La agricultura familiar está en crisis terminal y espera ayuda
En Bariloche y alrededores, los pequeños productores están desesperados.Muchos tuvieron que tirar su producción y no tienen con qué volver a generar.
La frágil economía de los pequeños productores rurales en la periferia de Bariloche y los parajes vecinos enfrenta un desafío sin salidas a la vista debido a la emergencia sanitaria, que les cerró canales de venta y en algunos casos los obligó a tirar la producción por falta de mercado.
La presidente de la Feria Franca del Nahuel Huapi, Fabiana Goye, dijo que la situación es crítica para la agricultura familiar y que empezaron a trabajar en un esquema de asistencia a través de la “mesa de cooperativismo y asociativismo”, formada por impulso del Inaes, pero las soluciones se demoran y para muchos pobladores rurales cualquier auxilio llegará tarde.
Citó el caso de Liliana Artero, una productora del valle de El Manso que “tenía 500 kilos de frutillas para comercializar y tuvo que dárselas a los cerdos” por la imposibilidad de llegar con su producción a los centros de consumo.
Tenía 500 kilos de frutillas para comercializar y tuvo que dárselas a los cerdos».
contó Fabiana Goye, presidente de la Feria Franca del Nahuel Huapi, sobre la situación de una productora local.
Explicó que casi todos los pequeños agricultores se mueven a la informalidad, de modo que no pueden acceder a los permisos de traslado, y tampoco pueden usar la fruta cosechada para hacer conservas porque “no llegaron a comprar azúcar” y tampoco tienen capacidad de freezer.
Para algunos las penurias del presente no son nada frente al dificultades que asoman a futuro, ya que la inmovilidad forzada en los campos también les impidió vender los animales viejos, como suelen hacer cada año en esta época para comprar forraje, semillas y aprovisionarse de lo necesario para el invierno.
El referente local del programa Pro Huerta del Inta, Julio Ojeda, dijo que “todo está bastante complicado” para los microproductores, porque la cuarentena dictada a mediados de marzo los dejó “a mitad de camino” y con parte de su producción hortícola sin vender.
El cierre anticipado de la feria franca de la plaza Belgrano (que suele funcionar hasta abril) y las dificultades para acceder al mercado comunitario de Bariloche dejó desamparadas a muchas familias de Corralito, Villa Llanquín. Ñirihuau y El Manso que producen verduras durante el verano para trocar o para vender y comprar otros insumos.
También tienen pequeñas majadas de ovejas y chivos, con una dinámica de “autoconsumo y venta del excedente”, que nunca les alcanza para salir de la precariedad. “Es un hilo muy finito, que se corta con facilidad”, explicó Ojeda. Si no pueden obtener el recurso que necesitan con la producción del verano, les espera un año muy difícil.
Goye señaló también que acceder a la semilla es crucial para los productores, especialmente los que trabajan con invernaderos. “La mayoría esta temporada no lo consiguió”.
Según el último anuario del Senasa, citado por Ojeda, en el departamento Pilcaniyeu hay 541 pequeños productores registrados, más otros 364 en el departamento Ñorquinco y 172 en el departamento Bariloche. Dijo que esa categoría se define por la cantidad de animales que poseen (no más de 150), la educación, el hábitat y también porque “viven en el campo” donde producen, y no en la ciudad, con visitas periódicas.
Estrategias y contactos
Echada la suerte de la temporada, Fabiana Goye dijo que al menos aspiran a ayudar a los agricultores a trasladar sus productos de huerta a Bariloche “para distribuirlas en los barrios, donde la ayuda alimentaria sólo incluye productos secos, sin carne ni verduras”.
Ojeda dijo que la idea es coordinarlo con Parques Nacionales, que aportaría la movilidad, y el viaje de ida se podría aprovechar para llevar forrajes. Señaló que sólo en Corralito los productores se quedaron con 800 kilos sin vender.
Goye dijo que en la periferia de Bariloche hay productores de miel, de aromáticas, de frutas de estación que podrían hacer conservas, pero se quejan por la falta de apoyo del Estado.
“En Bariloche, por ejemplo, no existe una sala de extracción de miel. El municipio tenía una pero no está terminada -reseñó-. Y otro problema es que el pequeño productor no puede lograr los números y habilitaciones para vender en comercios, porque hay que hacerlo en un laboratorio privado y cuesta 6.000 pesos cada producto. Antes se podía hacer a un costo mucho menor en la municipalidad, pero ese servicio no está más porque la bromatóloga renunció y nunca la reemplazaron”.
“Decisiones políticas”
Uno de los referentes locales del Fonaf (Foro Nacional de la Agricultura Familiar), Arturo Castagnetto, dijo que el bloqueo del transporte generó “un panorama general bastante embromado” en la zona rural. Refirió que más allá de la zozobra generada por el coronavirus, ya hacían falta medidas del Estado para favorecer la llegada de los productores a la feria franca y al mercado comunitario.
Recordó que se trata de producción orgánica y si bien, por una cuestión de costos, es algo más cara que la proveniente de los mercados concentradores “hace falta un plan del Estado para que puedan llegar al comercio local, porque genera arraigo y puestos de trabajo”.
Para Castagnetto, es una cuestión de “decisión política”, la de fomentar a los pequeños agricultores con programas específicos. Explicó que todos trabajan con ciclos ajustados de “producción, venta y compra de insumos para volver a producir”, en los cuales “no puede fallar ningún eslabón”. Y subrayó que los subsidios o préstamos previstos para los cuentapropistas y trabajadores informales suelen resultarle inaccesibles al productor rural.
“Imaginate que en algunos casos tienen que caminar kilómetros y subirse a una roca para tener señal de celular -dijo Castagnetto-. En esas condiciones es muy difícil llenar un formulario on line”.
Conscientes de esa limitación, en algunos parajes el trámite se comenzó a instrumentar a través de las Comisiones de Fomento.
Castagnetto reconoció que las últimas semanas fueron difíciles para todos y confirmó que “algunos tuvieron que tirar comida porque no pudieron sacar la producción del campo”.
La frágil economía de los pequeños productores rurales en la periferia de Bariloche y los parajes vecinos enfrenta un desafío sin salidas a la vista debido a la emergencia sanitaria, que les cerró canales de venta y en algunos casos los obligó a tirar la producción por falta de mercado.
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