La central nuclear y el hidrógeno verde

Martín Belvis

Prosecretario de Redacción. Nació en 1967 en Buenos Aires y comenzó en el periodismo a los 21 años. Durante 10 años cubrió noticias políticas de la provincia de Neuquén y más tarde fue el primer editor del suplemento de Energía del diario Río Negro, de cuya agencia Cipolletti fue jefe entre 2009 y 2013. Vivió una década en Bariloche, donde se desempeñó como jefe de su agencia. En Diario RÍO NEGRO desde 1991.

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Hace cuatro años fracasó el proyecto de una usina atómica en la provincia por la falta de formación de una masa crítica y la necesidad electoral del partido de Weretilneck.


El anuncio de la empresa australiana Fortescue Future Industries sobre la construcción en Sierra Grande de un complejo fabril para la producción de hidrógeno a partir del agua del mar rionegrino y de la electricidad de un parque eólico, recorrió toda esta semana sin que la grieta arruinara -por ahora- los debates sobre un emprendimiento que podría poner a Río Negro en la vanguardia de los combustibles del futuro y en un grado de diversificación único en el país.

La experiencia del proyecto de la central nuclear que China quería levantar en el mismo sitio fue clave ahora para crear, antes del anuncio, una masa crítica que ayude a defender el proyecto.

Hace un año que los gobiernos de Alberto Fernández y Arabela Carreras estaban al tanto de la búsqueda de la empresa. Juntos habían tenido una videoconferencia con Julie Huttleworth, CEO de Fortescue, y el representante en esta parte del mundo, el exPuma Agustín Pichot.

Y en marzo hubo otro encuentro, que fue presencial. Huttleworth estuvo en Bariloche en sigilo luego de verse en Buenos Aires con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.

Ninguno de estos contactos trascendió. En Río Negro se formó una mesa del hidrógeno verde, con reuniones semanales. El gobierno de Carreras terminó instalando el tema, del que pocos sabían algo.


El proyecto que encara ahora una empresa australiana en Sierra Grande superó, a una semana del anuncio, los efectos de la grieta y de las mezquindades políticas.


Para cuando, el lunes pasado en Glasgow, se anunció formalmente la inversión, el hidrógeno verde ya tenía cierto recorrido en la provincia y había literatura y referentes de sobra para consultar.

La diversificación económica, de la que Río Negro ya es un modelo, tendrá aplicación efectiva, con los especialistas con los que cuenta la provincia en Bariloche (usina de la ciencia y la tecnología, incluso aplicada) y la producción en el otro extremo, sobre la costa atlántica, con eje en la ruta 23.

La gobernadora decidió no viajar a la cumbre sobre cambio climático COP26 en la ciudad escocesa. Y esperó los anuncios en la provincia. En cuestión de semanas Huttleworth volverá a Bariloche para dar todas las explicaciones que se requieran en Río Negro.

El gobierno trabajará con la comunidad de Sierra Grande, que viene de 30 años de frustraciones desde el cierre de la mina de hierro y la reactivación intermitente a manos de una empresa china.

Y en el medio están las elecciones nacionales de medio término, en las que una o dos de las tres fuerzas mayoritarias de la provincia se quedará sin la posibilidad de colocar un diputado en el Congreso.

El anuncio de la central nuclear china fue hace cuatro años, antes de las elecciones primarias, en las que Juntos Somos Río Negro quedó tercero. El entonces gobernador Alberto Weretilneck tomó una decisión drástica: bajó a su partido de las generales.

El ahora senador interpretó que los rionegrinos lo habían castigado por la idea de poner un reactor nuclear en la provincia y renunció también a ese proyecto. Incluso hizo que la Legislatura sancionara una ley que prohibía la energía atómica en Río Negro.

No es analógico porque el hidrógeno verde no tiene la mala prensa ni los eventuales peligros de una central nuclear, pero en aquel entonces se transitó el camino al revés. El gobierno no dio un debate previo y el mundo de la ciencia y la tecnología de Bariloche brilló tanto por su ausencia que encandiló.

La planta de hidrógeno verde tomará agua del mar, le quitará toda la sal posible para someterla a un proceso eléctrico para extraerle el combustible. Para eso montará una planta de energía eólica de una potencia de 2.000 megavatios (MW), que equivale a un tercio de toda la potencia instalada en las provincias de Río Negro y Neuquén.

Será autosostenible, no emitirá gases de efecto invernadero en su proceso, no tendrá residuos tóxicos, dará empleo, básico y calificado, y hasta generará regalías para el Estado. Tal vez estemos ante un consenso posible por fuera de la grieta y las mezquindades.


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