un día para otro, sumando más confusión a un sistema vial con un importante desorden.

Bajo esa tendencia, será difícil creer en la autenticidad de los mensajes una vez que empiece la etapa más fuerte de la campaña electoral.

Aislados, blindados, hablando a través de un teléfono o de comunicados, sólo harán que siga ganando terreno el discurso que los ubica como una casta, muy lejana de la vida diaria de los ciudadanos de a pie.


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