Femicidio de Agostina: avanza la investigación de la amenaza al jurado popular

La fiscalía espera tener resultados en los próximos días. En paralelo se debaten otros ajustes internos en las audiencias, a la luz de la experiencia que dejó este caso.

A una semana de la anulación del juicio por jurados por el femicidio de Agostina Gisfman, la fiscalía de Homicidios avanza sobre pistas firmes para dar con el o los autores de la amenaza que apareció en el baño de varones y que vulneró la imparcialidad del jurado popular.

El objetivo que se trazó el fiscal jefe Agustín García es, en lo posible, llegar al esclarecimiento antes del 5 de octubre. Ese día será la audiencia de selección de los seis varones y las seis mujeres que integrarán el jurado popular para el nuevo juicio. Será una forma de darles tranquilidad y garantizarles que el episodio fue único y no se volverá a repetir.

La investigación permaneció unos días a cargo de la fiscalía de Actuación Genérica, que lo encuadró como un caso de amenazas más, sin darle trascendencia institucional. Por eso García retomó el legajo, dispuso medidas de prueba y logró algunos avances.

Acceso restringido

Ya tiene definido con bastante precisión quiénes tuvieron y quiénes no, acceso al baño de varones de uso exclusivo de los jurados populares, donde apareció escrito en la pared «voten bien, sabemos donde viven».

Ese mensaje intimidó al jurado, que estaba deliberando sobre la responsabilidad o no de los cinco imputados en el femicidio, y por eso el juicio se anuló. Se hará por completo de nuevo, con los mismos testigos y otro juez, Luis Giorgetti, entre el 11 y el 19 de octubre.

La amenaza no estaba dirigida a nadie en particular, ni tampoco ofrecía pruebas de tener efectivamente la dirección de las y los jurados, una información que se custodia celosamente y que jamás se ha filtrado en los ocho años que lleva el sistema en Neuquén.

Prácticas naturalizadas

Además de su peso específico propio, el episodio llevó a magistrados y funcionarios a reflexionar sobre algunas prácticas naturalizadas que deberían ajustarse. Y no todas pasan por una mayor seguridad en la sala de audiencias.

Por ejemplo, al jurado ya no se le remarca que la prensa no accede a sus identidades y que tiene prohibido tomarle imágenes; que los imputados gozan del derecho de estar sin esposas en la sala de audiencias, o que si desean declarar pueden terminar sentados muy cerca de ellos (como sucedió en la última audiencia del juicio por el femicidio, donde faltó un custodio de manera preventiva parado en las inmediaciones).

Para una persona que por primera vez entra en contacto con la liturgia judicial, todo eso puede sonar extraño hasta el punto de sobresaltarlo, así como la absoluta informalidad en el trato entre las partes en los cuartos intermedios y el incumplimiento de los horarios, dos costumbres dañinas que merecen ser revisadas.


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