La cipoleña Mona Gallosi vino a Neuquén y enseñó a hacer estos fabulosos tragos
Por Juanjo Larrondo
@juanjo_larrondo
“La coctelería es mi vida. Me dio todo lo que tengo. Estoy agradecida de poder venir a mis pagos a dar este taller. Cuando me fui de Cipolletti a Buenos Aires a estudiar Diseño de Indumentaria no tenía para comer y la pase muy mal. Nunca baje los brazos. Siempre tratando de ser la mejor limpiando mesas, la mejor cajera, la mejor bartender y ahora la mejor jefa. Siempre con mucho trabajo, respeto y profesionalismo”.
La cipolleña Mona Gallosi arrancó así el excelente taller de coctelería que brindó en la escuela de Cocineros Patagónicos de Neuquén. Es una de las referentes del país cuando de mixología se trata y divide su tiempo entre su proyecto multicultural Puente G y sus trabajos en radio y televisión.
Su carisma y pasión por lo que hace atrapan a la nutrida concurrencia, entre los que se destacan estudiantes, bartenders y chefs reconocidos de la región. La escuchan con atención. Se nota su capacidad para comunicar, su conocimiento y la necesidad que tiene la zona de nutrirse de este tipo de profesionales. “La coctelería es un estilo de vida. Detrás de la barra los bartenders no beben ni mastican chicle. Están para servir a los invitados, a los clientes. Sus manos deben estar impolutas, el pelo atado, la barba prolija, no se debe usar reloj, ni pulseras ni muñequeras. Las mujeres no tienen que tener las uñas largas y siempre se mira al cliente con una sonrisa. Todo esto tiene que ver con el estilo, ah, y nunca se dice eso no lo hago, eso no lo tengo. Si no lo tenemos, lo dibujamos”, dice Gallosi con firmeza.
El taller de Mona fue en realidad un laboratorio de estilo, centrado en el carácter que ella le da a la coctelería y en las tendencias que se están viviendo a nivel global. Los asistentes se fueron con inquietudes y con disparadores para experimentar cosas nuevas en sus casas, en sus bares, en sus trabajos. En los cócteles que realizó en vivo, utilizó y transformó ingredientes innovadores. Por ejemplo, usó cortezas de manzano para ahumar los recipientes en donde mezcló bebidas dando por resultado cócteles con notas a humo o utilizó frutas deshidratadas, donde los sabores están bien concentrados, para que los liberen en vino blanco.
La cipolleña asegura que siempre le gustó la gastronomía y que su abuela fue la que le inculcó el amor por la cocina desde pequeña. “La coctelería al principio era solo un oficio que me ayudaba a lograr el sueño de la chica del interior que llega a la Capital para ser diseñadora. Pero a medida que pasaban los años me enamoraba más de la gastronomía que del diseño”, aclara. Es fashionista y utiliza la estética en sus cócteles, pero cuando se recibió de diseñadora se dio cuenta que era gastronómica. “Preparar un cóctel y sacarle una sonrisa a una persona es lo que más me gratifica. Cuando me di cuenta de esto me dije que iba a tratar de ser la mejor y si no soy la mejor por lo menos de destacarme. ¡Y lo logré!, dice orgullosa.
Eduardo Tigrino, Director de la carrera de Barman profesional de la Escuela de Cocineros Patagónicos opinó que “todo lo que es innovación para los bartenders y demás interesados es muy positivo porque les abre la cabeza. La coctelería que desarrolla Mona es del tipo alquimista donde propone una fusión entre los cócteles clásicos con el agregado de hierbas, distintos almíbares, bitters y técnicas gastronómicas como infusiones, reducciones, evaporaciones, etc. Fue muy buena la importancia que le dio a la atención al cliente, cosa que en la zona se cuida muy poco, y al trabajo en equipo”.
Por supuesto que Mona hizo magia y los asistentes disfrutaron de exquisitos cócteles. El vino es su bebida preferida, la que más bebe, asegura. Por eso también está tan presente en sus creaciones. Los asistentes alabaron el Rouge Ron, una exquisitez compuesta por reducción de vino tinto, cardamomo, pimienta de Jamaica, azúcar, ron y lima, decorado con una rodaja de ananá deshidratado.
Cerró el laboratorio de estilo con Liminal, una bomba para el verano, donde utilizó sidra evaporada al cincuenta por ciento, hierba rica-rica, néctar de sauco, azúcar y whisky Johnnie Walker Black. Un cóctel equilibrado donde la acidez es aportada por la sidra y el dulzor por el néctar de sauco. Fresco, aromático e innovador, uno de los preferidos de esta cipolleña exitosa que se emociona cuando es reconocida en su tierra.
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